jueves, 24 de marzo de 2011

AYUDANOS A PROMOCIONAR ESTA JORNADA



HERMANOS DE CONCEPCIÓN: CARISMÁTICOS, PARROQUIAS, CRISTIANOS EN GENERAL.

IMPRIME ESTOS AFICHES, RECORTALOS Y AYUDANOS A PROMOCIONAR ESTA JORNADA DE ALABANZA Y ADORACIÓN A DIOS TRINO DE AMOR, EN TU PARROQUIA, EN TU FAMILIA, VECINOS Y AMIGOS, Y QUE DIOS TE BENDIGA POR ELLO !!!.

SACERDOTE JOSÉ LUIS AGUILAR



CONFIRMADO EL SACERDOTE ARGENTINO: JOSÉ LUIS AGUILAR ESTARÁ EN CONCEPCIÓN, CHILE, LOS DÍAS SÁBADO 9 Y DOMINGO 10 DE ABRIL PRÓXIMOS.

miércoles, 23 de marzo de 2011

reunión de servidores en la Parroquia San José

El 22 de marzo de 2011 18:42,
Facebook escribió:

Marcia Villalobos publicó en tu Muro .

Marcia escribió:
"Hermanos servidores muy queridos de la comunidad Jerico, este sábado 26 del presente, reunión de servidores en la Parroquia San José desde las 14.30 hrs, ser muy puntuales en la hora de llegada y asistencia. Les bendigo en nombre de mi amado Jesús."

jueves, 17 de marzo de 2011

Padre José Luis Aguilar en Chile.

Comunidad Jerico Jerico
March 17, 2011 at 9:16am
Asunto: Padre José Luis Aguilar en Chile.

Hermanos de la Provincia de Concepción, Chile,
Buenos Días:

Este lunes, en nuestra comunidad carismática, se nos informó que el Padre José Luis Aguilar vendrá a Concepción, lo que viene a confirmar lo informado por el Servidor Diocesano, en reunión de servicio del sábado 5 de marzo recién pasado.

El Padre estará en Chile, los días jueves 7, viernes 8, sábado 9 y domingo 10 de abril.

Por ahora, es todo lo que sabemos, en cuanto recibamos mayor información, les comunicaremos, por este medio, o por facebook.


Atte.,

Comunidad "Jericó".

Pdta.: Si deseas que te mantegamos informados al respecto, unétenos como amigos, en facebook, a nuestro Grupo: " COMUNIDAD JERICÓ".

viernes, 11 de marzo de 2011

Alarma de Tsunami en Chile


Comunidad Jericó Jericó

Hermanos el Terremoto de Japón nos invita a la oración.

Ha empezado Pentecostés de un modo particular.

Hay que destinar tiempo a la oración, de alabanza y adoración, especialmente por las Costas Chilenas, por las que tanto hemos orado en nuestra Comunidad, y Grupos de Oración de Intercesión.

Confiemos en la Misericordia Divina.

Oremos por las personas angustiadas y aterrorizadas, atormentadas por estas catastrofes de la naturaleza, oremos unos por otros, y no cesen de orar, e interceder los unos por otros: Confianza!

En Chile debemos evacuar las zonas inundables, mantengan la calma, es a modo de prevensión, no se alejen de la ALABANZA Y ADORACIÓN.

Que Dios les Bendiga.

La Comunidad Jericó.

jueves, 10 de marzo de 2011

'Jesús de Nazaret'


Estos son los capítulos y sus principales contenidos de Jesús de Nazaret de Benedicto XVI


jueves, 10 de marzo de 2011
Publicación de la segunda parte de 'Jesús de Nazaret', donde el Papa exculpa al pueblo judío de la muerte de Jesús y recuerda que para los cristianos su sangre es reconciliación, sin venganza ni castigo



En el libro «Jesús de Nazaret, segunda parte. Desde la entrada en Jerusalén a la resurrección”, escrito por Joseph Ratzinger - Benedicto XVI – el Santo Padre anuncia, en el prefacio, la tercera parte de esta obra, publicada también por la Librería Editora Vaticana, y que estará dedicada a los Evangelios de la infancia. El volumen está traducido en siete idiomas: alemán, italiano, inglés, español, francés, portugués y polaco y tiene nueve capítulos y un epílogo.




Benedicto XVI no ha querido escribir una «Vida de Jesús», sino presentar la figura y el mensaje de Jesús, con el anhelo de «desarrollar un enfoque sobre el Jesús de los Evangelios y una escucha que pueda llegar a ser un encuentro»... «guiado por la hermenéutica de la fe, y, al mismo tiempo, teniendo en cuenta responsablemente la razón histórica» - enlazando la misma ‘hermenéutica de la fe’ con la de la historia - «de forma que pueda ser útil para los lectores que quieren encontrar a Jesús y creer en Él».

El primer capítulo, trata de la entrada a Jerusalén y la purificación del templo. Jesús, es acogido por la muchedumbre con alegría, llega como «un rey de la paz... de los pobres», no es un revolucionario político, no impulsa la violencia. No llega con la espada, sino con el don de la curación. Muestra el amor de Dios, se lee entre las páginas de la entrada a Jerusalén. Al día siguiente, escribe también el Papa, Jesús echa a los mercaderes del templo: lucha contra la conexión entre culto y negocios y un templo cueva de bandidos.

En el segundo capítulo, tras su entrada en Jerusalén, si inserta “el gran discurso escatológico de Jesús”, con los temas centrales de “la destrucción del templo, de la destrucción de Jerusalén, del Juicio final y del fin del mundo”. “Con Jesús -escribe el Papa- se supera la época del templo de piedra e inicia algo nuevo. Jesús mismo toma el lugar del templo. Es Él el nuevo templo: es la presencia del Dios vivo. En Él, Dios y hombre, Dios y el mundo entran en contacto. En su amor se diluye todo el pecado del mundo”. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán…” porque las palabras de Jesús, dice el Papa, son el verdadero “firmamento” para el hombre.

El tercer capítulo habla del “lavado de los pies” a los discípulos y se divide en seis partes. Benedicto XVI subraya que “Jesús se desnuda de su esplendor divino para purificarnos de nuestra suciedad” y nos dispone “para que participemos en el banquete nupcial de Dios”. Se trata de un cambio radical en la historia de la religión: ante Dios “no son las acciones rituales las que purifican, sino que es la fe la que purifica el corazón”. “La nueva ley es una gracia del Espíritu Santo”. “La pureza es un don”. Y pone un ejemplo el Papa: “Pedro y Judas son dos modos de reaccionar ante este don. Ambos lo acogen, pero uno reniega y el otro lo traiciona... Pero mientras Pedro, arrepintiéndose, cree en el perdón; Judas también se arrepiente pero no cree en el perdón. En Judas encontramos el peligro de quien no es capaz de la conversión”.

“La oración sacerdotal de Jesús” es el título del cuarto capítulo. Escribe el Santo Padre que “la misión de Jesús es universal: no se limita sólo a un círculo limitado de elegidos; sino que su objetivo es el cosmos”. Mediante los discípulos el mundo entero en su totalidad ha de ser arrancado a su alienación, debe reencontrar su unidad con Dios”. “Su misión consiste en que el hombre se convierta en una sola cosa con Dios. Esta transformación, sin embrago, tiene el precio de la cruz y para los testigos de Cristo el precio es su disposición al martirio”.

El quinto capítulo del libro está completamente dedicado a “La última Cena”, analizada en los temas: “La fecha de la Ultima Cena”; “La Institución de la Eucaristía”; “La teología de las palabras de institución”; “De la Última Cena a la eucaristía dominical”. El Papa señala que “lo que la Iglesia celebra en la Misa no es la última cena, sino lo que el Señor, durante la última cena, instituyó y confió a la Iglesia: la memoria de su muerte en sacrificio”. Y puesto que el don de Jesús está enraizado en la resurrección, la celebración del Sacramento debe tener lugar en el Días del Señor, el domingo.

El sexto Capítulo está dedicado a “Getsemaní”. Comprende: ”Hacia el Huerto de los Olivos”; “La oración de Jesús”; “La voluntad de Jesús y la voluntad del Padre”; “La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos”. “En Getsemaní Jesús experimenta, escribe Benedicto XVI, “la última soledad, toda la tribulación de ser hombre. El beso del traidor antes de la muerte inminente. Jesús acepta la voluntad del Padre. Jesús pide, en vano, a los discípulos que velen con Él. Una gran angustia invade a Jesús conciente de tomar Él todo el mal del mundo”. Es una angustia radical: es el enfrentamiento entre luz y tinieblas entre vida y muerte, el verdadero drama de la elección que caracteriza la historia humana”.

En el séptimo capítulo, “El proceso a Jesús”, Benedicto XVI subraya que no fue el ‘pueblo’ judío como tal que quiso la muerte de Jesús - que también era judío, al igual que sus discípulos - sino la aristocracia del templo, con algunas excepciones. El Papa recuerda que para los cristianos la sangre de Jesús es reconciliación y no pide venganzas y castigos. En los apartados: “Discusión preliminar en el Sanedrín”; “Jesús ante el Sanedrín” y Jesús ante Pilatos”, el Santo Padre reflexiona sobre las consecuencias del ‘no reconocer’ la verdad. Como el dominio del pragmatismo... el que el poder de los más fuertes sea el dios de este mundo. Lo muestran las grandes dictaduras, entremezclando y confundiendo verdad y mentira, como sucede también hoy en las disputas políticas y en la formación del derecho.

La verdad que es reconocible en Jesucristo, exteriormente impotente en el mundo, refleja lo inhumano del poder humano que aplasta a los inermes. Jesús es imagen de esperanza: Dios está con los que sufren, escribe luego Benedicto XVI, que comienza el octavo capítulo de este libro – con un apartado dedicado a “Crucifixión y sepultura de Jesús”, con una “Reflexión preliminar: “Palabra y hecho en la narración de la Pasión” y prosigue con “Jesús en la Cruz”: (“Las primeras palabras de Jesús en la cruz: “Padre, perdónalos”; “Jesús escarnecido”; “El grito de abandono de Jesús”; “Las vestiduras echadas a suerte”; “Tengo sed”; “Las mujeres al pie de la cruz-la Madre de Jesús”; “Jesús muere en la cruz”; “Sepultura de Jesús”), para finalizar con “La muerte de Jesús como reconciliación (expiación) y salvación”.

En el noveno y último capítulo - “La resurrección de Jesús de entre los muertos” – Benedicto XVI reafirma que sin fe en la resurrección, la fe cristiana está muerta. Sólo si Jesús ha resucitado ha sucedido algo verdaderamente nuevo que cambia el mundo y la situación del hombre... inaugura una dimensión nueva del ser hombres. Lo anuncian con una audacia absolutamente nueva sus discípulos, testigos de la resurrección ¿Por qué Jesús se manifestó a pocos y no opuso todo su poder contra sus enemigos? Se pregunta el Papa, con Judas Tadeo, y responde que es precisamente el misterio de Dios el actuar de forma callada... va construyendo su historia en la historia de humanidad... llama suavemente a la puerta de nuestros corazones... Con su ‘estilo divino’ de dar libertad y suscitar amor.

El libro concluye con un epílogo titulado “Subió a los cielos. Está sentado a la derecha del Padre y de nuevo vendrá con gloria”. Benedicto XVI hace hincapié en la misión de los discípulos de anunciar al mundo que Jesús vive, es la Vida. Está con nosotros, entre nosotros, al lado de todos y todos lo pueden invocar, a través de la historia y en todos los lugares... Sin embargo, a menudo, los discípulos de Jesús siguen teniendo miedo, como los apóstoles en el Lago de Tiberiades durante la tempestad.... «También hoy la barca de la Iglesia, con el viento contrario de la historia, navega atravesando el océano agitado del tiempo. A menudo se tiene la impresión de que se hundirá. Pero el Señor está presente y viene en el momento oportuno...».

Ésta es la confianza de los cristianos, la razón de nuestra alegría, en la espera de que Jesús de nuevo vendrá con gloria... recuerda el Papa y subraya que la fe en la nueva venida de Cristo, segundo pilar de la profesión cristiana, implica la certeza en la esperanza de que Dios enjugará todas las lágrimas, nada quedará sin sentido, toda injusticia será superada y quedará establecida la justicia. La victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo... Mientras seguimos invocando a Jesús, que nos anticipa ya su venida, que ya está entre nosotros todos los días....


ECCLESIA DIGITAL

miércoles, 9 de marzo de 2011

HOY ES MIÉRCOLES DE CENIZAS

De: Felipe Santos Campaña
Fecha: 9 de marzo de 2011 05:21
Asunto: "DIOS ES AMOR!!!": Miércoles DE CENIZA,
09 de marzo Felipe Santos,...
Para: Comunidad Jerico Jerico

“Reza a tu Padre, que está en lo escondido” (Mt 6,6).
Los caminos que regala el Espíritu son gratuitos y aparecen con un cierto aire de anonimato. Nacen en lo escondido y solo Dios, que los hace brotar en lo escondido, los mira con delicadeza y ternura. Limpia tus gestos, deja que el aire fresco purifique tus actitudes. Haz de tu vida un espacio para el amor y no para la ostentación.
Saber que tú me miras, me basta. Libérame, Señor, de la búsqueda del aplauso. Que los demás solo vean en mí tu huella de compasión y de alegría.
Dice un refrán árabe que Dios lo ve todo, hasta una hormiga negra, sobre un mármol negro, en una noche oscura. Jesús dice que el Padre Dios ve en lo más profundo de nuestros corazones, allí donde el orgullo y la vanidad no pueden estropear la gratuidad de nuestro amor. En espiritualidad se enseña que, cuando estamos en situaciones de crisis o conflictos, practiquemos la “oración de transparencia”. Nos colocamos en la presencia de Dios, transparentes, dejando que él lo mire todo. Él “ve” lo que hay en el fondo de nuestra oración, ayuno y limosna cuaresmales. Su mirada nos saca de nuestros escondrijos, escudriña los rincones más ocultos, él lo ve todo y descubre nuestros egoísmos, disimulos e hipocresías. De esa vergüenza nos salva el saber que quien nos está mirando así, a corazón abierto, es nuestro Padre, el Abba de Jesús, el que puede perdonarnos y sanarnos; y esto nos ayuda a abrirnos a su amor tan gratuito y generoso. Hoy es Miércoles de Ceniza. Abramos con sencillez el corazón a Dios, que nos espera en “lo secreto”, allí donde somos auténticamente nosotros mismos. Tal vez éste sea un buen punto de partida para una conversión sincera en este tiempo de Cuaresma, tiempo de cambio y conversión.

martes, 8 de marzo de 2011

FELIZ DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER


Feliz Dia Internacional de la Mujer

Para todas las mujeres, les enviamos este saludo especial, para que celebren este día internacional, donde se les reconoce el género, la esencia y sustancia de ser mujer.

En en Nombre Bendito de Jesucristo, Nuestro Señor, les bendecimos a todas y cada una de ustedes, por su incansable labor de mamá, tía, abuela, hermana, religiosa, apoderada, tutora, etc., por su incansable y abnegada tarea de evangelización, y educación.

Bendecimos sus nombres, sus historias, sus vidas, para que a través de ustedes, llegue la bendición a sus hogares y familias.

Que Dios Todopoderoso, rico en Misericordias, Dones y Carismas, les envie Su Espíritu Santo, llenándolas de Paz y Felicidad.

Que Nuestro Señor Jesucristo, encuentres donde te encuentres, te regale un Espíritu de Revelación, de sexto sentido, que te permita salir victoriosa en todos tus asuntos, que estén ajustados a la Voluntad de Dios.

Que Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo, te guarde, te proteja y te bendiga. Que San Miguel Arcángel se ocupe de tus enemigos, y confunda a tus adversarios. Que el Espíritu Santo te sostenga, prospere en tu alma el Don de Lenguas, y puedas edificar la Iglesia, en el sitial que te corresponde.

Y para ti que ya te fuistes de este mundo terrenal, seguimos unidos a través de la Oración en el Espíritu Santo de Yavhé, y recibe nuestras oraciones, nuestros Padre Nuestros y Ave Marías, en señal de Fe, Amor y Esperanza Cierta que nos volveremos a ver.

Dios Padre Todopoderoso, Padre Nuestro, Dios Hijo Señor Jesucristo, Dios Espíritu Santo, les confiamos a todas nuestras mujeres, mujeres esforzadas, esclavas del sistema, esclavas del trabajo, para que en este día, martes 8 de marzo de 2011, las bendigan a todas, alejando de sus corazones, todo lo que no provenga de ti.

Santísima Trinidad, en ti Confiamos, a ti te queremos.

Estimadas hermanas que Dios les Bendiga, y Feliz Día.....Amén.

COMUNIDAD JERICÓ.

lunes, 7 de marzo de 2011

LA VIDA EN EL ESPÍRITU

Comunidad Jerico Jerico envió un mensaje a los miembros de/del LAS SAGRADAS ESCRITURAS.

Comunidad Jerico JericoMarch 7, 2011 at 5:47pm
Asunto: NUESTRA VOCACIÓN A LA BIENAVENTURANZA
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO

PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU

CAPÍTULO PRIMERO
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

ARTÍCULO 2
NUESTRA VOCACIÓN A LA BIENAVENTURANZA

I. Las bienaventuranzas

1716 Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

(Mt 5,3-12)

1717 Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

II. El deseo de felicidad

1718 Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el único que lo puede satisfacer:

«Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el género humano no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición incluso antes de que sea plenamente enunciada» (San Agustín, De moribus Ecclesiae catholicae, 1, 3, 4).

«¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti» (San Agustín, Confessiones, 10, 20, 29).

«Sólo Dios sacia» (Santo Tomás de Aquino, In Symbolum Apostolorum scilicet «Credo in Deum» expositio, c. 15).

1719 Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza. Esta vocación se dirige a cada uno personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que han acogido la promesa y viven de ella en la fe.

III. La bienaventuranza cristiana

1720 El Nuevo Testamento utiliza varias expresiones para caracterizar la bienaventuranza a la que Dios llama al hombre: la llegada del Reino de Dios (cf Mt 4, 17); la visión de Dios: “Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8; cf 1 Jn 3, 2; 1 Co 13, 12); la entrada en el gozo del Señor (cf Mt 25, 21. 23); la entrada en el descanso de Dios (Hb 4, 7-11):

«Allí descansaremos y veremos; veremos y nos amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que acontecerá al fin sin fin. ¿Y qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendrá fin? (San Agustín, De civitate Dei, 22, 30).

1721 Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. La bienaventuranza nos hace participar de la naturaleza divina (2 P 1, 4) y de la Vida eterna (cf Jn 17, 3). Con ella, el hombre entra en la gloria de Cristo (cf Rm 8, 18) y en el gozo de la vida trinitaria.

1722 Semejante bienaventuranza supera la inteligencia y las solas fuerzas humanas. Es fruto del don gratuito de Dios. Por eso la llamamos sobrenatural, así como también llamamos sobrenatural la gracia que dispone al hombre a entrar en el gozo divino.

«“Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Ciertamente, según su grandeza y su inexpresable gloria, “nadie verá a Dios y seguirá viviendo”, porque el Padre es inasequible; pero su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia llegan hasta conceder a los que lo aman el privilegio de ver a Dios [...] “porque lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”» (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 20, 5).

1723 La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor:

«El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instintivo la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y, según la fortuna también, miden la honorabilidad [...] Todo esto se debe a la convicción [...] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza, por tanto, es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro [...] La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración» (Juan Enrique Newman, Discourses addresed to Mixed Congregations, 5 [Saintliness the Standard of Christian Principle]).

1724 El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día, sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios (cf la parábola del sembrador: Mt 13, 3-23).

Resumen

1725 Las bienaventuranzas recogen y perfeccionan las promesas de Dios desde Abraham ordenándolas al Reino de los cielos. Responden al deseo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre.

1726 Las bienaventuranzas nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios.

1727 La bienaventuranza de la vida eterna es un don gratuito de Dios; es sobrenatural como también lo es la gracia que conduce a ella.

1728 Las bienaventuranzas nos colocan ante opciones decisivas con respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios sobre todas las cosas.

1729 La bienaventuranza del cielo determina los criterios de discernimiento en el uso de los bienes terrenos en conformidad a la Ley de Dios.


CATECISMO DE LA IGLESIA

«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo,

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2011

«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo,
con él también habéis resucitado» (cf. Col 2, 12)



Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).

1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.

Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.

2. Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor —la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico—, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él.

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo Initiationis Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha «contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.

El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, como hijos en el Hijo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5). Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.

La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.

El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».

Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.

El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos.

3. Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4, 7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y traerle la salvación: amor en su forma más radical (cf. Enc. Deus caritas est, 12). Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo. El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa —y no sólo de lo superfluo— aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo», para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo (cf. Mc 12, 31).

En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida. ¿Cómo comprender la bondad paterna de Dios si el corazón está lleno de uno mismo y de los propios proyectos, con los cuales nos hacemos ilusiones de que podemos asegurar el futuro? La tentación es pensar, como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años... Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma”» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia.

En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.

En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico. Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.

Vaticano, 4 de noviembre de 2010

BENEDICTUS PP. XVI

viernes, 4 de marzo de 2011

LAS 7 GRACIAS

Por la señal de la Santa Cruz,+
De nuestros enemigos,+

Líbranos, Señor +



Primer Dolor- La aflicción que causó a su tierno corazón, la profecía del anciano Simeón.- Cuando le dijo: "una espada traspasará tu alma". (Avemaría)

Segundo Dolor- La angustis que padeció su sensibilísimo corazón, en la huida y permanencia en Egipto.- Porque Herodes quería matar al Niño. (Avemaría)

Tercer Dolor- Las congojas que experimentó su solícito corazón, en la pérdida de su Hijo Jesús. (Avemaría)

Cuarto Dolor- La consternación que sintió su maternal corazón, al encontrar a su Hijo Jesús llevando la cruz a cuestas. (Avemaría)

Quinto Dolor- El martirio de su generoso corazón, asistiendo a su Hijo Jesús en la agonía. (Avemaría)

Sexto Dolor- La herida que sufrió su piadoso Corazón, en la lanzada que abrió el costado de su Hijo Jesús. (Avemaría)

Séptimo Dolor- El desconsuelo y desamparo que padeció su amantísimo corazón, en la sepultura de su Hijo Jesús. (Avemaría)

Ruega por nosotros, Virgen dolorosísima, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Siete gracias, que la Santísima Virgen concede a las almas que le honran diariamente, meditando sus dolores, con el rezo de siete Avemarías. (Santa Brígida)

1. Pondré paz en sus familias.

2. Serán iluminadas en los Divinos Misterios.

3. Las consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.

4. Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.

5. Las defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de la vida.

6. Las asistiré visiblemente: en el momento de su muerte, verán el rostro de su Madre.

7. He conseguido de mi Divino Hijo: que, cuantos propaguen esta devoción, sean trasladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna- directamente, pues serán borrados todos sus pecados-, y mi Hijo y Yo seremos su eterna consolación y alegría.

El Papa Benedicto XVI recibió esta mañana al Presidente de Chile


El Papa Benedicto XVI recibió esta mañana al Presidente de Chile, Sebastián Piñera, con quien trató, entre otros temas, el de la defensa de la vida humana y la familia.

El presidente chileno llegó al Vaticano poco antes de las 11.00 a.m. (hora local) y fue recibido por el prefecto de la Casa Pontificia, James Harvey. El Papa lo recibió en la sala del Tronetto, anexa a la biblioteca privada papal, con un "bienvenido" en español. Piñera le contestó: "muchas gracias, santidad. Para mí es un honor que me reciba".

Ya en la Biblioteca, se sentaron uno frente al otro. Benedicto XVI le preguntó si era la primera vez que venía a Roma y Piñera le dijo que era la segunda vez que se encontraba con un Pontífice.

El mandatario le explicó al Santo Padre que el 2010 fue un año difícil para Chile, debido al terremoto y al caso de los mineros atrapados en el desierto de Atacama, pero que en conjunto todo va bien. Después se cerraron las puertas de la Biblioteca y Benedicto XVI y Piñera conversaron a solas durante 25 minutos.

Según señala el comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, "en el curso de los coloquios, desarrollados en un clima de cordialidad se han debatido temas de interés común, como la salvaguardia de la vida humana y de la familia, la ayuda al desarrollo integral, la lucha contra la pobreza, el respeto de los derechos humanos, la justicia y la paz social".

En un artículo publicado ayer en L’Osservatore Romano, Piñera destacó la necesidad de salvaguardar el "derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural", el principal de los derechos humanos, para lograr el desarrollo humano integral que tenga en cuenta la dimensión material y espiritual de toda persona.

En los diálogos de hoy, indica luego el comunicado de la Oficina de Prensa, "se ha reafirmado el papel y la contribución positiva de las instituciones católicas en la sociedad chilena, especialmente en la promoción humana y en la formación".

Entre los temas de diálogo también estuvo la situación de América Latina, "constatando la convergencia entre la Santa Sede y el Gobierno chileno sobre los valores fundamentales de la convivencia humana".

El mandatario chileno obsequió al Papa un incensario de plata, réplica del existente en la Catedral de Santiago de Chile. Por su parte el Santo Padre le regaló la medalla de oro de su pontificado.

Tras el encuentro privado se unieron la esposa del Presidente, Cecilia Morel, y los ministros de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno; Economía, Juan Andrés Fontaine; y Bienes Nacionales, Catalina Parot. También formó parte de la comitiva el presidente de la Corte Suprema y parlamentarios; en un total, 17 personas.

Los senadores asistentes regalaron al Papa un libro, una Constitución chilena y una Biblia en lengua mapuche.

Luego del encuentro con el Papa, el Presidente Piñera se reunió con el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, y saludó al Decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Angelo Sodano, que fue Nuncio Apostólico en Chile.

Piñera ofrece un almuerzo al que asiste el Cardenal Bertone y visitará la basílica de San Pedro del Vaticano y las Grutas Vaticanas, donde se encuentra la tumba de Juan Pablo II que será beatificado el próximo 1 de mayo.

miércoles, 2 de marzo de 2011

FUNERALES DE DALILA

A Toda la RCC:


Les confirmamos que los funerales de Dalila Becker, se efectuarán mañana Jueves 3 de Marzo de 2011, después de la Misa a celebrarse por su Eterno Descanso, de las 11:30 de la mañana.

La Misa de las 11:30 AM, se efectuará en la Parroquia San José, Lincoyán con Maipú. En el mismo lugar donde se está efectuando el Velatorio.

Después de la Misa de las 11:30 AM, se irá al Cementerio Parque Concepción, que tiene su entrada o ingreso por Avda. Costanera. Este cementerio es relativamente nuevo, se ubica detrás del Cementerio General de Concepción. Para los que no se ubican, es mejor que acompañen al cortejo que saldrá desde la Parroquia San José.

Se les pide a cada comunidad carismática, llevar Carteles de despedida de Dalila.

También se les pide que cada uno lleve una Flor Blanca.

Favor avisar a los hermanos y hermanas de la RCC que no tienen internet.

Que Dios les Bendiga,

Atte.,


La Comunidad "Jericó".

HA FALLECIDO DALILA BECKER




Hermanos y hermanas en la Fe en Cristo Jesús,
Hermanos(as) de la RCC,

En la Paz de Jesucristo Nuestro Señor, les informamos el sensible fallecimiento, de nuestra Hermana Servidora: Dalila Becker.

Después de una larga batalla contra el cáncer, en horas de la tarde de ayer martes 1 de marzo, ha dejado de vivir en el reino terrenal, nuestra querida Hermana Mayor.

Su velatorio a partir de hoy miércoles 2 de marzo, se realizará en la Parroquia San José.

Sus funerales se efectuarán el Jueves 3 de marzo, el horario se confirmará.

Dalila fue una Gran Servidora del Reino de los Cielos, y ahora después de este breve peregrinaje por la tierra, ha regresado al Padre Dios.

Dios Trino de Amor, te rogamos en tu Infinita Misericordia, que cubras con tu Espiritu Santo Consolador a la familia de Dalila, especialmente a su mamá, sella y cubre en un manto de paz y consuelo a la familia de Dalila, y para ella otórgale la gracia de integrar el Ministerio de los Coros Celestiales, juntos a tus Santos, y Arcángeles, para que te pueda seguir Adorando y Alabando Eternamente.

Dalila: Te Queremos.