miércoles, 30 de julio de 2014

«¡El que tenga oídos, que oiga!»

San Juan Crisóstomo (345?-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre Lázaro, 2

«¡El que tenga oídos, que oiga!»

Un sembrador se fue a echar la semilla y una parte cayó al borde del camino, pero vinieron las aves y se la comieron, otra parte cayó en tierra buena. Tres partes se perdieron, una sola fructificó. Pero el sembrador no cesó de cultivar el campo. Le basta que una parte se conserve para no dejar su trabajo. En este momento es imposible que el grano que yo echo en medio de un auditorio tan numeroso deje de germinar. Si no todos escuchan, una tercera parte sí que escucha. Si no es una tercera parte será una décima. Si incluso no llega a una décima parte, si hay uno sólo que escucha en esta asamblea numerosa, no dejaré de hablar.


No es pequeña cosa la salvación de una sola oveja. El Buen Pastor dejó las noventa y nueve para correr tras la oveja descarriada. (Lc 15,4) No podría despreciar a ninguna. Incluso si no hubiera más que uno que escucha, siempre sería un ser humano, un ser tan querido por Dios. Aunque fuera un esclavo, no lo despreciaría, porque busco el valor personal y no la condición social, busco al hombre. Aunque no hubiera más que uno, siempre sería el hombre, aquel por quien fueron creados el sol, el aire, los manantiales y el mar, enviados los profetas, dada la Ley. Por el ser humano, el Hijo único de Dios se hizo hombre. Mi Señor se inmoló, su sangre ha sido derramada por el hombre y yo ¿sería capaz de menospreciar a quien fuera?...


No, no dejaré de sembrar la palabra aunque nadie escuchara. Soy médico, ofrezco mis remedios. Tengo que enseñar, tengo que instruir porque está escrito: «Te he constituido centinela de Israel.» (Ez 3,17)

lunes, 28 de julio de 2014

«Ellos se convirtieron con la predicación de Jonás»

Cardenal José Ratzinger [Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013]
Retiro predicado en el Vaticano en 1983


«Ellos se convirtieron con la predicación de Jonás»


Jesús no rechaza cualquier forma de signo, sino que rechaza el signo concreto que pide «esta generación». El Señor promete y da su propio signo, la verdadera certeza que concuerda con la siguiente verdad: «Igual que Jonás fue un signo para los Ninivitas, de la misma manera el Hijo del Hombre será un signo para esta generación» (Lc 11,30)...


Jesús mismo, la persona de Jesús, tanto su palabra como el conjunto de su personalidad, es el signo para todas las generaciones. Es una respuesta muy profunda sobre la que hay que meditar constantemente. «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre», afirma el Señor a Felipe cuando le pide: «Muéstranos al Padre» (Jn 14,8). Queremos ver, y así adquirir la certeza. Jesús responde: «Sí, podéis ver». En el Hijo el Padre se hace visible. Ver a Jesús, -- esta es la respuesta. Recibimos el signo, la realidad que se demuestra ella misma. Y, de hecho, ¿no es realmente un signo extraordinario la presencia de Jesús en todas las generaciones, esta fuerza de su persona que atrae también a los paganos, a los no-cristianos, a los ateos?


Ver a Jesús, aprender a verle. Este retiro ofrece la ocasión de empezar de nuevo; es, al fin y al cabo, el contenido único y suficiente de todo retiro. Ver a Jesús. Contemplémosle en sus palabra inagotables; contemplémosle en sus misterios...: en los de la natividad, en los de la vida escondida, en los misterios de la vida pública, en el misterio pascual, en los sacramentos, en la historia de la Iglesia. El Rosario y el Via-Crucis no son más que un guía que la Iglesia ha encontrado en su corazón para aprender a «ver a Jesús» y llegar así a la respuesta de los Ninivitas: la penitencia, la conversión.

domingo, 27 de julio de 2014

La Medalla Escapulario


La medalla-escapulario tiene en una cara la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la imagen de la Bienaventurada Virgen María en su reverso. En 1910, el Papa Pío X declaró que, una persona válidamente investida en su escapulario de tela podía llevar la medalla-escapulario en su lugar, provisto que tuviera razones legítimas para sustituir su escapulario de tela por la medalla- escapulario. Esta concesión fue hecha a petición de los misioneros en los países del trópico, donde los escapularios de tela se deterioran pronto. Ahora bien, el Papa Pío X y su sucesor, el Papa Benedicto XV, expresaron su profundo deseo de que las personas continuaran llevando el escapulario de tela cuando fuera posible, y que no sustituyeran el escapulario de tela por la medalla escapulario sin que medie primero razón suficiente. La vanidad o el miedo a profesar su fe en público no pueden ser razones que satisfagan a Nuestra Señora. Personas de esta clase corren el riesgo de no recibir la promesa del escapulario del Carmen. (tomado del panfleto "Otorga mucha importancia a tu escapulario" del Apostolado Mundial de Fátima, Washington, NJ 07882-0976 USA).

Advertencias prácticas

Una vez bendecido el primer escapulario, el devoto no necesita pedir la bendición para escapularios posteriores.

Los escapularios gastados, si han sido bendecidos no se deben echar a la basura. Se pueden quemar o enterrar como signo de respeto.


Dar el primado a Dios significa decir no al mal, homilía del Papa en Caserta

(RV).-Más de dos cientos mil fieles participaron la tarde del sábado en Caserta, al sur de Italia, en la misa que presidió el Papa Francisco delante del Palacio Real, en la fiesta de Santa Ana, patrona de la ciudad, "que - observó - ha reunido en esta plaza a los diversos componentes de la Comunidad diocesana con el Obispo y con la presencia de las autoridades civiles y de los representantes de varias realidades sociales". El Papa alentó a todos "a vivir la fiesta patronal libre de cualquier condicionamiento, expresión pura de la fe de un pueblo que se reconoce familia de Dios y afirma los vínculos de la fraternidad y de la solidaridad". "Quizás Santa Ana escuchó a su hija María proclamar las palabras del Magnificat: 'Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías' (Lc 1, 51-53)". "Que Ella nos ayude a buscar el único tesoro, Jesús, y nos enseñe a descubrir los criterios del actuar de Dios; Él cambia los juicios del mundo, va en ayuda de los pobres y de los pequeños y llena de bienes a los humildes, que le confían su existencia".
(RC-RV)
Homilía completa del Santo Padre Francisco en Caserta
Jesús se dirigía a los que lo escuchaban con palabras simples, que todos podían entender. También esta tarde Él nos habla a través de breves parábolas, que hacen referencia a la vida cotidiana de la gente de aquel tiempo. Lo similar del tesoro escondido en el campo y de la perla de gran valor es que tienen como protagonistas a un pobre campesino y a un rico comerciante. El comerciante está desde siempre en busca de un objeto de valor, que sacie su sed de belleza y da la vuelta al mundo, sin rendirse, en la esperanza de encontrar aquello que está buscando. El otro, el campesino, no se ha alejado nunca de su campo y hace el trabajo de siempre, con los acostumbrados gestos cotidianos. Sin embargo para ambos el resultado final es el mismo: el descubrimiento de algo precioso, para uno un tesoro, para el otro una perla de gran valor. Ambos están acomunados también por un mismo sentimiento: la sorpresa y la alegría de haber encontrado la satisfacción de todo deseo. Finalmente, ambos no dudan en vender todo para adquirir el tesoro que han encontrado. Mediante estas dos parábolas Jesús enseña qué es el reino de los cielos, cómo se encuentra, qué se debe hacer para poseerlo.
¿Qué cosa es el reino de los cielos? Jesús no se preocupa en explicarlo. Lo enuncia desde el inicio de su Evangelio: «El reino de los cielos está cerca»; también hoy está cerca en medio de nosotros ¡eh!, sin embargo jamás lo hace ver directamente, sino siempre por reflejo, narrando el actuar de un propietario, de un rey, de diez vírgenes… Prefiere dejarlo intuir, con parábolas y semejanzas, manifestando sobre todo los efectos: el reino de los cielos es capaz de cambiar el mundo, como la levadura oculta en la masa; es pequeño y humilde como un grano de mostaza, que sin embargo se volverá grande como un árbol. Las dos parábolas sobre las cuales queremos reflexionar nos hacen entender que el reino de Dios se hace presente en la persona misma de Jesús. Es Él el tesoro escondido y la perla de gran valor. Se entiende la alegría del campesino y del comerciante: ¡lo han encontrado! Es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia de Jesús en nuestra vida. Una presencia que transforma la existencia y nos abre a las exigencias de los hermanos; una presencia que invita a acoger toda otra presencia, también aquella del extranjero y del inmigrante. Es una presencia acogedora, alegre, fecunda, así es el reino de Dios dentro de nosotros.
Podrían preguntar: ¿Padre cómo se encuentra el reino de Dios? Cada uno de nosotros tiene un recorrido particular, cada uno de nosotros tiene su camino en la vida. Para alguno el encuentro con Jesús es esperado, deseado, buscado por largo tiempo, como nos es descrito en la parábola del comerciante, que da la vuelta al mundo para encontrar algo de valor. Para otros ocurre de manera improvisada, casi de casualidad, como en la parábola del campesino. Esto nos recuerda que Dios se deja encontrar de todas maneras, porque es Él quien en primer lugar desea encontrarnos y en primer lugar busca encontrarnos: ha venido para ser el “Dios con nosotros”. Y Jesús está en medio de nosotros, hoy está aquí, Él lo ha dicho, yo estoy en medio de ustedes, el Señor está en medio de nosotros. Es Él quien nos busca y se hace encontrar también por quien no lo busca. A veces Él se deja encontrar en lugares insólitos y en tiempos inesperados. Cuando encontramos a Jesús nos quedamos fascinados, conquistados, y es una alegría dejar nuestra acostumbrada manera de vivir, a veces árida y apática, para abrazar el Evangelio, para dejarnos guiar por la lógica nueva del amor y del servicio humilde y desinteresado. La palabra de Jesús está en el Evangelio. No quiero preguntarles aquí, no quiero que respondan, ¿hoy cuántos de ustedes leen un párrafo del Evangelio? No levanten la mano, sólo es una pregunta ¡Cuántos se apresuran por hacer su trabajo para no perderse la telenovela! Tener el Evangelio en la mano, tener el Evangelio en la cómoda, en la cartera, tener el Evangelio en el bolsillo y luego abrirlo un instante y ver las palabra de Jesús y el reino de Dios viene. El contacto con la palabra de Jesús es aquel que nos acerca al reino de Dios. ¡Piensen bien, un evangelio pequeño a la mano, siempre: se abre casualmente y se lee qué cosa dice Jesús. Y Jesús está ahí ¡eh!
¿Qué cosa se debe hacer para poseer el reino de Dios? Sobre esto Jesús es muy claro: no basta el entusiasmo, la alegría del descubrimiento. Es necesario anteponer la perla preciosa del reino a cualquier otro bien terrenal; es necesario poner a Dios en el primer lugar en nuestra vida, preferirlo ante todo. Dar el primado a Dios significa tener el coraje de decir no al mal, no a la violencia, no a los abusos, para vivir una vida de servicio a los demás y en favor de la legalidad y del bien común. Cuando una persona descubre en Dios, el verdadero tesoro, abandona un estilo de vida egoísta y busca compartir con los demás la caridad que viene de Dios. Quien se vuelve amigo de Dios, ama a los hermanos, se compromete en salvaguardar sus vidas y su salud respetando también el ambiente y la naturaleza. Yo sé que ustedes sufren por estas cosas, hoy cuando llegue aquí, uno de ustedes se acercó y me dijo: ¡Padre danos la esperanza! Yo no puedo darles la esperanza. Pero puedo decirles: donde está Jesús, está la esperanza, donde está Jesús los hermanos se aman, se comprometen a salvaguardar sus vidas, su salud, también respetando el ambiente y la naturaleza, y ésta es la esperanza que no desilusiona jamás, aquella que da Jesús. Esto es particularmente importante en esta su hermosa tierra que reclama ser tutelada y preservada, reclama el coraje de decir no a toda forma de corrupción e ilegalidad. Y todos sabemos el nombre de estas formas de corrupción y de ilegalidad. Reclama de todos ser servidores de la verdad y de asumir en cada situación el estilo de vida evangélico, que se manifiesta en el don de si y en la atención por el pobre y el excluido. La Biblia está llena de esto. El Señor dice: ustedes hacen esto, esto … a mí no me importa, a mí me importa que el huérfano sea curado, que la viuda sea curada, que el excluido sea acogido, a mí me importa que la creación sea custodiada. Este es el reino de Dios. La Biblia está llena de esto.
Hoy la fiesta de Santa Ana, a mí me gusta llamarla la abuela de Jesús, es un hermoso día para festejar a las abuelas, cuando incensaba el altar he visto una cosa bellísima: la imagen de Santa Ana no estaba coronada, es la hija la que lleva la corona y esto es hermoso ¡eh!. Santa Ana es la mujer que ha preparado a su hija para convertirse en reina, para convertirse en la reina de los cielos y de la tierra. Esta abuela ha hecho un buen trabajo ¿no?; es la Patrona de Caserta, ha reunido en esta plaza a los diversos componentes de la Comunidad diocesana con el Obispo y con la presencia de las autoridades civiles y de los representantes de varias realidades sociales. Deseo alentar a todos a vivir la fiesta patronal libre de cualquier condicionamiento, expresión pura de la fe de un pueblo que se reconoce familia de Dios y afirma los vínculos de la fraternidad y de la solidaridad. Quizás Santa Ana escuchó a su hija María proclamar las palabras del Magníficat, porque María seguramente ha repetido estas palabras muchas veces. Estas palabras: “ Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías” (Lc 1, 51-53). Que Ella nos ayude a buscar el único tesoro, Jesús, y nos enseñe a descubrir los criterios del actuar de Dios; Él cambia los juicios del mundo, va en ayuda de los pobres y de los pequeños y llena de bienes a los humildes, que le confían su existencia. Tengan esperanza, la esperanza no desilusiona, y a mí me gusta repetírselos: no se dejen robar la esperanza.
(RC-RM-RV)

Alerta contra abusos sobre el uso del escapulario.

Alerta contra abusos:

El escapulario NO salva por si solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la madre de la misericordia."

Los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor"

Vivir en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción ya que la fe y la fidelidad a los mandamientos es necesaria para todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora.

San Claude de la Colombiere advierte: "Tu preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario"

El Privilegio Sabatino: (sábado)

Este privilegio es una promesa de la Virgen que consiste en la liberación del purgatorio el primer sábado (día que la Iglesia ha dedicado a la Virgen) después de la muerte por medio de una intercesión especial de la Virgen

Se originó en una bula o edicto que fue proclamado por el Papa Juan XXII en marzo 3, 1322 como resultado de una aparición que tuvo de la Virgen en la que prometió para aquellos que cumplieran los requisitos de esta devoción que "como Madre de Misericordia, con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza".

Condiciones para que aplique este privilegio

1) Usar el escapulario con fidelidad.
2) Observar castidad de acuerdo al estado de vida.
3) Rezo del oficio de la Virgen (oraciones y lecturas en honor a la Virgen) o rezar diariamente 5 décadas del rosario.

El Papa Pablo V confirmó en una proclamación oficial que se podía enseñar acerca del privilegio sabatino a todos los creyentes.

El Escapulario y la Virgen de Fátima:

Es evidente que la Virgen María quiere revelarnos de manera especial el escapulario. Reporta Lucia (vidente de Fátima, hoy Hermana María del Inmaculado Corazón), que en la última aparición (Octubre, 1917, día del milagro del sol), la Virgen vino vestida con el hábito carmelita y con el escapulario en la mano y recordó que sus verdaderos hijos lo llevaran con reverencia. También pidió que los que se consagraran a ella lo usaran como signo de dicha consagración.

ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN

ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN

Oh Virgen Maria, Madre de Dios y Madre también de los pecadores y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario, por lo que su Divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo, el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que te pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria y bien de mi alma; que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa. Quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente y uniendo mi voz con sus afectos, te saludo una y mil veces diciendo: Tres Avemarías..

Virgen Santísima del Carmen, yo deseo que todos sin excepción, se cobijen bajo tu sombra protectora de tu Santo Escapulario y que todos estén unidos a Ti Madre Mía, por los estrechos y amorosos lazos de ésta tu querida insignia.

¡Oh Hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante su sagrada imagen y concédenos benigna tu amorosa protección. Te encomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre el Papa y la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu Divino Hijo y a tantos infieles cómo gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre Mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Amén.

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II A LA ORDEN DE LOS HERMANOS DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO.

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LA ORDEN DE LOS HERMANOS
DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO



Al reverendísimo padre
JOSEPH CHALMERS
Prior general de la Orden de los Hermanos
de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo

1. He sabido con alegría que la plurisecular Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo está celebrando su capítulo general, animada por el deseo de seguir sirviendo a Cristo y a la Iglesia con total fidelidad a su carisma y a las directrices del Magisterio pontificio.

Este propósito cobra singular elocuencia al comienzo del nuevo milenio, en el que la Iglesia se encamina con confianza hacia el futuro teniendo la mirada fija en Cristo -"el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin" (Ap 22, 13)- y esforzándose por cumplir fielmente la misión que él mismo le ha confiado.

Asimismo, no puedo por menos de subrayar el hecho de que el capítulo general tiene lugar durante el año en que se conmemora el 750° aniversario de la entrega del escapulario. Para este especial jubileo quise enviar, el pasado 25 de marzo, un mensaje especial a toda la familia del Carmen.
Además, este año se celebra el VII centenario del nacimiento del gran obispo carmelita san Andrés Corsini, recordado justamente como ejemplo para los pastores y modelo de vida consagrada para todos los religiosos y religiosas.

Al mismo tiempo que me uno espiritualmente a la asamblea capitular para invocar el Espíritu del Señor sobre los trabajos, lo saludo a usted, reverendísimo padre, y le agradezco el servicio que durante este sexenio ha prestado a la Orden del Carmen y a la Iglesia. Saludo, asimismo, a los participantes en el capítulo general, que provienen de diversas naciones y, a través de ellos, extiendo mi afectuoso saludo a toda la orden carmelitana.

2. El tema de la asamblea capitular es: El viaje continúa. La referencia a la experiencia humana del camino es típica de la espiritualidad carmelitana. Ya desde los primeros ermitaños que se establecieron en el monte Carmelo y que habían ido como peregrinos a la tierra del Señor Jesús, la vida se suele representar como una ascesis hasta llegar a Cristo nuestro Señor, monte de salvación (cf. Misal romano, Oración colecta de la misa en honor de nuestra Señora del Carmen, 16 de julio). Orientan esa peregrinación interior dos iconos bíblicos muy apreciados por la tradición carmelitana: el del profeta Elías y el de la Virgen María.

El profeta Elías arde en celo por el Señor (cf. 1 R 19, 10); se pone en marcha hacia el monte Horeb y, aunque se siente cansado, sigue caminando hasta alcanzar la meta. Sólo al término de su arduo itinerario encuentra al Señor en el susurro de una brisa suave (cf. 1 R 19, 1-18).
Contemplando su ejemplo, los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo comprenden más profundamente que sólo quien se mantiene entrenado para escuchar a Dios e interpretar los signos de los tiempos es capaz de encontrar al Señor y reconocerlo en los acontecimientos diarios. Dios habla de muchos modos, incluso a través de realidades que a veces pueden parecer insignificantes.

El otro icono es el de la Virgen María, a quien veneráis bajo el título de Hermana y Belleza del Carmelo. La Virgen se pone en camino para ir a visitar a su anciana prima, santa Isabel. En cuanto recibe el anuncio del ángel (cf. Lc 1, 26-38), al saber que Isabel necesita ayuda, parte generosamente, casi corriendo por los senderos del monte (cf. Ct 2, 8; Is 52, 7). Durante el encuentro con su prima, de su alma brota un cántico de alegría: el Magníficat (cf. Lc 1, 39-56). Cántico de alabanza al Señor y testimonio de humilde disponibilidad a servir a sus hermanos. En el misterio de la Visitación todo cristiano ve el modelo de su vocación. Así debe ser especialmente para vosotros, reunidos en asamblea capitular con la finalidad de imprimir a la Orden un nuevo impulso ascético y misionero. Con el corazón rebosante de alabanza al Señor en la contemplación de su misterio, avanzad con alegría por los caminos de la caridad, abriéndoos a la acogida fraterna, para ser testigos creíbles del amor misericordioso del Verbo de Dios hecho hombre para redimir el mundo.

3. "El viaje continúa". Sí, amadísimos hermanos, vuestro viaje espiritual continúa en el mundo de hoy. Estáis llamados a releer vuestra rica herencia espiritual a la luz de los desafíos actuales, a fin de que "el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, especialmente de los pobres y de todos los afligidos", sean "también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo" (Gaudium et spes, 1), y, de manera singular, de todo carmelita.

En el año en que conmemoráis el 750° aniversario de la entrega del escapulario, no podéis menos de hacer más fuerte y decidido vuestro compromiso de revestiros de Cristo (cf. Rm 13, 14). Pedid a María, tan solícita y delicada con el Niño Jesús (cf. Lc 2, 7), que os revista a cada uno de la sabiduría y del amor de su Hijo divino. Y, conscientes de la misión que Dios confía a vuestra benemérita Orden, dad al mundo el testimonio de vuestra fidelidad, para que todos conozcan a Cristo y lo acojan como el único Salvador del hombre, ayer, hoy y siempre (cf. Hb 13, 8).
Con este fin, invoco sobre vosotros la abundancia de la gracia divina. Que el Espíritu Santo, como en un renovado Pentecostés, descienda sobre vosotros y os ilumine para que descubráis la voluntad del Padre celestial misericordioso, de modo que seáis capaces de hablar a los hombres y a las mujeres del mundo mediante las formas más adecuadas y eficaces para ellos (cf. Hch 2, 1-13).

Con estos sentimientos, les imparto de corazón la bendición apostólica a usted, a los frailes capitulares y a toda la familia del Carmen, implorando sobre cada uno la protección materna de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, junto con la intercesión del profeta Elías y de los numerosos santos y santas de la Orden.

Castelgandolfo, 8 de septiembre de 2001

ORIGEN DEL TEXTO

sábado, 26 de julio de 2014

“Este es mi servidor, a quien elegí”

San Hipólito de Roma (¿-c.235), presbítero, mártir
Refutación de todas las herejías 10,33-34 (trad. del breviario 30/12 rev.)


“Este es mi servidor, a quien elegí”


Esta es nuestra fe…: Fue el Padre quien envió la Palabra (Jn 1,1), al fin de los tiempos… Le dijo que se manifestara a rostro descubierto, a fin de que el mundo, al verla, pudiera salvarse… Sabemos que se hizo hombre de nuestra misma condición, porque, si no hubiera sido así, sería inútil que luego nos prescribiera imitarle como maestro (Jn 13,14.34). Porque, si este hombre hubiera sido de otra naturaleza, ¿cómo habría de ordenarme las mismas cosas que él hace, a mí, débil por nacimiento, y cómo sería entonces bueno y justo?

Para que nadie pensara que era distinto de nosotros, se sometió a la fatiga (Jn 4,6), quiso tener hambre y no se negó a pasar sed, tuvo necesidad de descanso y no rechazó el sufrimiento, obedeció hasta la muerte y manifestó su resurrección, ofreciendo en todo esto su humanidad como primicia, para que tú no te descorazones en medio de tus sufrimientos, sino que, aun reconociéndote hombre, aguardes a tu vez lo mismo que Dios dispuso para él…

Cuando contemples ya al verdadero Dios, poseerás un cuerpo inmortal e incorruptible, junto con el alma, y obtendrás el reino de los cielos, porque, sobre la tierra, habrás reconocido al Rey celestial; serás íntimo de Dios, coheredero de Cristo, y ya no serás más esclavo de los deseos, de los sufrimientos y de las enfermedades, porque habrás llegado a ser dios… Cristo es el Dios que está por encima de todo )cf Rm 9,5): (…) él es quien renueva al hombre viejo (Col 3,9), al que ha llamado desde el comienzo imagen suya (Gn 1,27), mostrando, por su impronta, el amor que te tiene. Y, si tú obedeces sus órdenes y te haces buen imitador de este buen maestro, llegarás a ser semejante a él.

viernes, 25 de julio de 2014

El Papa Francisco afrontará con «severidad» la «lepra» de la pederastia en la Iglesia

El Papa Francisco afrontará con «severidad» la «lepra» de la pederastia en la Iglesia



sensible fallecimiento de la mamá, del hermano Carlos Cartes.

Hermanos(as),
Paz y Bien:

Se les informa, el sensible fallecimiento de la mamá, del hermano Carlos Cartes.

Ella está siendo velada en su casa, frente a la Universidad del Bio Bio.

La Comunidad Jericó.

“El Hijo del hombre es dueño del sábado”

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo
Homilía sobre el Libro de los Números, n° 23 (SC 29)

“El Hijo del hombre es dueño del sábado”

No vemos que las palabras del Génesis: "el sábado Dios descansó de sus obras" se hayan cumplido en este séptimo día de la creación, ni tampoco se cumplan hoy. Vemos a Dios trabajando siempre. No hay sábado en el que Dios deje de trabajar, ningún día en el que "no salga su sol sobre buenos y malos y caiga la lluvia sobre justos e injustos", donde "no crezca la hierba sobre las montañas y las plantas estén al servicio de los hombres"…, donde no haga "nacer y morir".


Así, el Señor responde a los que lo acusaban de trabajar y de curar en sábado: "mi Padre está trabajando ahora, y yo también trabajo" Mostraba así que, en este mundo, no hay sábado en que Dios deje de velar por el mundo y por el destino del género humano… En su sabiduría creadora no deja de ejercer sobre sus criaturas su providencia y su benevolencia "hasta el fin del mundo". Pues el verdadero sábado donde Dios descansará de todos sus trabajos, será el mundo futuro, cuando "dolor, tristeza y gemidos desaparecerán”, y Dios lo será "todo en todos".


(Referencias bíblicas: Gn 2,2; Mt 5,45; S. 146,8; 1Sm 2,6; Jn 5,17; Mt 28,20; Is 35,10 LXX; Col 3,11)

martes, 22 de julio de 2014

¿Por qué, pues, a veces no tenemos virtud?

San Rafael Arnaiz Barón (1911-1938), monje trapense español
Escritos del 25/01/1937 (Obras completas - Editorial Monte Carmelo, p. 766.767, § 881.882.883)


“Porque no se habían convertido”


Cuántos tortuosos caminos hay que recorrer para llegar a lo simple. […] Muchas veces si no practicamos la virtud es debido a nuestro complicado modo de ser, que rechaza lo que es sencillo.


Muchas veces no llegamos a comprender la grandiosidad que se encierra que se encierra en un acto de sencillez, porque buscamos lo grande en lo complicado, buscamos la grandiosidad de las cosas en la «dificultad» de las mismas. […]


La virtud…, Dios…, la vida interior, ¡qué difícil me parecía vivir eso! Ahora no es que yo tenga virtud, ni mis conocimientos de Dios y vida de espíritu estén completamente claros, pero he visto que a eso se llega sin complicaciones […].


He visto que a Dios se llega precisamente por todo lo contrario. Se le llega a conocer por la simplicidad del corazón y por la sencillez. […] Para tener virtud no hace falta estudiar una carrera, ni dedicarse a profundos estudios… Basta el acto simple de querer; basta, a veces, la sencilla voluntad.


¿Por qué, pues, a veces no tenemos virtud? Porque no somos sencillos; porque nos complicamos nuestros deseos; porque todo lo que queremos nos lo hace difícil nuestra poca voluntad, que se deja llevar de lo que agrada, de lo cómodo, de lo innecesario y, muchas veces, de las pasiones. […] Si quisiéramos seríamos santos…, y es mucho más difícil ser ingeniero, que ser santo.

sábado, 19 de julio de 2014

“Ni un pajarito cae en tierra sin que lo sepa vuestro Padre...No temáis!”

Tomás de Celano (hacia 1190-hacia 1260), biógrafo de San Francisco y de Santa Clara
Primera vida de S. Francisco de Asís, 58


“Ni un pajarito cae en tierra sin que lo sepa vuestro Padre...No temáis!”


Llegado a una gran manada de pájaros, el bienaventurado Francisco se dio cuenta que le esperaban. Les dirigió su saludo habitual, se admiraba de que no se escaparan como de costumbre, les dijo que debían de escuchar la Palabra de Dios y les rogó humildemente de estar atentos.


Les dijo, entre otras cosas: “Pajaritos, hermanos míos, tenéis motivo de alabar y amar a vuestro creador. El os ha dado las plumas de vestido, las alas para volar, y todo lo que necesitáis para vivir. De entre todas las criaturas de Dios, vosotros tenéis la mayor suerte. Os ha dado el aire y su pureza como vuestro espacio vital. No habéis sembrado ni segado, os da vuestro alimento y vuestra cobijo sin que os tengáis que inquietar por ello.” A estas palabras, según el mismo santo y sus compañeros, los pájaros expresaron a su manera una inmensa alegría: alargaban sus cuellos, desplegando sus alas, abriendo el pico y mirando con toda atención. El Santo se paseaba entre ellos, rozando con su túnica sus cabezas y sus cuerpos. Finalmente, los bendijo trazando sobre ellos la señal de la cruz y permitiéndoles que se fueran volando. El siguió el camino con sus compañeros y, exultante de alegría, dio gracias a Dios que es reconocido y venerado por todas las criaturas.


Francisco no era un simple pero tenía la gracia de la simplicidad. Se acusaba entonces de no haber predicado antes a los pájaros ya que escuchaban con tanta atención y respeto la Palabra de Dios. A partir de este día no dejaba de exhortar a todos los pájaros, a todos los animales, a los mismos reptiles y hasta a las criaturas insensibles, a alabar y amar al Creador.


jueves, 17 de julio de 2014

La Humildad.

Es la actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce sus fracasos y debilidades, y actúa sin orgullo.

Del mismo modo, la humildad es opuesta a la soberbia. Una persona humilde no es pretenciosa, interesada, ni egoísta como lo es una persona soberbia, quien se siente auto-suficiente y generalmente hace las cosas por conveniencia.

Jesús se presenta como manso y humilde de corazón.

Ser humilde, es quien se esfuerza al máximo para lograr una tarea, un objetivo, una meta. Si logra esa meta, no se vanagloria de ello, ni presume de su logro, por el contrario se alegra y celebra con moderación y prudencia, pues sabe que en el logro de su esfuerzo personal, también incidieron otras personas, y la Gracia de Dios. Si no logra su objetivo, entonces reconoce su limitación y la acepta, y le ruega a Dios que le aumente la Gracia, y con su corazón manso, lo intenta otra vez.

La persona humilde no es la persona pobre, arruinada, No, la persona humilde es pobre de soberbia.


Paz y Bien,

La Comunidad Jericó.

jueves, 10 de julio de 2014

le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.

EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS

Capítulo 1

1 Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros,

2 tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.

3 Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado,

4 a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.

5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.

6 Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.

7 Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.

8 Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios,

9 le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.

10 Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.

11 Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.

12 Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.

13 Pero el Angel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.

14 El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento,

15 porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre,

16 y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.

17 Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto».

18 Pero Zacarías dijo al Angel: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada».

19 El Angel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.

20 Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».

21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.

22 Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque había quedado mudo.

23 Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.

24 Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses.

25 Ella pensaba: «Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres».

26 En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

27 a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

28 El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».

29 Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

30 Pero el Angel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido.

31 Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;

32 él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,

33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

34 María dijo al Angel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».

35 El Angel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.

36 También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,

37 porque no hay nada imposible para Dios».

38 María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».Y el Angel se alejó.

39 En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

41 Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,

42 exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

43 ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?

44 Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.

45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

46 María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor,

47 y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador,

48 porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,

49 porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!

50 Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.

51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.

52 Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.

53 Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.

54 Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,

55 como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».

56 María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

57 Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.

58 Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.

59 A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;

60 pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan».

61 Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre».

62 Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.

63 Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados. ]

64 Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.

65 Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.

66 Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él.

67 Entonces Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente:

68 «Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo,

69 y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor,

70 como lo había anunciado mucho tiempo antes, por boca de sus santos profetas,

71 para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.

72 Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza,

73 del juramento que hizo a nuestro padre Abraham

74 de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos,

75 lo sirvamos en santidad y justicia, bajo su mirada, durante toda nuestra vida.

76 Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos,

77 para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados;

78 gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente,

79 para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

80 El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.


Hermanos: Hoy quiero llamarles la atención sobre esta lectura, por lo siguiente: le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Actualmente en nuestras iglesias se usa o no el quemar incienso. ¿Porqué en tiempos de Zacarías se quemaba incienso en el Santuario del Señor?.