martes, 30 de octubre de 2012

"¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?

Lucas 13,18-21.


Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo?
Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".
Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".

lunes, 29 de octubre de 2012

LA RENOVACION CARISMATICA

LA RENOVACION CARISMATICA - GENERAL

Una pregunta que nos llega con frecuencia concierne a la validez de la Renovación Carismática y el fenómeno asociado con ella. Para su información, quiero empezar diciendo que nunca he sido, ni soy, miembro de este movimiento.

La Iglesia nunca ha carecido de carismas para su desarrollo, ambos ordinarios y extraordinarios. No obstante, es la experiencia generalizada de la presencia del Espíritu Santo entre los católicos, así como la manifestación de carismas extraordinarios como el de profecía, hablar en lenguas y las sanaciones, aparte de otros de evidente santidad, los que han caracterizado a la Renovación Carismática. Esto necesita de una explicación, para entender lo que significa, cuando la Iglesia dice que la Renovación Carismática es un auténtico movimiento del Espíritu en nuestra época.

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Reconocimiento Eclesiástico

La Renovación Carismática ha sido reconocida como un movimiento dentro de la Iglesia Católica por dos Papas, Pablo VI y Juan Pablo II. Hablando a la Conferencia Internacional del Movimiento Carismático Católico en Mayo 19 del 1975, el Papa Pablo VI motivó a los asistentes en sus esfuerzos de renovación y especialmente en
mantenerse anclados a la Iglesia.

Este auténtico deseo de situarse ustedes en la Iglesia es un signo claro de la acción del Espíritu Santo. Cómo no va a ser una oportunidad, esta "renovación del Espíritu", para la Iglesia y el mundo. Y cómo, en este caso, uno no debería hacer todo lo posible por procurar que permanezca así...............................................

El Papa Juan Pablo II por su cuenta, ha sido más explícito. Hablando a un grupo de líderes internacionales de la Renovación en Diciembre 11 de 1979 dijo;

Yo estoy convencido de que este movimiento es un componente muy importante en la total renovación de la Iglesia.

Haciendo notar que desde los 11 años ha dicho una oración diaria al Espíritu Santo, agregó: Esta fue mi propia iniciación espiritual, así que puedo entender todos esos carismas. Ellos son todos parte de las riquezas del Señor. Yo estoy convencido de que este movimiento es una señal de sus acciones.

Por su parte el Cardenal Joseph Ratzinger, Perfecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, ha agregado su voz a la del Papa, reconociendo lo bueno que ha sucedido en la Renovación Carismática y recomendando algunas precauciones. En su comentario a un libro del Cardenal Suenens, que en ese tiempo era el delegado
del Papa a la Renovación Carismática, el Perfecto comenta en el período Post-Conciliar; En el corazón de un mundo imbuido con un racionalismo escéptico, una nueva experiencia del Espíritu Santo toma de pronto impulso hacia delante. Y desde entonces esa experiencia ha sido el aliento de un movimiento de Renovación mundial. Lo que el Nuevo Testamento nos dice sobre los carismas -los cuales eran vistos como signos visibles de la venida el Espíritu Santo- no es solamente historia antigua, terminada y concluída, sino que se convierte de nuevo en algo de actualidad.

Hablando del tema del libro, Renovación y los Poderes de la Oscuridad, él dice ; ¿Cuál es la relación entre la experiencia personal y la fe común de la Iglesia? Ambos factores son importantes ; una fe dogmática sin el respaldo de una experiencia personal se mantiene vacía; sola la experiencia personal sin relación con la fe de la Iglesia, se mantiene ciega.

Finalmente, el pide a aquellos que lean el libro, que presten especial atención a la doble petición de su autor; para aquellos responsables del Ministerio Eclesiástico, desde los sacerdotes de parroquias hasta los obispos, les pide que no dejen pasar la Renovación sin darle la plena bienvenida, y por la otra parte, a los miembros de la Renovación, que quieran y mantengan su relación con toda la Iglesia y con los carismas de sus pastores. (Renovación y los Poderes de la Oscuridad, Leo Cardinal Suenens) Ann Arbor: Servant Books, 1983 .

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Gracias Carismáticas

El Segundo Concilio Vaticano afirma la legitimidad de los carismas, ambos ordinarios y extraordinarios. Un carisma es simplemente "una gracia dada libremente por Dios para edificar su Iglesia" en oposición a las gracias dadas para santificar al individuo.
San Pablo da una lista de los dones en 1 Co 12. Incluye carismas ordinarios como enseñanzas y administración, así como extraordinarios como sanación, milagros y hablar en lenguas. Estas cosas por sí mismas no hacen más santa a la persona, sino que le permiten servir a otros. Finalmente la autenticidad de los carismas debe ser discernido, puesto que los carismas no vienen necesariamente del espíritu de Dios ( 1 Juan 4 ). El Concilio enseñó; Aunque estos carismas sean muy notables o más simples y comunes, deben ser recibidos en acción de gracias y de humildad puesto que son propios y convenientes para las necesidades de la Iglesia.

Los dones extraordinarios no deben ser solicitados de forma precipitada, ni es de ellos, que los frutos de la labor apostólica deben ser presumiblemente esperados. Los encargados de la Iglesia deben juzgar la autenticidad y el uso propio de estos dones,
por medio de sus oficios, pero no debe extinguir el Espíritu sino probar los hechos y mantenerse con lo que es bueno. ( 1 Tes5:12, 19-21 ) ( Lumen Gentium 12 ).

La Iglesia quiere claramente seguir un curso balanceado entre un racionalismo escéptico y una ciega creencia en las supuestas obras del Espíritu Santo. En el pasado la Iglesia ha condenado lo que llamaba Pentecostalismo, entendido como la total dependencia, hasta la teológica, de la presencia y de la manifestación de los
carismas. Este tipo de dependencia es ciega, porque falla al no permitir ser guiada por el pleno contenido de la fé y del juicio de la autoridad de las enseñanzas de la Iglesia. Es total cuando dichos "dones" desplazan los significados de las gracias en la vida del Cristiano, como los Sacramentos. Por otra parte, la Iglesia no puede condenar los carismas, puesto que son parte del patrimonio de nuestra fé apostólica. Lo que hemos visto en nuestro tiempo es la aparición en la Renovación Carismática, de un aparente derramamiento de los carismas extraordinarios. Esto no significa que
uno tiene que ser carismático, que los carismáticos son mejores católicos, ni que todos los supuestos carismas son auténticos. Pero, como ha hecho notar el Concilio, la Iglesia debe respetar las obras de Dios, discerniendo los auténticos de los que no lo son. Un carisma verdadero no lo alejaría a uno lejos de la Iglesia. Si un Católico se va, buscando un impulso emocional que no encuentra más en la Iglesia, está siguiendo los dones del Dador y no al Dador de los dones. La participación en la vida de la Iglesia debe guiar a todo Católico (carismático, tradicional u ordinario) a una relación más profunda con la Eucaristía, la Santa Madre y con el Papa. Si no
lo logra, algo espiritualmente está mal, o bien con el individuo en particular o con la orientación que está recibiendo en el grupo. Como el carisma no le da a la persona ninguna infalibilidad ni santidad especial, dada la característica especial de dichos dones, es especialmente necesario, para los individuos que los tienen,
guardar la pureza de su fe y ser menos orgullosos, porque la búsqueda de sí mismos y el emocionalismo los puede llevar a extraviarse a ellos, así como a otros. La realidad es que algunos han dejado la Iglesia para irse al Pentecostalismo, o han querido crearlo dentro de ella, y esto apunta a peligro. En contraste, la presencia en la Iglesia de una institución dinámica y llena de fe como la Universidad Franciscana de
Steubenville es evidencia del mucho bien que se puede hacer, por aquellos con dones carismáticos auténticos, ejercitados en unión con la Iglesia.

Todos estos carismas auténticos por ello están al servicio del Cuerpo de Cristo, la Iglesia (1 Co 12,14). Como dones del Espíritu Santo, son gracias sobrenaturales mas allá del esfuerzo humano y de la naturaleza humana (Ej. las obras de milagro), algunos pueden fundamentarse en los talentos naturales del receptor (Ej. la enseñanza). San Pablo contrasta estos carismas con los "dones más grandes" que son Fe, Esperanza y Caridad (1 Co 13) los cuales dice que tienen valor permanente. Estas virtudes teologales unen la mente de la persona con la voluntad de Dios. En consecuencia la
Iglesia enseña que la Fe, la Esperanza y la Caridad son necesarios para la salvación, pero los carismas no lo son. La experiencia de San Pablo en Corintos demuestra que desde muy temprano en la Iglesia, estos carismas son susceptibles a la exageración.
En otro contexto, el hasta advierte a los Corintios que el demonio puede aparecer como un ángel de luz (1 Co 11:14). Similarmente San Pedro y San Juan (1P 5:8-9; 1 Jn 4:1)
nos advierten de este peligro.

Santo Tomás Aquino en la Suma Teológica (ST II-II q177) nos dice que el Espíritu Santo no realiza los carismas directamente sino por la mediación de los ángeles. Como ellos están bajo el poder de la naturaleza angélica, también son capaces de la imitación demoníaca. Es difícil explicar los "poderes carismáticos de oratoria" de un Hitler, por ejemplo, sobre puras bases terrenas. Es por estas razones que la mayoría de escritores espirituales, especialmente el místico y doctor de la Iglesia San Juan de la Cruz, nos advierte de no buscar estos fenómenos extraordinarios. Como dicho antes, Vaticano II hizo esta advertencia como parte de sus enseñanzas sobre
los dones carismáticos.

Así que la Iglesia reconoce por una parte que el Espíritu se mueve donde quiere, y por ello no se quiere oponer a sus obras y por la otra la Iglesia debe discernir la autenticidad de cada carisma, para que no sea una trampa del maligno. Por esta razón,
decir que la Renovación Carismática está aprobada por la Iglesia, no es un ticket en blanco para cualquier supuesto don carismático o todo grupo carismático o individuo dentro de la Iglesia. El discernimiento de la acción del Espíritu Santo es una
necesidad constante dentro de la Iglesia y dentro de la Renovación Carismática.

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Discernimiento de Carismas

El Apóstol Juan nos anima a probar los espíritus (1 Jn 4) y durante los años la Iglesia ha desarrollado el criterio de determinar si los frutos son buenos o malos (Mt 7:15-20). San Juan nos enseña que si alguien niega que Jesucristo ha venido en la carne (1 Jn 4:3) es una prueba de que la persona no tiene el Espíritu de Dios. Podemos llamar a esto la prueba doctrinal de los frutos. El Espíritu de Dios nunca se alejará de la verdad sobre Cristo. Como la Iglesia es una extensión del misterio de la Encarnación, el Espíritu de Dios nunca te alejará de la Iglesia Católica o de sus enseñanzas.

Similarmente el Espíritu de Dios nunca lo alejaría a uno de la práctica de la fe (moral, devocional o sacramental). Cristo nos ha dado los medios para la salvación y el Espíritu nunca nos privaría de ellos. Este se podría llamar el examen práctico de los frutos. "No es el que me dice: Señor ! Señor !, el que entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo (Mt 7:21-23). Dicho de una manera positiva, la actividad del Espíritu Santo (incluídos los no católicos) debe necesariamente tender hacia la verdad Católica y la unidad (doctrina y práctica) no importa cuan remota parezca esta unidad.

Por otra parte, el Espíritu que reconoce que Jesucristo vino en la carne, es de Dios ( 1 Jn 4:2 ). Esta doctrina correcta es un motivo de credibilidad en la autenticidad de un carisma o evento. Una persona puede estar actuando por el espíritu humano fortalecido por la fe y puede no estar manifestando un don extraordinario. Para determinar si un fenómeno dado excede la naturaleza humana, es necesario de un discernimiento más que ortodoxo. Por ejemplo, en el caso de una aparición, cuando un obispo declara un evento de "digno de creer" o "no digno de creer", el obispo lo hace basado en criterios científicos (puede ser explicado ?) y teológico (viene de Dios ?). Así que la ortodoxia es el comienzo necesario del discernimiento pero no el final.

Hay otra dimensión del discernimiento que debe ser considerada. Puesto que los carismas son dados para la edificación de la Iglesia, no hay ninguna conexión necesaria con la santidad personal. Santos, pecadores y hasta no creyentes han manifestado estos dones. Al profeta pagano Balaam le fue dado el Espíritu Divino de la profecía para autenticar a Israel como el Pueblo de Dios (Num 22) Así que el estado moral del receptor (bueno o malo) no indica por sí mismo un verdadero o falso carisma. Estando bajo la coacción del Espíritu de Dios, no obstante el verdadero carismático no podría decir ni hacer nada contrario al Espíritu. Nadie podría decir, por ejemplo, que el Espíritu de Dios lo llevó a emborracharse o ha hacer algo pecaminoso, aunque pueda que en otros momentos haga esas cosas.

Hablando prácticamente, las diversas instancias de los carismas extraordinarios dentro de la Renovación Carismática, nunca serán escrutados oficialmente por la Iglesia. Los sacerdotes y laicos asociados con la Renovación deben ser los más adecuados para discernir cada caso por sí mismos, de acuerdo al criterio teológico de la Iglesia y a la prudencia. Es más fácil descartar un fenómeno como no proveniente de Dios que lo es el poder definir su origen (humano o divino) . La pregunta básica hecha en oración debe ser "¿es este evento particular un ejemplo creíble de la acción del Espíritu de Dios -un Espíritu incapaz de mentir o pecar y que solo puede llevar a la gente (hasta no católicos) a una fe Católica más profunda y a la unidad? Esto puede hacer mucho para protegernos del león durmiente (1 Pe 5:8), aunque no pueda producir el juicio de que algo es ciertamente de Dios -un hecho que solo la Santa Sede puede definir finalmente.

EWTN LA RENOVACION CARISMATICA - GENERAL

viernes, 26 de octubre de 2012

no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.

Lucas 12,54-59.


Dijo también a la multitud: "Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".

TALLER DEL PERDÓN - RIFA - VIAJE A SANTIAGO.

Hermanos(as) de la comunidad Jericó,
Paz y bien:


Ayer el Ministerio de Intercesión, de la comunidad, desarrolló la tercera parte del Taller del Perdón. Momento propicio para obtener sanación interior.

Con motivo que el próximo jueves es feriado, y buena parte de este ministerio y de quienes asisten a este taller, viajan a Santiago ese día, es que la cuarta parte de este taller se realizaría el próximo jueves 8 de Noviembre (Inicio del Mes de María). En todo caso, en la comunidad del lunes 5 de noviembre se les confirmará.

Finalmente el Listado actualizado de los que viajan a Santiago es el siguiente:

1. Aurora Licanqueo Millavill.
2. María Loreto Araya
3. José Luis Inzunza
4. Lorena Sánchez
5. Manuel Aguayo Jr.
6. Elizabeth Labraña
7. Daniella González
8. Ester Provoste Chamorro
9. Leonor Gormaz Lagos
10. Rosario Burgos
11. Luis Reyes Castillos
12. Pilar Reyes
13. Gerardo Lizama
14. Jeannette Bravo
15. Sonia Ruiz Veloso.
16. Paulina Hinojosa.
17. Francisco Cerda.
19. Hugo Eduardo Sanhueza.

Cualquier duda pueden aclararla enviandonos sus consultas a este correo, o llamando al hermano Gerardo Lizama.

Las entradas al Encuentro Ampliado de la RCC, el acceso al teatro Caupolicán, ya están canceladas por el hermano Gerardo. Es necesario, entonces reembolsarle a él estos dineros.

Con ese propósito también, se hace indispensable que lleven el próximo lunes 29 de Octubre, las rifas vendidas, junto a los dineros, y los premios, quiénes ofrecieron premios. Ese lunes se hará el sorteo.

Si hubiera alguna otra persona interesada en viajar a Santiago, es el momento de que tome la decisión final. Se viaja el Jueves 1 de Noviembre, en la noche, a las 23:59 PM. Se regresaría el Sábado 3 de Noviembre, de Santiago, a las 17 PM apróx., para llegar a Concepción a las 23:00 PM.

Estaremos atentos a sus consultas.


La comunidad Jericó.

jueves, 25 de octubre de 2012

"Convertíos y creed el Evangelio" (Mc 1, 15).

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 17 de febrero de 2002



Amadísimos hermanos y hermanas:

1. El miércoles pasado emprendimos el itinerario penitencial de la Cuaresma con el rito de la imposición de la ceniza, rito cargado de simbolismo, radicado en la tradición bíblica y muy apreciado por la devoción popular. La ceniza nos recuerda cuán frágil es la existencia terrena y nos lleva a mirar a Cristo que, con su muerte y su resurrección, la ha rescatado de la esclavitud del pecado y de la muerte. Con estas íntimas disposiciones nos ponemos en camino hacia la Pascua, manteniendo el corazón abierto a la insistente invitación del Señor: "Convertíos y creed el Evangelio" (Mc 1, 15).

2. Hoy, primer domingo de Cuaresma, la liturgia nos vuelve a proponer la impresionante página evangélica de las tentaciones de Jesús: "En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo" (Mt 4, 1). La misión del Redentor inicia precisamente con su victoria sobre la triple insidia del príncipe del mal.

"Vete, Satanás" (Mt 4, 10). La actitud decidida del Mesías constituye para nosotros un ejemplo y una invitación a seguirlo con valiente determinación. El demonio, "Príncipe de este mundo" (Jn 12, 31), continúa aún hoy su acción engañosa. Todo hombre, además de por su propia concupiscencia y por el mal ejemplo de los demás, es tentado por el demonio, y lo es aún más cuando menos lo nota. ¡Cuántas veces cede con ligereza a las falaces lisonjas de la carne y del maligno, y experimenta luego amargas desilusiones! Es preciso permanecer vigilantes, para reaccionar con prontitud a todos los ataques de la tentación.

3. La Iglesia, experta maestra de humanidad y de santidad, nos indica instrumentos antiguos y siempre nuevos para el combate diario contra las sugestiones del mal: son la oración, los sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la palabra de Dios, la vigilancia y el ayuno.
Emprendamos con un compromiso más fuerte el camino penitencial de la Cuaresma, para estar dispuestos a vencer toda seducción de Satanás y llegar a la Pascua con la alegría del espíritu (cf. Oración colecta).

Nos acompañe María, Madre de la divina Misericordia. A ella quisiera encomendarle, de modo especial, los ejercicios espirituales que comenzaré esta tarde en el Vaticano, juntamente con mis colaboradores de la Curia romana. A todos vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, os pido que nos acompañéis con la oración, para que sean días provechosos no sólo para cuantos participan en ellos, sino también para toda la Iglesia.


Yo he venido a traer fuego sobre la tierra.

Lucas 12,49-53.


Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.
De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

miércoles, 24 de octubre de 2012

Beato Juan XXIII quería que se predicase más sobre el infierno

ROMA, 24 Oct. 12 / 12:20 am (ACI/EWTN Noticias).- El Beato Papa Juan XXIII, que convocó al Concilio Vaticano II, quería que los teólogos y sacerdotes hablaran más del infierno a los fieles, según señala el diario del ahora Cardenal Roberto Tucci que en los años previos a ese gran evento eclesial se reunió en varias oportunidades con el Pontífice en su condición de director de la revista La Civiltà Cattolica.

El vaticanista italiano Sandro Magister da cuenta de este relato que ha sido publicado el 22 de octubre en la mencionada revista, presentando un resumen de los diálogos del “Papa bueno” con el entonces Padre Tucci. En “La Civiltá Cattolica”, revista de los jesuitas de Roma, los artículos son previamente aprobados por las autoridades del Vaticano.

En la segunda reunión del sacerdote con Juan XXIII, el 1 de febrero de 1960, dos años antes del inicio del Concilio, el Papa habló de la necesidad de actualizar el lenguaje de la teología y la doctrina católica. El Santo Padre dijo además que “había que hablar del infierno a los fieles, resaltando sin embargo ‘que el Señor será bueno con tantos’”.


También se dio tiempo para hacer un comentario a modo de broma sobre el infierno: “ciertamente, todos podemos ir, pero me digo a mí mismo: Señor, ¿no permitirás que vaya tu vicario, no?".

El 7 de junio de 1960, el Papa Juan XXIII comentaba que se sentía como un "prisionero de lujo" en el Vaticano y se refería a la pompa que lo rodeaba y que le incomodaba.

“No tengo nada contra estas buenas guardias nobles –confió el Pontífice–, pero tantas reverencias, tanta formalidad, tanta pompa, tanta procesión me hacen sufrir, créame. Cuando bajo (a la Basílica de San Pedro) y me veo precedido por tantas guardias, me siento como un detenido, un malhechor; en cambio, desearía ser el 'bonus pastor' para todos, cercano a la gente. (…) El Papa no es un soberano de este mundo. Cuenta como le incomodaba al principio ser llevado en la silla gestatoria a través de las salas, precedido por cardenales a menudo más ancianos y decrépitos que él (añadiendo además que ni siquiera era muy seguro para él, porque en el fondo se está siempre un poco en vilo sobre ella)".

La “Guardia Noble” a la que se refiere Juan XXIII fue suprimida por su sucesor, el Papa Pablo VI, al igual que la silla gestatoria en la que era trasladado el Pontífice. Además, la coronación con una tiara fue suprimida luego por Juan Pablo I, el “Papa de la sonrisa”.

En esa audiencia, el Santo Padre conversó con el Padre Tucci sobre la preparación del Concilio, cuando las comisiones encargadas de redactar los esquemas que debían llevarse al evento, ya estaban nombradas.

"El Papa tiene la intención –escribía el Padre Tucci– de implicar en el esfuerzo de preparación no sólo a la curia romana, sino un poco a toda la Iglesia. Observa que a menudo en el exterior la tienen tomada con la curia romana, como si la Iglesia estuviera toda ella en manos de los 'romanos'; hay tantas bellas energías también en otros lugares, ¿por qué pues no intentar implicarlas?".

El artículo señala que en la audiencia del 30 de diciembre de 1961, el Papa habló “sobre la situación política y la necesidad de que la Iglesia abandonara los viejos esquemas de contraposición ideológica, y trabajara para la reconciliación de los hombres”.

En aquella oportunidad el Santo Padre se lamentó de las críticas que le dirigían en algunos ambientes eclesiásticos por haber respondido al mensaje de felicitación que le había enviado el presidente de la Unión Soviética, Nikita Krusciov.

Sobre esto el Padre Tucci escribe: "el Papa no es un ingenuo, sabía muy bien que el gesto de Krusciov estaba dictado por fines políticos de propaganda; pero no responder habría sido un acto de descortesía injustificada. La respuesta, sin embargo, estaba calibrada. El Santo Padre se deja guiar por el sentido común y el sentido pastoral".

En los últimos meses antes del final de la larga fase preparatoria, Juan XXIII estuvo ocupado leyendo con gran atención los esquemas redactados por las comisiones antes de que fueran enviados a los padres conciliares.

El Papa no estaba muy satisfecho con dichos esquemas y habló de ello con el director de Civiltà Cattolica en la audiencia del 27 de julio de 1962.

Catequesis del Papa sobre la fe y lo que significa creer hoy en día

VATICANO, 24 Oct. 12 / 11:01 am (ACI).- Queridos hermanos y hermanas:

El pasado miércoles, con el comienzo del Año de la Fe, comencé una nueva serie de catequesis sobre la fe. Hoy quisiera reflexionar con ustedes sobre lo elemental: ¿Qué es la fe? ¿Tiene sentido la fe en un mundo donde la ciencia y la tecnología han abierto nuevos horizontes hasta hace poco impensables? ¿Qué significa creer hoy en día?

En efecto, en nuestro tiempo es necesaria una educación renovada en la fe, que abarque el conocimiento de sus verdades y de los acontecimientos de la salvación, pero que, en primer lugar, nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo, de amarlo, de confiar en Él, de modo que abrace toda nuestra vida.

En la actualidad, junto con tantos signos buenos, crece también en nuestro alrededor un desierto espiritual. A veces, se tiene la sensación –ante ciertos acontecimientos de los que recibimos noticias cada día– de que el mundo no se encamina hacia la construcción de una comunidad más fraterna y pacífica, las mismas ideas de progreso y bienestar muestran también sus sombras.

A pesar de la grandeza de los descubrimientos de la ciencia y de los avances de la tecnología, el hombre de hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humano, permanecen todavía muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión, de injusticia.

Además, un cierto tipo de cultura ha educado a moverse sólo en el horizonte de las cosas, en aquello que es posible, a creer sólo en lo que vemos y tocamos con nuestras manos. Pero por otro lado, aumenta también el número de personas que se sienten desorientadas y que tratan de ir más allá de una visión puramente horizontal de la realidad, que están dispuestas a creer en todo y en aquello que es su contrario.

En este contexto, surgen nuevamente algunas preguntas fundamentales, que son mucho más concretas de lo que parecen ser a primera vista: ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Hay futuro para el hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección orientar las decisiones de nuestra libertad para lograr un resultado bueno y feliz ¿Qué nos espera más allá de la muerte?

De estas preguntas que no se pueden apagar, emerge cómo es que el mundo de la planificación, del cálculo exacto y de la experimentación, en una palabra, el conocimiento de la ciencia, si bien son importantes para la vida humana, no es suficiente.

Nosotros necesitamos no sólo el pan material, necesitamos amor, sentido y esperanza, un fundamento seguro, un terreno sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico, incluso en la crisis, en la oscuridad, en las dificultades y problemas cotidianos. La fe nos dona precisamente esto: en una confiada entrega a un "Tú", que es Dios, que me da una certeza diferente, pero no menos sólida que la que proviene del cálculo exacto o de la ciencia.

La fe no es un mero asentimiento intelectual del hombre a las verdades particulares sobre Dios, es un acto con el cual me entrego libremente a un Dios que es Padre y que me ama, es adhesión a un "Tú" que me da esperanza y confianza. Ciertamente, esta unión con Dios no carece de contenido: con ella, sabemos que Dios se ha revelado a nosotros en Cristo, que hizo ver su rostro y se acercó realmente a cada uno de nosotros.

Aún más, Dios ha revelado que su amor al hombre, a cada uno de nosotros no tiene medida: en la Cruz, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre nos muestra, de la forma más luminosa, hasta dónde llega este amor, hasta darse a sí mismo hasta el sacrificio total.

Con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, Dios desciende hasta el fondo de nuestra humanidad, para llevarla nuevamente hacia Él, para elevarla hasta que alcance su altura. La fe es creer en este amor de Dios, que nunca falla ante la maldad de los hombres, ante el mal y la muerte, sino que es capaz de transformar todas las formas de esclavitud, brindando la posibilidad de la salvación.

Tener fe, entonces, es encontrar a ese "Tú," a Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible, que no sólo aspira a la eternidad, sino que la da; es entregarme a Dios con la actitud confiada de un niño, que sabe que todas sus dificultades y todos sus problemas están a salvo en el "tú" de la madre.

Y esta posibilidad de la salvación por medio de la fe es un don que Dios ofrece a todos los hombres. Creo que deberíamos meditar más a menudo –en nuestra vida cotidiana, caracterizada por problemas y situaciones a veces dramáticas– sobre el hecho de que creer cristianamente implica ese entregarme con confianza al sentido profundo que me sostiene –a mí y al mundo– ese sentido que no somos capaces de darnos nosotros mismos, sino que sólo podemos recibir como don, y que es el cimiento sobre el cual podemos vivir sin miedos.

Y debemos ser capaces de proclamar y anunciar esta certeza liberadora y tranquilizadora de la fe, con palabras y nuestras acciones para mostrarla con nuestra vida como cristianos.

A nuestro alrededor, sin embargo, vemos cada día que muchas personas son indiferentes o se niegan a aceptar este anuncio. Al final del Evangelio de Marcos, hoy tenemos palabras duras del Resucitado que nos dice: "El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará". (Marcos 16:16). Se perderá a sí mismo. Los invito a reflexionar sobre esto.

La confianza en la acción del Espíritu Santo, siempre nos debe empujar a predicar el Evangelio, a dar testimonio valiente de la fe; pero, además de la posibilidad de una respuesta positiva al don de la fe, también existe el riesgo de rechazo del Evangelio, de no querer recibir el encuentro vital con Cristo.

San Agustín ya ponía este problema en un comentario sobre la parábola del sembrador: "Nosotros hablamos –decía– tiramos la semilla, esparcimos la semilla. Hay quienes desprecian, hay los que critican, los que se burlan. Si les tememos, no tenemos nada que sembrar y el día de la cosecha perderemos la cosecha. Así pues, venga la semilla de la buena tierra". (Discursos sobre la disciplina cristiana, 13,14: PL 40, 677-678).

El rechazo, por lo tanto, no nos debe desalentar. Como cristianos, somos testigos de este suelo fértil, nuestra fe, incluso dentro de nuestros límites, demuestra que hay buena tierra, donde la semilla de la Palabra de Dios produce frutos abundantes de justicia, paz y amor, de nueva humanidad, de salvación. Y toda la historia de la Iglesia, con todos los problemas, demuestra también que existe la tierra buena, existe la semilla buena que da fruto.

Pero preguntémonos: ¿de dónde saca el hombre aquella apertura de corazón y de la mente para creer en el Dios que se ha hecho visible en Jesucristo, muerto y resucitado, para recibir su salvación, para que Él y su Evangelio sean la guía y la luz de la existencia?

Respuesta: podemos creer en Dios porque Él viene a nosotros y nos toca, porque el Espíritu Santo, don del Señor resucitado, nos hace capaces de acoger el Dios vivo. La fe es, pues, ante todo un don sobrenatural, un don de Dios.

El Concilio Vaticano II afirma, cito: "para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que proviene y ayuda, y son necesarios los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da "a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad" (Constitución dogmática. Dei Verbum, 5).

La base de nuestro camino de fe es el bautismo, el sacramento que nos da el Espíritu Santo, que nos hace hijos de Dios en Cristo, y marca la entrada en la comunidad de fe, en la Iglesia: no se cree, sin prevenir la gracia del Espíritu; y no creemos solos, sino junto con los hermanos. A partir del Bautismo cada creyente está llamado a revivir y hacer su propia confesión de fe, junto con sus hermanos.

La fe es un don de Dios, pero también es un acto profundamente humano y libre. El Catecismo de la Iglesia Católica lo dice claramente: "Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre". (n. 154).

Es más, las implica y los exalta, en una apuesta de vida que es como un éxodo, es decir: un salir de sí mismos, de los propias seguridades, de los propios esquemas mentales, para confiarse a la acción de Dios que nos muestra su camino para con seguir la verdadera libertad, nuestra identidad humana, la verdadera alegría de corazón, la paz con todos.

Creer es confiarse libremente y con alegría al plan providencial de Dios en la historia, como lo hizo el patriarca Abraham, como lo hizo María de Nazaret. La fe es, pues, un consentimiento con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su "sí" a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este "sí" transforma la vida, le abre el camino hacia una plenitud de sentido, que la hace nueva, rica de alegría y esperanza fiable.

Queridos amigos, nuestro tiempo requiere cristianos que han sido aferrados por Cristo, que crezcan en la fe a través de la familiaridad con las Sagradas Escrituras y los Sacramentos. Personas que sean casi como un libro abierto que narra la experiencia de la vida nueva en el Espíritu, la presencia del Dios que nos sostiene en el camino y nos abre a la vida que no tendrá fin. Gracias.

Catequesis del Papa sobre la fe y lo que significa creer hoy en día

Taller del perdón - Tercera Parte

Hermanos(as),
Comunidad Jericó:
Paz y Bien:

Mañana Jueves, continuando con el desarrollo del Taller del Perdón, veremos el tema del "Muro de las disculpas".

La lectura de mañana, nos recordará el pecado original, que persigue a la humanidad, hasta el día de recibir el Sacramento del Bautismo:


La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?». La mujer le respondió: «Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: «No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte». La serpiente dijo a la mujer: «No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal». Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera. Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín. Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?».



Les esperamos mañana, a las 19:50 PM, en el segundo piso de las salas Copeva.

Desde ayer hemos orado el lugar, y por las personas que asistirán. Esperamos que ustedes también se den un tiempito para orar, para disponer sus corazones para recibir la Gracia del Perdón. Pidan Espiritu Santo, para que nos muestre a todos, cuales son las Disculpas que habitualmente utilizamos, para evitar pedir perdón.


Recuerden que lo más importante, es desarrollar las lecturas y las oraciones en comunidad, sólo así puede manisfestarse una mayor unción del Espíritu Santo. Eso hace la diferencia.


Dispongan sus corazones entonces, a la oración, lo importante es que vayamos derribando el Muro de las Disculpas, y de todo aquello que nos impide pedir perdón, y derribar toda soberbia que nos impida perdonar. Para sanar, deben sacar de sus corazones toda maldad, todo odio o resentimiento, hay que sacar todas las situaciones dolorosas, que preferimos olvidar y dar la espalda, dejándolo enterrado en el pasado, pero que ahi están sin sanar aún hoy día. Además, con un corazón puro, y completamente sano, podremos alcanzar la salud física. Oren hermanos(as), para que nada les impida asistir, que nada les impida hacer un verdadero examen de conciencia personal.


Les esperamos.


Dios les Bendiga, les bendiga tanto, que algún día no muy lejano, puedan andar por la vida sin heridas en su corazón, puedan andar por la vida, libremente, sin causar heridas en los corazones de los demás.


Paz y bien,


La Comunidad Jericó.

martes, 23 de octubre de 2012

'Mi señor tardará en llegar'

Lucas 12,39-48.


Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,
su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.

Baje a nosotros la bondad del Señor

AUDIENCIA GENERAL DE JUAN PABLO II

Miércoles 26 de marzo de 2003



Baje a nosotros la bondad del Señor

1. Los versículos que acaban de resonar en nuestros oídos y en nuestro corazón constituyen una meditación sapiencial, que, sin embargo, tiene también el tono de una súplica. En efecto, el orante del salmo 89 pone en el centro de su oración uno de los temas más estudiados por la filosofía, más cantados por la poesía, más sentidos por la experiencia de la humanidad de todos los tiempos y de todas las regiones de nuestro planeta: la caducidad humana y el fluir del tiempo.

Pensemos en ciertas páginas inolvidables del libro de Job, en las que se pondera nuestra fragilidad. En efecto, somos como "los que habitan casas de arcilla, fundadas en el polvo. Se les aplasta como a una polilla. De la noche a la mañana quedan pulverizados. Para siempre perecen sin advertirlo nadie" (Jb 4, 19-20). Nuestra vida en la tierra es "como una sombra" (Jb 8, 9). Job confiesa también: "Mis días han sido más veloces que un correo, se han ido sin ver la dicha. Se han deslizado lo mismo que canoas de junco, como águila que cae sobre la presa" (Jb 9, 25-26).

2. Al inicio de su canto, que se asemeja a una elegía (cf. Sal 89, 2-6), el salmista opone con insistencia la eternidad de Dios al tiempo efímero del hombre. He aquí la declaración más explícita: "Mil años en tu presencia son un ayer que pasó, una vela nocturna" (v. 4).

Como consecuencia del pecado original, el hombre, por orden de Dios, cae en el polvo del que había sido sacado, como ya se afirma en el relato del Génesis: "Eres polvo y al polvo volverás" (Gn 3, 19; cf. 2, 7). El Creador, que plasma en toda su belleza y complejidad a la criatura humana, es también quien "reduce el hombre a polvo" (cf. Sal 89, 3). Y "polvo", en el lenguaje bíblico, es expresión simbólica también de la muerte, de los infiernos, del silencio del sepulcro.

3. En esta súplica es fuerte el sentido del límite humano. Nuestra existencia tiene la fragilidad de la hierba que brota al alba; inmediatamente oye el silbido de la hoz, que la reduce a un montón de heno. Muy pronto la lozanía de la vida deja paso a la aridez de la muerte (cf. Sal 89, 5-6; Is 40, 6-7; Jb 14, 1-2; Sal 102, 14-16).

Como acontece a menudo en el Antiguo Testamento, el salmista asocia el pecado a esa radical debilidad: en nosotros hay finitud, pero también culpabilidad. Por eso, sobre nuestra existencia parece que se ciernen también la ira y el juicio del Señor: "¡Cómo nos ha consumido tu cólera, y nos ha trastornado tu indignación! Pusiste nuestras culpas ante ti (...) y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera" (Sal 89, 7-9).

4. Al alba del nuevo día, la liturgia de Laudes, con este salmo, disipa nuestras ilusiones y nuestro orgullo. La vida humana es limitada: "los años de nuestra vida son setenta, ochenta para los más robustos", afirma el orante. Además, el paso de las horas, de los días y de los meses está marcado por "la fatiga y el dolor" (cf. v. 10) e incluso los años son como "un suspiro" (cf. v. 9).

He aquí, por tanto, la gran lección: el Señor nos enseña a "contar nuestros días" para que, aceptándolos con sano realismo, "adquiramos un corazón sensato" (v. 12). Pero el orante pide a Dios algo más: que su gracia sostenga y alegre nuestros días, tan frágiles y marcados por la prueba; que nos haga gustar el sabor de la esperanza, aunque la ola del tiempo parezca arrastrarnos. Sólo la gracia del Señor puede dar consistencia y perennidad a nuestras acciones diarias: "Baje a nosotros la bondad del Señor, nuestro Dios; haz prosperar la obra de nuestras manos, ¡prospere la obra de nuestras manos!" (v. 17).

Con la oración pedimos a Dios que un rayo de la eternidad penetre en nuestra breve vida y en nuestro obrar. Con la presencia de la gracia divina en nosotros, una luz brillará en el fluir de los días, la miseria se transformará en gloria y lo que parece sin sentido cobrará significado.

5. Concluyamos nuestra reflexión sobre el salmo 89 cediendo la palabra a la antigua tradición cristiana, que comenta el Salterio teniendo como telón de fondo la figura gloriosa de Cristo. Así, para el escritor cristiano Orígenes, en su Tratado sobre los Salmos, que nos ha llegado en la traducción latina de san Jerónimo, la resurrección de Cristo es la que nos da la posibilidad, vislumbrada por el salmista, de que "toda nuestra vida sea alegría y júbilo" (cf. v. 14). Y esto porque la Pascua de Cristo es la fuente de nuestra vida más allá de la muerte: "Después de alegrarnos por la resurrección de nuestro Señor, mediante la cual creemos que ya hemos sido redimidos y que también nosotros resucitaremos un día, ahora, pasando con gozo los días que nos queden de vida, nos alegramos de esta confianza, y con himnos y cánticos espirituales alabamos a Dios por Jesucristo nuestro Señor" (Orígenes-Jerónimo, 74 omelie sul libro dei Salmi, Milán 1993, p. 652).


Baje a nosotros la bondad del Señor

lunes, 22 de octubre de 2012

Cuídense de toda avaricia




Lucas 12,13-21.


Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".

Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".
Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".
Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'.

Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.
Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'.

Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".

jueves, 18 de octubre de 2012

Salir de las “catacumbas del miedo” para anunciar a Cristo

ROMA, 18 Oct. 12 / 04:28 am (ACI/EWTN Noticias).- El Obispo de Oyo (Nigeria), Mons. Emmanuel Badejo Adetoyese, alentó a los cristianos a salir de las “catacumbas del miedo” para compartir la experiencia de la fe en Jesús a los demás.

En su intervención en el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización que se realiza en Roma hasta el 27 de octubre, el Prelado africano señaló que “en el mundo de hoy muchos tal vez no acuden a la Iglesia, pero la Iglesia necesita salir a su encuentro allí donde se encuentran, sobre todo en los lugares donde las iglesias se están vaciando”.

“¿Será tal vez que el Espíritu Santo nos está diciendo en voz alta que salgamos de las ‘catacumbas del miedo y de la conciencia de nosotros mismos’ para compartir a Jesús con los demás?”, cuestionó.

Según informa el diario vaticano L’Osservatore Romano, el Obispo dijo luego que “los ‘espacios originales de los medios’, es decir, campos de juego, caminos, ciudades, mercados, discotecas, centros comerciales, bares y los barrios marginales anhelan ser ‘Iglesia’ en cierta medida. Los sacerdotes y obispos tal vez no sean recibidos con los brazos abiertos en esos ámbitos”.

Sin embargo, prosiguió, “una sola palabra o un solo gesto de nuestra parte podría ser suficiente para revelar el rostro de Jesús, como un primer encuentro para alguno para que desde allí comience la fe. Es aquí, en mi opinión, que la llamada a la nueva evangelización con celo, medios y métodos renovados adquiere su verdadero significado”.

El Obispo africano se refirió luego a la importancia del papel y la responsabilidad “de los profesionales de los medios de comunicación y los operadores católicos en la nueva evangelización, así como la necesidad de prestar especial atención a su desarrollo espiritual”.

Sobre los jóvenes, el Prelado afirmó que millones de ellos en “todo el mundo comparten las mismas historias, experiencias y desafíos, independientemente del lugar, gracias a los nuevos medios sociales y personales digitales”.

“La Iglesia deben buscar con humidad su confianza –concluyó– sabiendo que los jóvenes prefieren una relación de mutua comunicación recíproca (…) Cuando se sientan en armonía con la Iglesia podrán adquirir la forma y el lenguaje apropiado para llevar su fe y los valores cristianos a los nuevos contextos sociales”.

(ACI/EWTN Noticias).-

“no pueden ser considerados católicos”

ASUNCIÓN, 17 Oct. 12 / 06:29 pm (ACI/EWTN Noticias).-

El Vicario Pastoral de la Diócesis de Ciudad del Este (Paraguay), Mons. Oscar Benítez, informó a la feligresía que los grupos Comunidad Maranatha, Comunidad Siervos de Cristo y Comunidad Servidores de Cristo, “no pueden ser considerados católicos” ni trabajar en la Iglesia porque no quieren obedecer al Obispo, Mons. Rogelio Livieres, ni a los párrocos.

“Los coordinadores Celso Rivas (Siervos de Cristo), Leonardo Florenciañe (Servidores de Cristo) y Raúl González no pueden predicar la Palabra de Dios en nombre de la Iglesia Católica. Y las doctrinas que imparten no son reconocidas por la Iglesia Católica”, expresó el Vicario en una Carta circular.

Por tanto, aconsejó a los fieles no participar de las actividades de estos grupos. Indicó que si deciden hacerlo en ejercicio de su libertad y elección propia, lo hacen bajo su exclusiva responsabilidad, sin ninguna garantía ni responsabilidad por parte de la Iglesia. Además consignó una nómina de 40 grupos que responden a aquellas cuestionadas comunidades.


“El obispo de la diócesis viene invitando a todos los movimientos de laicos que quieran asociarse para trabajar pastoralmente, y los ha promovido, guiado y provisto con cursos especiales para que sus líderes y servidores puedan formarse adecuadamente en la doctrina de la fe y la disciplina de la Iglesia. Pero algunos de estos grupos, aunque quieren aparecer como aprobados por el Obispo, no quieren sin embargo obedecer sus mandatos ni seguir las enseñanzas de la Iglesia”, señaló.

Mons. Benítez recordó que su función es “velar para que los trabajadores y agentes pastorales realicen sus tareas evangélicas como la Santa Iglesia lo manda. Es por esta razón que escribo ahora con pesar de corazón esta carta circular, abierta a todos los fieles. Debo informar a todos qué grupos están en desobediencia a la Iglesia, a pesar de todos los esfuerzos que hemos puesto en los años recientes para promoverlos, guiarlos y corregirlos con caridad y perseverancia”.

(ACI/EWTN Noticias).-

TALLER DEL PERDÓN _ 2ª PARTE


Hermanos y hermanas de la Comunidad Jericó,
Paz y Bien:


Hoy Jueves 18, a las 19:50 pm, continuaremos con el Taller del Perdón.

En esta segunda parte, desarrollaremos el Tema No Menor de la SOBERBIA.

La Soberbia, a veces está tan enraizada en nuestro corazón humano, que poco a poco, con el paso del tiempo, va transformando nuestro corazón humlde y sencillo, en un corazón de piedra, un corazón frío y soberbio.

Les esperamos,

La Comunidad Jericó.

miércoles, 17 de octubre de 2012

"El Señor sana los corazones destrozados"

AUDIENCIA GENERAL DE JUAN PABLO II
Miércoles 23 de julio de 2003



Salmo 146, versículos 1-11
"Poder y bondad del Señor"


1. El salmo que se acaba de cantar es la primera parte de una composición que comprende también el salmo siguiente -el 147- y que en el original hebreo ha conservado su unidad. En la antigua traducción griega y en la latina el canto fue dividido en dos salmos distintos.

El salmo comienza con una invitación a alabar a Dios; luego enumera una larga lista de motivos para la alabanza, todos ellos expresados en presente. Se trata de actividades de Dios consideradas como características y siempre actuales; sin embargo, son de muy diversos tipos: algunas atañen a las intervenciones de Dios en la existencia humana (cf. Sal 146, 3. 6. 11) y en particular en favor de Jerusalén y de Israel (cf. v. 2); otras se refieren a toda la creación (cf. v. 4) y más especialmente a la tierra, con su vegetación, y a los animales (cf. vv. 8-9).

Cuando explica, al final, en quiénes se complace el Señor, el salmo nos invita a una actitud doble: de temor religioso y de confianza (cf. v. 11). No estamos abandonados a nosotros mismos o a las energías cósmicas, sino que nos encontramos siempre en las manos del Señor para su proyecto de salvación.

2. Después de la festiva invitación a la alabanza (cf. v. 1), el salmo se desarrolla en dos movimientos poéticos y espirituales. En el primero (cf. vv. 2-6) se introduce ante todo la acción histórica de Dios, con la imagen de un constructor que está reconstruyendo Jerusalén, la cual ha recuperado la vida tras el destierro de Babilonia (cf. v. 2). Pero este gran artífice, que es el Señor, se muestra también como un padre que desea sanar las heridas interiores y físicas presentes en su pueblo humillado y oprimido (cf. v. 3).

Demos la palabra a san Agustín, el cual, en la Exposición sobre el salmo 146, que pronunció en Cartago en el año 412, comentando la frase: "El Señor sana los corazones destrozados", explicaba: "El que no destroza el corazón no es sanado... ¿Quiénes son los que destrozan el corazón? Los humildes. ¿Y los que no lo destrozan? Los soberbios. En cualquier caso, el corazón destrozado es sanado, y el corazón hinchado de orgullo es humillado. Más aún, probablemente, si es humillado es precisamente para que, una vez destrozado, pueda ser enderezado y así pueda ser curado. (...) "Él sana los corazones destrozados, venda sus heridas". (...) En otras palabras, sana a los humildes de corazón, a los que confiesan sus culpas, a los que hacen penitencia, a los que se juzgan con severidad para poder experimentar su misericordia. Es a esos a quienes sana. Con todo, la salud perfecta sólo se logrará al final del actual estado mortal, cuando nuestro ser corruptible se haya revestido de incorruptibilidad y nuestro ser mortal se haya revestido de inmortalidad" (5-8: Esposizioni sui Salmi, IV, Roma 1977, pp. 772-779).

3. Ahora bien, la obra de Dios no se manifiesta solamente sanando a su pueblo de sus sufrimientos. Él, que rodea de ternura y solicitud a los pobres, se presenta como juez severo con respecto a los malvados (cf. v. 6). El Señor de la historia no es indiferente ante el atropello de los prepotentes, que se creen los únicos árbitros de las vicisitudes humanas: Dios humilla hasta el polvo a los que desafían al cielo con su soberbia (cf. 1 S 2, 7-8; Lc 1, 51-53).

Con todo, la acción de Dios no se agota en su señorío sobre la historia; él es igualmente el rey de la creación; el universo entero responde a su llamada de Creador. Él no sólo puede contar el inmenso número de las estrellas; también es capaz de dar a cada una de ellas un nombre, definiendo así su naturaleza y sus características (cf. Sal 146, 4).

Ya el profeta Isaías cantaba: "Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha creado los astros? El que hace salir por orden al ejército celeste, y a cada estrella la llama por su nombre" (Is 40, 26). Así pues, los "ejércitos" del Señor son las estrellas. El profeta Baruc proseguía así: "Brillan los astros en su puesto de guardia llenos de alegría; los llama él y dicen: "¡Aquí estamos!", y brillan alegres para su Hacedor" (Ba 3, 34-35).

4. Después de una nueva invitación, gozosa, a la alabanza (cf. Sal 146, 7), comienza el segundo movimiento del salmo 146 (cf. vv. 7-11). Se refiere también a la acción creadora de Dios en el cosmos. En un paisaje a menudo árido como el oriental, el primer signo de amor divino es la lluvia, que fecunda la tierra (cf. v. 8). De este modo el Creador prepara una mesa para los animales. Más aún, se preocupa de dar alimento también a los pequeños seres vivos, como las crías de cuervo que graznan de hambre (cf. v. 9). Jesús nos invitará a mirar "las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta" (Mt 6, 26; cf. también Lc 12, 24, que alude explícitamente a los "cuervos").

Pero, una vez más, la atención se desplaza de la creación a la existencia humana. Así, el salmo concluye mostrando al Señor que se inclina sobre los justos y humildes (cf. Sal 146, 10-11), como ya se había declarado en la primera parte del himno (cf. v. 6). Mediante dos símbolos de poder, el caballo y los jarretes del hombre, se delinea la actitud divina que no se deja conquistar o atemorizar por la fuerza. Una vez más, la lógica del Señor ignora el orgullo y la arrogancia del poder, y se pone de parte de sus fieles, de los que "confían en su misericordia" (v. 11), o sea, de los que abandonan en manos de Dios sus obras y sus pensamientos, sus proyectos y su misma vida diaria.

Entre estos debe situarse también el orante, fundando su esperanza en la misericordia del Señor, con la certeza de que se verá envuelto por el manto del amor divino: "Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar su vida de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. (...) Con él se alegra nuestro corazón; confiamos en su santo nombre" (Sal 32, 18-19. 21).

"El Señor sana los corazones destrozados"

martes, 16 de octubre de 2012

A la confianza humilde se contrapone la soberbia

BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 10 de agosto de 2005



Confiar en Dios
como un niño en brazos de su madre

1. Hemos escuchado sólo pocas palabras, cerca de treinta en el original hebreo del salmo 130. Sin embargo, son palabras intensas, que desarrollan un tema muy frecuente en toda la literatura religiosa: la infancia espiritual. De modo espontáneo el pensamiento se dirige inmediatamente a santa Teresa de Lisieux, a su "caminito", a su "permanecer pequeña" para "estar entre los brazos de Jesús" (cf. Manoscritto "C", 2r°-3v°: Opere complete, Ciudad del Vaticano 1997, pp. 235-236).

En efecto, en el centro del Salmo resalta la imagen de una madre con su hijo, signo del amor tierno y materno de Dios, como ya lo había presentado el profeta Oseas: "Cuando Israel era niño, yo lo amé (...). Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer" (Os 11, 1. 4).

2. El Salmo comienza con la descripción de la actitud antitética a la de la infancia, la cual es consciente de su fragilidad, pero confía en la ayuda de los demás. En cambio, el Salmo habla de la ambición del corazón, la altanería de los ojos y "las grandezas y los prodigios" (cf. Sal 130, 1). Es la representación de la persona soberbia, descrita con términos hebreos que indican "altanería" y "exaltación", la actitud arrogante de quien mira a los demás con aires de superioridad, considerándolos inferiores a él.

La gran tentación del soberbio, que quiere ser como Dios, árbitro del bien y del mal (cf. Gn 3, 5), es firmemente rechazada por el orante, que opta por la confianza humilde y espontánea en el único Señor.

3. Así, se pasa a la inolvidable imagen del niño y de la madre. El texto original hebreo no habla de un niño recién nacido, sino más bien de un "niño destetado" (Sal 130, 2). Ahora bien, es sabido que en el antiguo Próximo Oriente el destete oficial se realizaba alrededor de los tres años y se celebraba con una fiesta (cf. Gn 21, 8; 1 S 1, 20-23; 2 M 7, 27).

El niño al que alude el salmista está vinculado a su madre por una relación ya más personal e íntima y, por tanto, no por el mero contacto físico y la necesidad de alimento. Se trata de un vínculo más consciente, aunque siempre inmediato y espontáneo. Esta es la parábola ideal de la verdadera "infancia" del espíritu, que no se abandona a Dios de modo ciego y automático, sino sereno y responsable.

4. En este punto, la profesión de confianza del orante se extiende a toda la comunidad: "Espere Israel en el Señor ahora y por siempre" (Sal 130, 3). Ahora la esperanza brota en todo el pueblo, que recibe de Dios seguridad, vida y paz, y se mantiene en el presente y en el futuro, "ahora y por siempre".

Es fácil continuar la oración utilizando otras frases del Salterio inspiradas en la misma confianza en Dios: "Desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios" (Sal 21, 11). "Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá" (Sal 26, 10). "Tú, Dios mío, eres mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías" (Sal 70, 5-6).

5. Como hemos visto, a la confianza humilde se contrapone la soberbia. Un escritor cristiano de los siglos IV y V, Juan Casiano, advierte a los fieles de la gravedad de este vicio, que "destruye todas las virtudes en su conjunto y no sólo ataca a los mediocres y a los débiles, sino principalmente a los que han logrado cargos de responsabilidad con el uso de la fuerza". Y prosigue: "Por este motivo el bienaventurado David custodia con tanta circunspección su corazón, hasta el punto de que se atreve a proclamar ante Aquel a quien ciertamente no se ocultaban los secretos de su conciencia: "Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad". (...) Y, sin embargo, conociendo bien cuán difícil es también para los perfectos esa custodia, no presume de apoyarse únicamente en sus fuerzas, sino que suplica con oraciones al Señor que le ayude a evitar los dardos del enemigo y a no ser herido: "Que el pie del orgullo no me alcance" (Sal 35, 12)" (Le istituzioni cenobitiche, XII, 6, Abadía de Praglia, Bresseo di Teolo, Padua 1989, p. 289).

De modo análogo, un antiguo texto anónimo de los Padres del desierto nos ha transmitido esta declaración, que se hace eco del Salmo 130: "No he superado nunca mi rango para subir más arriba, ni me he turbado jamás en caso de humillación, porque todos mis pensamientos se reducían a pedir al Señor que me despojara del hombre viejo" (I Padri del deserto. Detti, Roma 1980, p. 287).

TE ESPERAMOS ESTE JUEVES 18 DE OCTUBRE, A LAS 19:50 PM, EN EL LUGAR DE SIEMPRE, 2ª PARTE DEL TALLER DEL "PERDÓN".



TEMA A DESARROLLAR: "LA SOBERBIA".





martes, 2 de octubre de 2012

Retiro de sanación interior

La Renovación Carismática de la Diócesis de Concepción te invita a vivir un retiro de Sanación Interior, en la Parroquia San José de Concepción,y en el Instituto de Humanidades.

Este retiro sera guiado por la Misionera Isabel Margarita Rojas

Es una invitación para todos los que necesitamos Romper Cadenas que nos atan ,para llegar al verdadero Encuentro con nuestro Señor.

Hermanos inviten a toda persona que quiera, vivir esta maravillosa vida en el Espíritu.

Ofrenda $1000 diario

IMPORTANTE
DIA 6 DE OCTUBRE 15,00 HRS PARROQUIA SAN JOSE CONCEPCION- Auditorio Fray Valdes
DIA 7 DE OCTUBRE 9:30 HRS INSTITUTO DE HUMANIDADES COLO COLO 30 CONCEP.

Renovacion Carismatica Catolica
David Gajardo y Ximena Lozano