RCCJERICO

COMUNIDAD "JERICÓ" de la Renovación Católica Carismática.

miércoles, 26 de enero de 2011

Anuncio del Evangelio es servicio más precioso de la Iglesia a humanidad, dice el Papa :: EWTN News

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Publicado por comunidadjerico en 12:35
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Génesis 8,6-13.20-22.

Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió. La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando. Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: "Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche".

Libro de los Jueces 13,2-7.24-25.

Había un hombre de Sorá, del clan de los danitas, que se llamaba Manóaj. Su mujer era estéril y no tenía hijos. El Angel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: "Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo. Ahora, deja de beber vino o cualquier bebida fermentada, y no comas nada impuro. Porque concebirás y darás a luz un hijo. La navaja nunca pasará por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno materno. El comenzará a salvar a Israel del poder de los filisteos". La mujer fue a decir a su marido: "Un hombre de Dios ha venido a verme. Su aspecto era tan imponente, que parecía un ángel de Dios. Yo no le pregunté de dónde era, ni él me dio a conocer su nombre. Pero me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo. En adelante, no bebas vino, ni comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre hasta el día de su muerte". La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a actuar sobre él en el Campamento de Dan, entre Sorá y Estaol.

Primer Libro de los Reyes 2,1-4.10-12.

Estando ya próximo a su muerte, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: "Yo me voy por el camino de todo el mundo. Sé fuerte y compórtate como un hombre. Observa las prescripciones del Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, observando sus preceptos, sus mandamientos, sus leyes y sus instrucciones, según lo que está escrito en la Ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas, y el Señor mantendrá esta palabra que me ha dicho: Si tus hijos vigilan su conducta, caminando delante de mí con fidelidad, de todo corazón y con toda su alma, nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel. David se fue a descansar con sus padres, y lo enterraron en la Ciudad de David. Cuarenta años duró su reinado sobre Israel: reinó siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. Salomón se sentó en el trono de su padre David, y su realeza quedó firmemente afianzada.

Primer Libro de los Reyes 2,1-4.10-12.

Estando ya próximo a su muerte, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: "Yo me voy por el camino de todo el mundo. Sé fuerte y compórtate como un hombre. Observa las prescripciones del Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, observando sus preceptos, sus mandamientos, sus leyes y sus instrucciones, según lo que está escrito en la Ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas, y el Señor mantendrá esta palabra que me ha dicho: Si tus hijos vigilan su conducta, caminando delante de mí con fidelidad, de todo corazón y con toda su alma, nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel. David se fue a descansar con sus padres, y lo enterraron en la Ciudad de David. Cuarenta años duró su reinado sobre Israel: reinó siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. Salomón se sentó en el trono de su padre David, y su realeza quedó firmemente afianzada.

Primer Libro de los Reyes 8,22-23.27-30.

Salomón se puso ante el altar del Señor, frente a toda la asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo y dijo: "Señor, Dios de Israel, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando caminan delante de ti de todo corazón. Pero ¿es posible que Dios habite realmente en la tierra? Si el cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he construido! No obstante, Señor, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu servidor. Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el lugar del que tú dijiste: 'Allí residirá mi Nombre'. ¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar! ¡Escucha la súplica y la oración que tu servidor y tu pueblo Israel dirijan hacia este lugar! ¡Escucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!

Primer Libro de los Reyes 11,4-13.

Así, en la vejez de Salomón, sus mujeres les desviaron el corazón hacia otros dioses, y su corazón ya no perteneció íntegramente al Señor, su Dios, como el de su padre David. Salomón fue detrás de Astarté, la diosa de los sidonios, y detrás de Milcóm, el abominable ídolo de los amonitas. El hizo lo que es malo a los ojos del Señor, y no siguió plenamente al Señor, como lo había hecho su padre David. Fue entonces cuando Salomón erigió, sobre la montaña que está al este de Jerusalén, un lugar alto dedicado a Quemós, el abominable ídolo de Moab, y a Milcóm, el ídolo de los amonitas. Y lo mismo hizo para todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. El Señor se indignó contra Salomón, porque su corazón se había apartado de él, el Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces y le había prohibido ir detrás de otros dioses. Pero Salomón no observó lo que le había mandado el Señor. Entonces el Señor dijo a Salomón: "Porque has obrado así y no has observado mi alianza ni los preceptos que yo te prescribí, voy a arrancarte el reino y se lo daré a uno de tus servidores. Sin embargo, no lo haré mientras tú vivas, por consideración a tu padre David: se lo arrancaré de las manos a tu hijo. Pero no le arrancaré todo el reino, sino que le daré a tu hijo una tribu, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la que yo elegí".

Primer Libro de Samuel 16,1-13.

El Señor dijo a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado para que no reine más sobre Israel? ¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey". Samuel respondió" "¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me matará". Pero el Señor replicó: "Llevarás contigo una ternera y dirás: 'Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor'. Invitarás a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que debes hacer: tú me ungirás al que yo te diga". Samuel hizo lo que el Señor le había dicho. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a su encuentro muy atemorizados, y le dijeron: "¿Vienes en son de paz, vidente?". "Sí, respondió él; vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio". Luego purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: "Seguro que el Señor tiene ante él a su ungido". Pero el Señor dijo a Samuel: "No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón". Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: "Tampoco a este ha elegido el Señor". Luego hizo pasar a Sammá; pero Samuel dijo: "Tampoco a este ha elegido el Señor". Así Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: "El Señor no ha elegido a ninguno de estos". Entonces Samuel preguntó a Jesé: "¿Están aquí todos los muchachos?". El respondió: "Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño". Samuel dijo a Jesé: "Manda a buscarlos, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que llegue aquí". Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: "Levántate y úngelo, porque es este". Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David. Samuel, por su parte, partió y se fue a Ramá.

1 Crónicas 29,10-12.

Después David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo: "¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú te elevas por encima de todo.
De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el poder y la fuerza, es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.

Jeremías 17,5-8.

Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita. ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto.

Salmo 1,1-2.3.4.6.

¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal.

Jeremías 23,5-8.

Llegarán los días -oráculo del Señor- en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país. En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: "El Señor es nuestra justicia". Por eso, llegarán los días -oráculo del Señor- en que ya no se dirá: "Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto", sino más bien: "por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo".

Salmo 32(31),1-2.5.6.7.

De David. Poema. ¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta! ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez! Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: "Confesaré mis faltas al Señor". ¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!Por eso, que todos tus fieles te supliquen en el momento de la angustia; y cuando irrumpan las aguas caudalosas no llegarán hasta ellos. Tú eres mi refugio, tú me libras de los peligros y me colmas con la alegría de la salvación.

Salmo 37(36),5-6.30-31.39-40.

Encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra; hará brillar tu justicia como el sol y tu derecho, como la luz del mediodía.La boca del justo expresa sabiduría y su lengua dice lo que es recto: la ley de Dios está en su corazón y sus pasos no vacilan.La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en el momento del peligro; el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en él.

Salmo 71(70),3-4.5-6.16-17.

Sé para mí una roca protectora, tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío, de las garras del malvado y del violento!
Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector, y mi alabanza está siempre ante ti.
Vendré a celebrar las proezas del Señor, evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.

Salmo 72,1.12-13.18-19

De Salomón. Concede, Señor, tu justicia al rey y tu rectitud al descendiente de reyes,
Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas.
Sea bendito eternamente su Nombre glorioso y que su gloria llene toda la tierra. ¡Amén! ¡Amén!

Salmo 81(80),10-11.12-13.14-15.

No tendrás ningún Dios extraño, no adorarás a ningún dios extranjero:
yo, el Señor, soy tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no me quiso obedecer;
por eso los entregué a su obstinación, para que se dejaran llevar por sus caprichos.
¡Ojalá mi pueblo me escuchara, e Israel siguiera mis caminos! Yo sometería a sus adversarios en un instante, y volvería mi mano contra sus opresores

Salmo 89,20.21-22.27-28.

Tú hablaste una vez en una visión y dijiste a tus amigos: "Impuse la corona a un valiente, exalté a un guerrero del pueblo.
Encontré a David, mi servidor, y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga poderoso.
El me dirá: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora".
Yo lo constituiré mi primogénito, el más alto de los reyes de la tierra.

Salmo 94(93),12-13.14-15.18-19.

Feliz el que es educado por ti, Señor, aquel a quien instruyes con tu ley, para darle un descanso después de la adversidad, mientras se cava una fosa para el malvado. Porque el Señor no abandona a su pueblo ni deja desamparada a su herencia: la justicia volverá a los tribunales y los rectos de corazón la seguirán. Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuando estoy cargado de preocupaciones, tus consuelos me llenan de alegría.

Salmo 96(95),1-3.7-8.10.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre, día tras día, proclamen su victoria. Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda, Digan entre las naciones: "¡El Señor reina! El mundo está firme y no vacilará. El Señor juzgará a los pueblos con rectitud".

Salmo 106(105),3-4.35-36.37.40.

¡Felices los que proceden con rectitud, los que practican la justicia en todo tiempo!
Acuérdate de mi, Señor, por el amor que tienes a tu pueblo; visítame con tu salvación,
se mezclaron con los paganos e imitaron sus costumbres;
rindieron culto a sus ídolos, que fueron para ellos una trampa.
Sacrificaron en honor de los demonios a sus hijos y a sus hijas;
por eso el Señor se indignó contra su pueblo y abominó de su herencia.

Salmo 106(105),6-7.19-20.21-22.

Hemos pecado, igual que nuestros padres; somos culpables, hicimos el mal: nuestros padres, cuando estaban en Egipto, no comprendieron tus maravillas; no recordaron la multitud de tus favores, y en el Mar Rojo desafiaron al Altísimo. En Horeb se fabricaron un ternero, adoraron una estatua de metal fundido: así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come pasto. Olvidaron a Dios, que los había salvado y había hecho prodigios en Egipto, maravillas en la tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo.

Salmo 119,67.68.71.72.75.76.

Antes de ser afligido, estaba descarriado; pero ahora cumplo tu palabra. Tú eres bueno y haces el bien: enséñame tus mandamientos. Me hizo bien sufrir la humillación, porque así aprendí tus preceptos. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata.Yo sé que tus juicios son justos, Señor, y que me has humillado con razón. Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste.



Salmo 116(115),12-13.14-15.18-19.

¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo.
¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos!
Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la Casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!

Salmo 145(144),2-3.4-5.10-11.

Día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar.
¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable!
Cada generación celebra tus acciones y le anuncia a las otras tus portentos :
ellas hablan del esplendor de tu gloria, y yo también cantaré tus maravillas.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder.

San Marcos 1,12-15.

En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían. Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".

San Marcos 1,21-28.

Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!". Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

San Marcos 1,29-39.

Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando". El les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido". Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.

San Marcos 1,40-45.

Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme". Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: "No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio". Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.

San Marcos 2,1-12.

Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: "¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?" Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate, toma tu camilla y camina'? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".

San Marcos 2,13-17.

Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

San Marcos 2,18-22.

Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".

San Marcos 2,23-28.

Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?". El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?". Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".

San Marcos 4,1-20.

Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".

San Marcos 4,21-25.

Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".

San Marcos 4,26-34.

Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

San Marcos 4,35-41.

Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".

San Marcos 5,1-20.

Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!". Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!". Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.

San Marcos 6,1-6.

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

San Marcos 6,14-29.

El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: "Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos: Otros afirmaban: "Es Elías". Y otros: "Es un profeta como los antiguos". Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado". Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

San Marcos 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

San Marcos 6,53-56.

Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

San Marcos 7,1-13.

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?". El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres". Y les decía: "Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte. En cambio, ustedes afirman: 'Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte...' En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!".

San Marcos 7,14-23.

Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos. Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".

San Marcos 7,24-30.

Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. El le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros". Pero ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos". Entonces él le dijo: "A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija". Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.

San Marcos 7,31-37.

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete". Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

San Marcos 8,1-10.

En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos". Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?". El les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete". Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran. Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.

San Marcos 8,11-13.

Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo". Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.

San Marcos 8,14-21.

Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes". Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?". Ellos le respondieron: "Doce". "Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?". Ellos le respondieron: "Siete". Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?".

Marcos 8,22-26.

Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara. El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?". El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan". Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".

San Marcos 9,2-13.

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo". De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos". Y le hicieron esta pregunta: "¿Por qué dicen los escribas que antes debe venir Elías?". Jesús les respondió: "Sí, Elías debe venir antes para restablecer el orden en todo. Pero, ¿no dice la Escritura que el Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser despreciado? Les aseguro que Elías ya ha venido e hicieron con él lo que quisieron, como estaba escrito".

San Marcos 10,17-27.

Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!". Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios". Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".

San Marcos 10,28-31.

Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".

San Marcos 16,15-18.

Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".

San Mateo 1,18-24.

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa,

San Mateo 9,32-38.


En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado.
El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel".
Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios".
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."

San Mateo 10,1-7.

Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;
Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;
Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.
Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.

San Mateo 10,7-15.


Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
No lleven encima oro ni plata, ni monedas,
ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.
Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.
Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.

San Lucas 1,5-25.

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto". Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo". Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo. Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".

San Lucas 2,22-40.

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

San Lucas 6,17.20-26.

Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!

San Lucas 10,1-9.

Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'.

Carta de San Pablo a los Romanos 4,13.16-18.

En efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe. Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común, como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Abraham es nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen. Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia.

Carta I de San Pablo a los Corintios 12,1-3.

Hermanos, acerca de los dones espirituales no quiero que sigan en la ignorancia. Ustedes saben que, cuando todavía eran paganos, se dejaban arrastrar ciegamente hacia ídolos mudos. Por eso les hago notar que nadie, movido por el Espíritu de Dios puede decir: ¡maldito sea Jesús! Y nadie puede decir: ¡Señor Jesús! si no es movido por el Espíritu Santo.

Carta I de San Pablo a los Corintios 12,4-12.

Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas. Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere. Como el cuerpo, que siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo.



Carta I de San Pablo a los Corintios 12,13-19.

Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizados en un solo Esspíritu para formar un solo cuerpo, y hemos bebido un solo Espíritu.
El cuerpo no está compuesto de un miembro, si no de muchos. Si el pie dijera: Como no soy mano, no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. Si el oído dijera: Como no soy ojo, no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿Cómo oiría?; si todo fuera oído, ¿cómo olería?. Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno como ha querido. Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

Carta I de San Pablo a los Corintios 15,1-11.

Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.

Carta I de San Pablo a los Corintios 15,12.16-20.

Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan? Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. en consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.

Carta a los Hebreos 11,1-7.

Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, comprendemos que la Palabra de Dios formó el mundo, de manera que lo visible proviene de lo invisible. Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio superior al de Caín, y por eso fue reconocido como justo, como lo atestiguó el mismo Dios al aceptar sus dones. Y por esa misma fe, él continúa hablando, aún después de su muerte. Por la fe, Henoc fue llevado al cielo sin pasar por la muerte. Nadie pudo encontrarlo porque Dios se lo llevó, y de él atestigua la Escritura que antes de ser llevado fue agradable a Dios. Ahora bien, sin la fe es imposible agradar a Dios, porque aquel que se acerca a Dios debe creer que él existe y es el justo remunerador de los que lo buscan. Por la fe, Noé, al ser advertido por Dios acerca de lo que aún no se veía, animado de santo temor, construyó un arca para salvar a su familia. Así, por esa misma fe, condenó al mundo y heredó la justicia que viene de la fe.

Carta de San Pablo a los Colosenses 3,1-11.

Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.
Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría.
Estas cosas provocan la ira de Dios.
Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente.
Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras.
Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras
y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador.
Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos

Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 1,1-8.

Pablo, Apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de Vida que está en Cristo Jesús, saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura al igual que mis antepasados, recordándote constantemente, de día y de noche, en mis oraciones. Al acordarme de tus lágrimas, siento un gran deseo de verte, para que mi felicidad sea completa. Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes. Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.

APOCALIPSIS CAPÍTULO 20

Capítulo 20

1 Luego vi que un Angel descendía del cielo, llevando en su mano la llave del Abismo y una enorme cadena.

2 El capturó al Dragón, la antigua Serpiente –que es el Diablo o Satanás– y lo encadenó por mil años.

3 Después lo arrojó al Abismo, lo cerró con llave y lo selló, para que el Dragón no pudiera seducir a los pueblos paganos hasta que se cumplieran los mil años. Transcurridos esos mil años, será soltado por un breve tiempo.

4 Entonces vi unos tronos, y los que se sentaron en ellos recibieron autoridad para juzgar. También vi las almas de los que habían sido decapitados a causa del testimonio de Jesús y de la Palabra de Dios, y a todos los que no habían adorado a la Bestia ni a su imagen, ni habían recibido su marca en la frente o en la mano. Ellos revivieron y reinaron con Cristo durante mil años.

5 Esta es la primera resurrección. Y los demás muertos no pudieron revivir hasta el cumplimiento de esos mil años.

6 ¡Felices y santos, los que participan de la primera resurrección! La segunda muerte no tiene poder sobre ellos: serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años.

7 Y cuando se cumplan esos mil años, Satanás será liberado de su prisión.

8 Saldrá para seducir a los pueblos que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número será tan grande como las arenas del mar,

9 y marcharán sobre toda la extensión de la tierra, para rodear el campamento de los santos, la Ciudad muy amada. Pero caerá fuego del cielo y los consumirá.

10 El Diablo, que los había seducido, será arrojado al estanque de azufre ardiente donde están también la Bestia y el falso profeta. Allí serán torturados día y noche por los siglos de los siglos.

11 Después vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. Ante su presencia, el cielo y la tierra desaparecieron sin dejar rastros.

12 Y vi a los que habían muerto, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos los libros, y también fue abierto el Libro de la Vida; y los que habían muerto fueron juzgados de acuerdo con el contenido de los libros; cada uno según sus obras.

13 El mar devolvió a los muertos que guardaba: la Muerte y el Abismo hicieron lo mismo, y cada uno fue juzgado según sus obras.

14 Entonces la Muerte y el Abismo fueron arrojados al estanque de fuego, que es la segunda muerte.

15 Y los que no estaban inscritos en el Libro de la Vida fueron arrojados al estanque de fuego.

Epístola I de San Pedro 1,3-9.

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo. Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final. Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.

Santiago 1,1-11.

Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión. Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo que la fe, al ser probada, produce la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio. Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento. El que es así no espere recibir nada del Señor, ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder. Que el hermano de condición humilde se gloríe cuando es exaltado, y el rico se alegre cuando es humillado, porque pasará como una flor del campo: apenas sale el sol y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se marchita y desaparece su hermosura. Lo mismo sucederá con el rico en sus empresas.

Epístola I de San Pedro 1,10-16.

Esta salvación ha sido objeto de la búsqueda y la investigación de los profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes. Ellos trataban de descubrir el tiempo y las circunstancias señaladas por el Espíritu de Cristo, que estaba presente en ellos y anunciaba anticipadamente los sufrimientos reservados a Cristo y la gloria que les seguiría. A ellos les fue revelado que estaban al servicio de un mensaje destinado no a sí mismos, sino a ustedes. Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar. Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo. Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los malos deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia. Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta, de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.

Santiago 1,12-18.

Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los que lo aman. Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie, sino que cada uno es tentado por sus malos deseos, que lo atraen y lo seducen. De ellos nace el pecado, y este, una vez cometido, engendra la muerte. No se engañen, queridos hermanos. Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación. El ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación.

ISAIAS 43

14 Así habla el Señor, el redentor de ustedes, el Santo de Israel: A causa de ustedes, yo envié gente a Babilonia, para hacer saltar todos los cerrojos, y el júbilo de los caldeos se convertirá en lamentos.

15 Yo soy el Señor, el Santo, el Creador de Israel, su Rey.

16 Así habla el Señor, el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas;

17 el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha.

18 No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas;

19 yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa.

20 Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi Pueblo, mi elegido,

21 el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.

22 Pero tú no me has invocado, Jacob, porque te cansaste de mí, Israel.

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Los Misterios de la Adoración al Santisismo.

En la tercera parte de la Summa, santo Tomás estudia el Misterio de Cristo —el camino y la verdad— por medio del cual podemos reunirnos con Dios Padre. En esta sección escribe páginas casi no superadas sobre el misterio de la Encarnación y de la Pasión de Jesús, añadiendo también una amplia disertación sobre los siete sacramentos, porque en ellos el Verbo divino encarnado extiende los beneficios de la Encarnación para nuestra salvación, para nuestro camino de fe hacia Dios y la vida eterna, permanece materialmente casi presente con las realidades de la creación, y así nos toca en lo más íntimo.

Hablando de los sacramentos, santo Tomás se detiene de modo particular en el misterio de la Eucaristía, por el cual tuvo una grandísima devoción, hasta tal punto que, según los antiguos biógrafos, solía acercar su cabeza al Sagrario, como para sentir palpitar el Corazón divino y humano de Jesús. En una obra suya de comentario de la Escritura, santo Tomás nos ayuda a comprender la excelencia del sacramento de la Eucaristía, cuando escribe: «Al ser la Eucaristía el sacramento de la Pasión de nuestro Señor, contiene en sí a Jesucristo, que sufrió por nosotros. Por tanto, todo lo que es efecto de la Pasión de nuestro Señor, es también efecto de este sacramento, puesto que no es otra cosa que la aplicación en nosotros de la Pasión del Señor» (In Ioannem, c. 6, lect. 6, n. 963). Comprendemos bien por qué santo Tomás y los demás santos celebraban la santa misa derramando lágrimas de compasión por el Señor, que se ofrece en sacrificio por nosotros, lágrimas de alegría y de gratitud.

Summa Theologiae

Oración de San Francisco de Asís

Oración de San Francisco de Asís

Siete gracias

Accede a las Siete gracias, que la Santísima Virgen concede a las almas que le honran diariamente, meditando sus dolores, con el rezo de siete Avemarías. (Santa Brígida)

HAZ CLICK AQUI !!!


Por la señal de la Santa Cruz,+
De nuestros enemigos,+
Líbranos, Señor +

Primer Dolor- La aflicción que causó a su tierno corazón, la profecía del anciano Simeón.- Cuando le dijo: "una espada traspasará tu alma". (Avemaría)

Segundo Dolor- La angustia que padeció su sensibilísimo corazón, en la huida y permanencia en Egipto.- Porque Herodes quería matar al Niño. (Avemaría)

Tercer Dolor- Las congojas que experimentó su solícito corazón, en la pérdida de su Hijo Jesús. (Avemaría)

Cuarto Dolor- La consternación que sintió su maternal corazón, al encontrar a su Hijo Jesús llevando la cruz a cuestas. (Avemaría)

Quinto Dolor- El martirio de su generoso corazón, asistiendo a su Hijo Jesús en la agonía. (Avemaría)

Sexto Dolor- La herida que sufrió su piadoso Corazón, en la lanzada que abrió el costado de su Hijo Jesús. (Avemaría)

Séptimo Dolor- El desconsuelo y desamparo que padeció su amantísimo corazón, en la sepultura de su Hijo Jesús. (Avemaría)Ruega por nosotros, Virgen dolorosísima, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Siete gracias, que la Santísima Virgen concede a las almas que le honran diariamente, meditando sus dolores, con el rezo de siete Avemarías. (Santa Brígida):

1. Pondré paz en sus familias.
2. Serán iluminadas en los Divinos Misterios.
3. Las consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
4. Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
5. Las defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de la vida.
6. Las asistiré visiblemente: en el momento de su muerte, verán el rostro de su Madre.
7. He conseguido de mi Divino Hijo: que , cuantos prpaguen esta devoción, sean traladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna - directamente, pues serán borrados todos sus pecados -, y mi Hijo y Yo, seremos su eterna consolación y alegria.

ORACIÓN INTERGENERACIONAL

¿Sabías que es muy bueno orar por nuestros antepasados?. Las maldiciones se heredan a través de la decendencia. Especialmente los ancestros que tuvieron pactos satánicos, o practicaron ritos satánicos. O los ancestros homicidas, suicidadas o violadores. O los ancestros que tenian desordenes sexuales en sus vidas. O los ancestros Ateos o que renegaban a Dios. Si en promedio la gente vivia 50 años, entonces en 4 generaciones pasadas tenemos 200 años. Es decir en la cuarta, quinta o sexta generació, materna o paterna, ya estamos orando por los ancestros de los años 1.800, en Independencia de Chile. Es decir una mezcla de indigenas y españoles. En la séptima u octava generación ya estamos orando por personas que no conocían el cristianismo. Oremos entonces, por nuestros ancestros, de la linea materna y paterna, especialmente por aquellos que están en los infiernos o en los purgatorios. Oremos y cortemos con la Espada del Espíritu Santo, toda Cadena Genética de Maldición Heredada de ellos.

SANACIÓN.

En la Unidad del Espíritu Santo, y con la autorización del hermano Carlos Moreno Pezo, les re-envio texto completo, publicado en la página web http://www.levantateycamina.cl para que nos sirva de preambulo a lo que viviremos en el próximo retiro "Jesús Sana y Salva".

Que Dios Bendiga desde ya, a quienes lean este texto de enseñanza, referente a la "SANACIÓN."

domingo 18 de octubre de 2009

LA ORACION CARISMATICA DE SANACION EN LA IGLESIA CATOLICA Y EN LA RENOVACION CARISMATICA

El Señor la sanó de cáncer en una misa en Los Angeles: Da su testimonio Interesante artículo para estudiar y meditarCeferino Santos (sj)

HABLAR de curación carismática no supone en modo alguno hablar de algo extraño, mágico, esotérico o supersticioso.

Hablar de sanación carismática es equivalente a exponer lo que es la sanación cristiana, qué significa la curación con Cristo y con la fuerza de Cristo sanador. No se trata de nada más que de revivir la acción sanadora de Cristo entre su pueblo enfermo y herido, y todo a partir de la fe en Cristo, médico de los cuerpos y de las almas, ayer, hoy y hasta el fin de los tiempos.

CRISTO, SANADOR DEL HOMBRE TOTAL

El nuevo Catecismo de la Iglesia Católica al hablar de la sanación cristiana o por Cristo coincide plenamente con lo que se dice sobre la sanación carismática en los libros que tocan este tema. Los principios teológicos de la sanación cristiana y carismática son los mismos; parecidos son los métodos curativos empleados y su base cristológica y evangélica, aunque siempre caben leves diferencias de importación en el uso, la amplitud y el alcance de los carismas curativos.1). Cristo Sanador.En el principio de toda sanación carismática y cristiana está Cristo, sanador del hombre total. El Verbo de Dios se encarnó para salvar al hombre completo. (Cat. I.C, n° 457). En este mismo número del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice San Gregorio de Niza: "Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, exigía ser restablecida; muerta, resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien; era necesario que se nos devolviera... Estando cautivos, esperábamos un Salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador "En Cristo empieza a estar sanada nuestra naturaleza herida y su sanación llega muchas veces hasta nuestro cuerpo y nuestra alma enfermos, aun antes de la resurrección gloriosa.2. Cristo médico.Cristo actuó como médico de los cuerpos y de las almas en su vida mortal. Así lo llamó el Concilio Vaticano II (SC, 5) y el Catecismo de la Iglesia Católica repite la misma idea:"La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (Mt 4,24) son signo maravilloso de que "Dios ha visitado a su pueblo" (Lc 7,16)... El vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan" (no 1503).El Catecismo recuerda que "los enfermos trataban de tocarlo (Mc 1,41; 3,10; 6,56) "pues salía de él una fuerza que los curaba a todos" (Lc 6,19)" (no 1504)."Todos" significa aquí una generalización por "muchos". De hecho, Cristo "no curó" a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios" (no. 1505).



La enseñanza del nuevo catecismo sobre sanación coincide con la enseñanza evangélica y carismática sobre el tema: "Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan" (Lc 7,22). Cristo curaba toda enfermedad y toda dolencia: endemoniados, epilépticos, paralíticos (Mt 4,2324), lo mismo las enfermedades del alma que las del cuerpo.3. Cristo, Señor de todo.



Al reconocer en el Nuevo Testamento el título divino del Señor en la persona de Jesús, se le está reconociendo su dominio sobre el mundo, sobre la historia y sobre la enfermedad: A lo largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado demostraban su naturaleza divina" (no 447).Ejercer dominio y poder de sanación sobre las enfermedades significa que el señorío de Cristo se extiende también a este campo de desorden y deficiencia en la naturaleza humana.



LOS APÓSTOLES Y DISCIÍPULOS DE JESÚSCRISTO, sanador, transmite a los apóstoles y discípulos que creen en Él, el "oficio" de sanar enfermos de alma y de cuerpo:"A los que crean les acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos" (Mc 16,17-18).Este mandato lo reciben en primer lugar los apóstoles; luego, los demás discípulos. El Catecismo de la Iglesia Católica lo recuerda: "Sanad a los enfermos" (Mt 10,8). Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz (Mt 10,38); ...les hace participar de su ministerio de compasión y de curación: "'y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" (Mc 6,12-13)" (no 1506).Con el poder del nombre de Jesús Pedro y Juan curan al paralítico del templo (Hch 3,6-7); en Samaría, el diácono Felipe realiza prodigios, lanza espíritus impuros y cura paralíticos y lisiados (Hch 8,6- 7); Pablo en Listra cura a un inválido (Hch 14,8-10); en Filipos expulsa un espíritu de adivinación de una sirvienta (Hch 16,18); y en Efeso Dios hacía por medio de Pablo prodigios extraordinarios, hasta el punto que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos que llevaba al cinto para ahuyentar las enfermedades y expulsar los espíritus malignos (Hch 19,11-12).



LA IGLESIA RECIBIÓ EL MANDATO DE CURAR

Esta enseñanza carismática y evangélica también ha sido recogida por el Catecismo de la Iglesia Católica:"¡Sanad a los enfermos! (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla. . . Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da vida eterna (Jn 6,54-58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa S. Pablo (1 Cor 11,30)". (No 1509).Esta idea se repite también al hablar de la penitencia y de la unción de enfermos como "los sacramentos de la curación" (no 1420: Título):"El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (Mc 2,1-12), quiso que su Iglesia continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la PENITENCIA y de la UNCION DE LOS ENFERMOS" (no 1421).Dos premisas subyacen en esta enseñanza: Primera, creer en la presencia vivificante y sanadora de Cristo; segunda, actuar con la fuerza del Espíritu Santo (y no con fuerzas extrañas, parapsicológicas o espiritistas; ésta ya no sería sanación cristiana).Desde estas dos premisas unificadoras y específicas de la curación cristiana y carismática pueden utilizarse los más diversos medios, métodos o fórmulas. Todos tendrán el aspecto cristiano de la presencia y de la actuación de Cristo vivo, y el aspecto carismático del influjo y de la fuerza vivificante del Espíritu Santo.



CAMINOS CARlSMÁTICOS DE SANACIÓN

En el Catecismo de la Iglesia Católica, como en la Renovación carismática, se reconoce que los primeros medios de sanación en la Iglesia son los sacramentos.Así, el sacramento de la Reconciliación no sólo perdona los pecados, sino que con frecuencia sana interior y exteriormente al penitente de las heridas de la enfermedad y del pecado. "La confesión habitual de los pecados veniales ayuda... a dejarse curar por Cristo" (N° 1458). De un modo especial es curativa la unción de enfermos (no 1510), como en seguida veremos, y también el Matrimonio sacramento sana (no 1608). Especialmente importante es la sanación por la Eucaristía: "que esta comunión... me sea defensa de alma y cuerpo y remedio saludable".

En las misas de sanación del P. Emiliano Tardif son muchos los enfermos que se sanan después de comulgar.Los sacramentales son con frecuencia curativos y sanadores. Según el nuevo Catecismo, los sacramentales, signos sagrados instituidos por la Iglesia, son de tipo diverso: bendiciones, la alabanza poderosa de Dios, la intercesión. (no. 1678).Sanación por oración de intercesión. "La Iglesia... intenta realizar (la sanación de los enfermos) tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con que los acompaña: '...rezad unos por otros para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo' (St 5,16)" (N° 1509). (Hace poco al interceder por un jorobado (Olot 1993), se escucharon unos leves crujidos y quedó recta su espalda). La oración de intercesión hecha con fe es eficaz.La oración de intercesión no la hacemos solos: el Espíritu Santo intercede por nosotros y con nosotros (no 2634), e interceden también la Santísima Virgen y los Santos que han sido agradables a Dios (no 2827). San Francisco de Jerónimo, a finales del siglo XVII en Nápoles, intercedía por los enfermos a través de la mediación de San Ciro, médico del siglo IV; y al ungir a un ciego con el óleo del Santo, aquél quedó curado.Sanación por la alabanza. El nuevo Catecismo incluye la alabanza a Dios entre los sacramentales. Merlin Carothers, en su libro carismático "El poder de la alabanza", recuerda numerosas curaciones espirituales y físicas por medio de la plegaria de honor y alabanza a la majestad divina.Sanación por medio de las bendiciones. Para el nuevo Catecismo las bendiciones son un sacramental curativo.



La señal de la cruz es una maravillosa bendición, que repetida por el pueblo sacerdotal de los cristianos tiene desde la fe efectos sanadores. (Conozco a una enfermera religiosa que cuando las medicinas del tratamiento médico de un enfermo no producen los efectos deseados, suele bendecir las píldoras y las inyecciones y con frecuencia se siguen llamativas mejorías).Sanación por la aspersión de agua bendita (no 1668). Se trata de un sacramental, que recuerda la regeneración por el agua del bautismo. El agua que quedó santificada por el contacto del cuerpo de Cristo en el Jordán, sigue teniendo virtualidades sanadoras. (Mons. Gilberto Zuloaga, colombiano, ora por sanación imponiendo un hisopo con agua bendita sobre las frentes de los enfermos. En alguna ocasión al faltar las medicinas en países pobres, se administró el agua bendita como bebida, y se siguieron curaciones como en el caso de una niña epiléptica, al faltarle el Luminal que debía tomar de por vida).



Sanación por imposición de manos (no 1668). Para el nuevo Catecismo se trata de un sacramental. Ordinariamente, como cualquier método de sanación cristiana y carismática, la imposición de manos debe ir acompañada de oración a Dios. No se trata sólo de un remedio natural o parapsicológico. Jesús mismo "se sirve de signos para curar: saliva e imposición de manos (Mc 7,32-36; 8,22-25)" (no 1504). Jesús a una mujer encorvada durante años le impuso las manos y en el acto quedó derecha (Lc 13,13).Este método de la imposición de manos es frecuentemente usado en la Renovación Carismática al orar por los enfermos.Sanación por unción con aceite bendecido. Los discípulos de Jesús "ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" (Mt 6,13). Cristo no necesitaba ungir con aceite a los enfermos. Él mismo era el ungido de Dios con el Espíritu.El aceite bendecido significa el Espíritu de Jesús que unge y cura a los enfermos. Los creyentes, como ungidos y profetas, participamos de los poderes sacerdotales, reales y proféticos de Cristo. Así pues, los laicos también pueden ungir enfermos. (Santa Catalina de Siena curaba enfermos con aceite bendecido, y le prohibieron hacerlo, porque creían que utilizaba el óleo del sacramento de enfermos, sin ser ella sacerdote ministerial. . .)."El aceite. . ., es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas" (Is 1,6; Lc 10,34). (no 1293).No debe confundirse nunca la curación carismática con aceite bendecido y la curación a través del sacramento de la unción de los enfermos (no 1510-1523). "La unción de los enfermos expresa curación y consuelo" (no 1532). (Este sacramento actúa con frecuencia carismáticamente y hemos visto desaparecer por él cánceres, dolores cervicales de vértebras, etc.)Sanación por el perdón. "El perdón de Dios inaugura la curación (Sal 32,5; 107,20; Mc 2,5-12)" (n° 1502).



El perdón es curativo en el ámbito espiritual, psicológico y físico. Al paralítico Cristo primero le perdona los pecados (Mc 2,5: "Hijo, se te perdonan tus pecados"), y luego lo sana (Mc 2, 11: "Ponte en pie, carga tu camilla y echa a andar").(Un joven de 28 años quedó curado de asma, que padecía desde los 3 años, fecha en que les abandonó su padre dejándolos en la miseria, tras haber perdonado a su padre. Perdón y sanación física tienen una relación íntima).Sanación por la Palabra de Dios. La Sagrada Escritura, a veces es usada carismáticamente para sanar enfermos. La lejana palabra del Salmo 107 nos revelaba esta promesa: "Envió su palabra para curarlos, para salvarlos de su perdición" (Sal 107,20). San Francisco Javier enviaba a su joven monaguillo a leer un evangelio al enfermo y éste curaba; mandó leérselo a un muerto y éste resucitó. (Con la lectura del Salmo 27, exclusivamente, vi curarse a una religiosa de graves problemas emocionales). Cristo es la verdadera Palabra de Dios que nos sana.Sanación en conexión con la persona de Cristo. Todo lo relacionado con Cristo nos sana.. Sanación por las llagas de Cristo. El profeta Isaías nos decía que Dios "descargó sobre Él el castigo que nos sana y con sus cicatrices nos hemos curado" (Is 53,5b). San Pedro nos recuerda que "por sus llagas hemos sido sanados" (IP 2,24). Podemos orar: Señor, escondemos en tus llagas este cáncer. (Curiosamente las llagas de la corona de espinas de Cristo, a veces, curan de jaquecas, migrañas, insomnios).¡. Sanación por invocación del Nombre de Jesús. Su invocación repetida produce efectos de paz en las almas y a veces de sanación en el cuerpo: "Por su nombre ha sido restablecido éste que vosotros veis y conocéis" (Hch 3,16).. Sanación por increpación a la enfermedad en Nombre del Cristo: "Él increpó a la fiebre, en la suegra de Pedro, y la fiebre se fue" (Lc 4,39).Sanación por el Amor de Dios, aceptado en nuestras vidas. Este amor se convierte en presencia sanadora del Espíritu Santo. Cuando toca nuestras llagas físicas puede curarlas. Cuando pasa por hechos y acontecimientos negativos, que nos dejaron recuerdos dolorosos, se convierte en sanación de recuerdos. La presencia misericordiosa de Cristo, en las heridas de nuestro subconsciente y de nuestra conciencia, nos cura también al nivel de emociones mientras que el psicoanálisis, a veces, sólo nos ordena en el ámbito de comprensión intelectual de nuestros males psicológicos. Cristo siempre trata de curar al hombre completo: "Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado a lo largo de los siglos" (no 1503).Sanación por el carisma de curación. "El Espíritu Santo, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, da a algunos un especial carisma de curación (I Cor. 12,9. 28.30) para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado". (no 1508).La plenitud de vida y de salud del Resucitado puede comunicarse a los hombres enfermos, transformarlos y sanarlos. Este carisma de curación ha existido siempre en la Iglesia, aunque en nuestros días parece haberse democratizado en el pueblo cristiano y carismático. (Puede consultarse el libro del P. Tardif "Jesús está vivo", México, 1984).Sanación con el carisma de conocimiento. El Espíritu Santo puede descubrir la raíz espiritual, moral, psicológica o fisiológica de un mal, para que haciendo presente a Cristo en esta raíz del mal, el enfermo se cure. (El P. Emiliano Tardif avisa al final de una Eucaristía que Jesús está sanando la columna de un sacerdote que está detrás de él y que tiene dolores al confesar. Desde aquel día este sacerdote no vuelve a sentir dolores en el torturante confesionario. El P. De Grandis anuncia que el Señor está curando a un sacerdote con luxación en su muñeca derecha. Pregunta quién es el curado y nadie contesta. Pide luz a Dios y se dirige a un sacerdote y le dice: El curado eres tú. Efectivamente era así).Sanación por la fe. Cristo suele actuar según la medida de fe de los que se acercan a El. "Si crees, verás la gloria de Dios" (Jn 11,40), dice Cristo antes de la resurrección de Lázaro a Marta. "Tu fe te ha sanado" (Mt 9,22), dice Cristo a la mujer con años de hemorragias y posible cáncer de útero."Sanando enfermedades y perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria del que le suplica con fe: 'Vete en paz, ¡tu fe te ha salvado!"' (no 2616).

OTRAS OBSERVACIONES

1.1. Al hablar de sanación cristiana y carismática no debemos olvidar nunca el sentido cristiano del dolor. El P. Michael Scanlan (New Covenant 1973) escribía acertadamente sobre curación:"Al tratar de Sanación, debemos elevar nuestra visión por encima de los problemas aislados y contemplar cómo Dios llama al hombre a participar de la vida plena en el CUERPO DE CRISTO. No podemos aislar ninguna enfermedad o herida - sea una pierna quebrada, un cáncer o un complejo de inferioridad- de la visión que Dios tiene de la IGLESIA como el CUERPO DE CRISTO, de los hombres como unidos a este cuerpo y de las heridas como partes dolientes de toda la persona".Hay enfermedades que tienen un sentido expiatorio dentro de todo el Cuerpo de Cristo; por ellas la Iglesia se asemeja a Cristo paciente y el Padre les da un sentido maravillosamente corredentor, completando nosotros la que falta a la pasión de Cristo. En cambio, otras veces, la gloria de Dios será que el enfermo se sane.

2. El servicio de sanación carismática: Aunque fundamentalmente la sanación cristiana que expone el Catecismo de la Iglesia Católica es esencialmente la misma realidad operativa que la sanación carismática, sí se puede notar diferencias de impostación, énfasis o matiz, en el modo de practicar la sanación entre los carismáticos.

2.1. Con la Renovación Carismática en el mundo son hoy muchos más los cristianos que ejercen su sacerdocio común con poderes sacerdotales, proféticos y reales de tipo carismático, y que ejercen el poder de la oración y de la fe, cuando piden por los enfermos con imposición de manos.

2.2. También se experimenta un aumento cuantitativo de sanaciones de las más diversas enfermedades fisiológicas, psicosomáticas, psicomentales y del espíritu con más desarrollo de la fe y la esperanza en los creyentes. El Reino de Dios se hace como más presente y visible en estos casos. Pudiéramos decir que el Espíritu Santo está democratizando las sanaciones a través de la Renovación Carismática.

2.3. En ella es pensamiento comúnmente aceptado que los dones o carismas de curación se reciben ya desde el bautismo, pero que se mantienen en paro, latentes e improductivos por parte de los cristianos que no oran por los enfermos y no los usan desde la fe.

2.4. Al lado del carisma de sanación se emplean con frecuencia en la Renovación carismática otros carismas, como la palabra de conocimiento, anunciando en público las curaciones que el Señor Jesús está realizando.

2.5. El servicio de sanación se extiende algunas veces en la Renovación Carismática a la oración de liberación por personas, oprimidas por influencias diabólicas, a las que no mejoró ni el largo tratamiento psiquiátrico, y sí alcanza el poder liberador de Cristo sobre los espíritus del mal. El psiquiatra inglés Dr. Kenneth McAlI reconoce las ventajas de la oración de liberación cuando fallan los métodos psiquiátricos en su libro Healing the Family free (Shelton 1982) . Esta oración de liberación no es frecuente fuera de círculos carismáticos. La utilizan con cierta frecuencia y en ciertos casos difíciles psiquiatras cristianos y carismáticos, tanto católicos como de otras denominaciones. La oración de liberación suele tener efectos poderosos en los afectados por opresiones e influencias diabólicas.

2.6: La sanación por la oración en lenguas es común en la Renovación Carismática. Muchas veces no sabemos lo que conviene pedir en casos difíciles. En estos casos es buena la oración de tipo de balbuceo carismático, dejando que el Espíritu se exprese en nosotros con gemidos inenarrables (Rom 8,26). San Alfonso M. de Ligorio recomendaba esta oración a los sacerdotes en casos de liberación, cuando el penitente se asustaría si se orara en voz alta.

2.7: La sanación de recuerdos o del subconsciente negativo es bastante frecuente y de algún modo característica de la sanación carismática. (El miedo desde antes de nacer, el miedo a animales (gato, perro, vaca); el miedo por accidentes, vividos anteriormente, suelen curarse haciendo presente a Cristo sanador en esa circunstancia y oyéndole que nos dice: "No temas; yo te protejo. Mira, no te ha pasado nada grave. Te doy mi paz. Confía en mí. Yo cuido de tu futuro...").

2.8. También es común, aunque no exclusiva, entre carismáticos la sanación del árbol familiar; como explica el Padre Robert DeGrandis en su libro Sanación intergeneracional. ( 1992, Sereca, Madrid).Nos recuerda el P. DeGrandis en Sana a tu hermano (México, Libr. Parr. Clavería, S.A.), p. 52, que Bob, joven hombre de negocios, sentía dolores de cabeza fuertes y miedo al nadar en la parte profunda de la piscina. Se pidió una palabra de conocimiento y salió 'barco'. Pero barco no significaba para el joven ejecutivo nada especial. Al fin recordó a un primo marino, prisionero en la Segunda Guerra Mundial, al que mataron los mismos americanos al torpedear al barco enemigo donde estaba prisionero. Se rezó por sanación de recuerdos y por el descanso eterno del familiar difunto para que el Señor le sanara de la angustia del naufragio y de la muerte. Los dolores de cabeza al nadar en lo profundo de la piscina desaparecieron para siempre.A veces, la propia sanación ocurre a través de la oración por alguien ajeno al propio árbol genealógico. Recuerdo el caso de una niña de ocho años que repetía a su madre: Tú no eres mi madre. Mi madre es una señora rubia que me visita cada noche. Los tratamientos psiquiátricos resultaron ineficaces. Al orar por la niña llegó el recuerdo de una señora rubia alemana que había vivido en la vecindad de la familia de la niña. Se recordó que había perdido a su hija única en accidente y que había venido a España para olvidar. No lo logró, y una noche se suicidó desde el acantilado del mar. Cuando se oró por la señora alemana suicidada, por su hija muerta en accidente y por la niña española con problemas psicológicos, ésta volvió a dormir bien y dejó de ver a su supuesta madre en las apariciones nocturnas. No tuvo que volver a psiquiatras ni a psicoanalistas.

2.9. El descanso en el espíritu aparece a veces en la Renovación carismática como fenómeno de sanación interior o física. En estos casos el cuerpo pierde estabilidad y cae al suelo sin movimiento, mientras la mente sigue despierta a la acción de Dios. Encontramos casos parecidos en la Escritura Sagrada como sucedió en el caso de Saulo a las puertas de Damasco (Hch 9,3-6). Cae al suelo y sigue escuchando la voz del Señor, mientras en él se produce una profunda sanación interior. El profeta Daniel, ante la presencia divina, cae en tierra sin poder moverse (Dn 10,9-10). Y algo parecido sucede con el niño epiléptico curado por Cristo, tras quedar inmóvil en tierra y como muerto (Mc 9,26).

2.10. Una modalidad bastante común de curación carismática es el equipo de sanación. Varios hermanos discernidos y con la llamada a orar por enfermos, con enfermedades graves o con psicologías rotas, oran conjuntamente como equipo de sanación. Uno tiene el carisma de curación, otro el don de conocimiento, otros conocimientos médicos o psicológicos y alguno posee conocimientos teológicos o práctica pastoral o sacerdotal. Juntos estudian y tratan los casos más difíciles en comunidad de fe y dentro del debido secreto profesional. Así sucede con las comunidades sanadoras de las Bienaventuranzas, de Naín de Francia.

2.11. Las misas de sanación son muy frecuentes en la Renovación carismática. En ella se pide de un modo especial por los enfermos, aunque toda Eucaristía, por sí misma, ya es sanadora. Son muy conocidas las misas de sanación del P. Tardif, por las curaciones que en ellas se producen.

2.12. Dentro del ambiente carismático brotó también la Asociación de terapeutas Cristianos asociados, que comparten sus experiencias y sus estudios de sanación carismática y tratan de que la curación por Cristo llegue al mayor número posible de hombres heridos, enfermos y necesitados. Suelen tener sus convenciones anuales.

CONCLUSIÓN

Las modalidades de la sanación carismática son múltiples, pero la raíz profunda y subyacente en toda sanación cristiana es el poder sanador del Espíritu de Jesús, el amor misericordioso del Padre y la actuación compasiva del Señor Jesús Resucitado, que comunica, según el designio del Padre, su restauración redentora a la humanidad herida y enferma en todos sus estratos: en el subconsciente y en consciente, en el cuerpo y en el alma, en lo espiritual y en lo orgánico.No debemos despreciar las manifestaciones de la sanación carismática y cristiana en la Iglesia. Son una señal de que el Reino de Dios está presente con fuerza y con poder entre nosotros. Si estas señales faltan, tal vez, sea porque el Reino de Dios y nuestra fe están invernados, latentes e inactivos. Si la Iglesia no ejercita este ministerio de sanación muchos de nuestros católicos enfermos van a acudir a otras iglesias que utilizan este ministerio, o acudirán a curanderos, brujos o visionarios, que tratan de curar con poderes parapsicológicos o espiritistas, que terminan alejándolos de la Iglesia a la que ven como demasiado racional, fría y desencarnada de las expectativas de sanación en Cristo para los sencillos.

Tenemos que enseñar a nuestro pueblo enfermo a acudir desde la fe a Cristo, el sanador y médico de los cuerpos y de las almas.

Publicado por Carlos Moreno Pezo

ORACIONES DEL ROSARIO

ORACIONES DEL ROSARIO

SEÑAL DE LA CRUZ

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.


CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.


PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.

AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


JACULATORIAS
Puede usarse una de estas dos:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).


SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.


Oración.
Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.


MISTERIOS DEL ROSARIO
MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado)

I. ORACIÓN INICIAL

El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.

El que dirige el rezo:
¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.

El que dirige el rezo:
Hoy contemplaremos los misterios gozosos. Ellos se caracterizan por el gozo que produce el acontecimiento de la encarnación. Meditar los misterios "gozosos" significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo. Significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la Encarnación y sobre el preanuncio del misterio del dolor salvífico. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 20).

El que dirige el rezo:
En el primer misterio gozoso se contempla la Anunciación.

"Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre, llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando donde ella estaba dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo...vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús"... Dijo María: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra"". (Lc 1, 26-28.31-38)

El que dirige el rezo:
Oh Dios, autor de la salvación, que enviaste a tu ángel Gabriel a Santa María para hacerla Madre del Redentor; aviva en nuestra mente la firme convicción de ser tus hijos y de querer vivir siempre en comunión con el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:Amén.

El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por la paz del mundo: Para que los gobernantes de las naciones, responsables de promover el bien común y la concordia entre las naciones, establezcan entre los pueblos relaciones de justicia, de reconciliación y de paz.


Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.


El que dirige el rezo:

En el segundo misterio gozoso se contempla la Visitación de Nuestra Señora.

"En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María...quedó llena del Espíritu Santo". (Lc 1, 39-41)


El que dirige el rezo:

Oh Señor, sabiduría y fuerza de los profetas, que inspiraste a la Madre del Verbo encarnado visitar a su distante y anciana prima, para que tu Hijo, que ella llevaba en su seno, santificase a Juan, el más grande profeta; concédenos obtener las gracias y las virtudes por la presencia operante de la Madre de la Iglesia.Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.

El que dirige el rezo:

Ofrecemos este misterio por nuestro Arzobispo, y por todos los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis: Para que vivan su sacerdocio como servicio incansable y donación sin límites a Cristo y a la Iglesia.S

Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.


El que dirige el rezo:

En el tercer misterio gozoso se contempla el nacimiento de Jesús.

"José y María salieron de Nazaret hacia Belén y, "mientras ellos estaban allí se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre"". (Lc 2, 6-7)



El que dirige el rezo: Oh Señor del cielo y de la tierra, que te complaciste en poner en movimiento a las estrellas del cielo y encaminar a los humildes y doctos hacia la fría cueva en donde María dio a luz a tu Hijo divino; concédenos unirnos en la humildad y el amor a la vida del Verbo encarnado. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.

El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por todas nuestras familias: Para que por medio del rezo constante del santo rosario, nuestros hogares vivan cimentados en el amor y en la paz de Cristo.

Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.


El que dirige el rezo:En el cuarto misterio gozoso se contempla la purificación de la Virgen.

"Cuando, según la ley de Moisés, se cumplieron los días de la purificación, subieron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está prescrito en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor"". (Lc 2, 22-23)



El que dirige el rezo:

Oh Dios, libertador del pueblo elegido, que acogiste en el templo a tu Hijo divino con su Madre Virgen; concédenos por intercesión de la misma Madre de Dios ser presentados a ti en el Paraíso. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo:

Ofrecemos este misterio por los enfermos: Para que el Señor Jesús y nuestra Madre Santa María, salud de los enfermos, los visiten con su amor misericordioso y les den la salud deseada.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.


El que dirige el rezo:En el quinto misterio gozoso se contempla el Niño perdido y hallado en el templo.

"El niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres...Al cabo de tres días, lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles". (Lc 2, 43-46)



El que dirige el rezo:

Oh Padre del cielo, que consentiste que tu Hijo divino se entretuviera contigo, entre los doctores del templo, no obstante las grandes angustias de sus padres por el temor de haberlo perdido; haznos perseverantes en la oración para conseguir los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo:

Ofrecemos este misterio para que Santa María nos eduque a contemplar el rostro de Jesús, su Hijo y así nuestra mirada no se aparte jamás de Él.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.



III. CONCLUSIÓN.



El que dirige el rezo: Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...



(También se pueden rezar las Letanías).



El que dirige el rezo:Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:Amén.



El que dirige el rezo:En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)

I. ORACIÓN INICIAL

El que dirige el rezo: En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos:Amén.

El que dirige el rezo: ¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Hoy contemplaremos los misterios dolorosos. El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, intuyendo que ellos son el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación. Los misterios dolorosos llevan al creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 22).



El que dirige el rezo: En el primer misterio doloroso se contempla la oración en el huerto de los Olivos.


"Salió (del cenáculo) y, como de costumbre, fue hacia el monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Y se apartó de ellos...y puesto de rodillas oraba diciendo: "Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya"...Y sumido en angustia, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como de gotas espesas de sangre que caían en tierra". (Lc 22, 39-44)



El que dirige el rezo: Oh Dios, omnipotente y misericordioso, que en el huerto de los Olivos abandonaste a tu Hijo a una amarguísima agonía para expiación de los pecados de los hombres; convierte a ti, suma bondad, nuestras frágiles voluntades para que detestando el pecado, nos convirtamos a la santidad y a la justicia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por todas las personas sumergidas en la angustia, en la soledad, y en la depresión, para que la Gracia de Dios los levante de su estado, y puedan ascender con Jesús a un estado de gracia, optimismo y de amor.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.




El que dirige el rezo: En el segundo misterio doloroso se contempla la flagelación del Señor.



"Díceles Pilato: "¿Y qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?" Y todos a una: "¡Sea crucificado!"...Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado". (Mt 27, 22; Mc 15, 15)



El que dirige el rezo: Dios de infinita bondad y de eterna justicia, que toleraste la pena dolorosa de la flagelación de tu divino Hijo para que su sangre lavase las miserias de los hombres; imprime en nosotros sentimientos de vivo dolor por nuestros pecados y confirma el sincero propósito de repararlo generosa y sinceramente.Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por los que sufren en el cuerpo, los que sufren en sus enfermedades físicas, para que se unifiquen al dolor de Jesucristo Nuestro Señor y alcancen de él la sanación.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.





El que dirige el rezo: En el tercer misterio doloroso se contempla la coronación de espinas.



"Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio, y llamaron a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: "¡Salve, Rey de los judíos!". (Mc 15, 16-18)



El que dirige el rezo: Sabiduría eterna de Dios, que no ahorraste a tu divino Hijo, nuestro Salvador, el tormento de la corona de espinas para que expiase especialmente los pecados de impureza y de orgullo del hombre; sálvanos de las tinieblas del mal. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.

El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por las personas que padecen alguna enfermedad mental, por aquellas personas que tienen algún daño cerebral, los que sufren cefaleas, los que sufren ezquizofrenia, demencia cenil, para que sus padecimientos y dolores, se unifiquen al sufrimiento de Jesucristo en su coronación de espinas, y através de él, alcancen el milagro de la sanación definitiva.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.





El que dirige el rezo: En el cuarto misterio doloroso se contempla a Jesús con la cruz a cuestas.



"Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí, le crucificaron" (Jn 19, 16-18)



El que dirige el rezo: Oh Dios, que manifestaste tu amor en la admirable redención del hombre y que de la penosa subida al Calvario de tu divino Hijo sacaste plena satisfacción por las culpas de la humanidad entera; convierte a los pecadores al verdadero camino, para que vuelvan a recorrerlo, aceptando de buen grado el peso de la cruz y las humillaciones debidas por sus pecados. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por todas las personas que llevan pesadas cargas en sus espaldas, por las personas cansadas, por las personas que sfren el peso de la cruz por sus pecados y por sus hermanos, para que unidos al sufrimiento en cruz de Jesucristo, renueven las fuerzas y dones espirituales, recibiendo de él el don de Fortaleza.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.





El que dirige el rezo: En el quinto misterio doloroso se contempla la muerte de Jesús en la cruz.



"Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dice al discípulo: "ahí tienes a tu madre"...(después) la oscuridad cayó sobre toda la tierra hasta la hora de nona...y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" y, dicho esto, expiró". (Jn 19, 26-27; Lc 23, 44-46)El que dirige el rezo: Imploramos, Oh Señor, tu misericordia infinita, por la muerte en la cruz de tu amado Hijo, obediencia suprema a tu designio divino; para que sea dignamente honrada tu justicia y los hombres puedan entrar a gozar de tu presencia en la casa paterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por nuestros difuntos, y por sus familiares, para que Jesús nos conceda la Gracia de su perdón y resurrección, para que nos otorgue el Consuelo, y la Gracia de la Vida Eterna y su Reino Celestial.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.



III. CONCLUSIÓN.

El que dirige el rezo: Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...



(También se pueden rezar las Letanías).



El que dirige el rezo: Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.



El que dirige el rezo: En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.


MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)
I. ORACIÓN INICIAL

El que dirige el rezo: En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.

El que dirige el rezo: ¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.

El que dirige el rezo: Hoy contemplaremos los misterios gloriosos. La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo, en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe (ver 1 Cor 15,14), y revive el gozo de María, quien experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 23).

El que dirige el rezo: En el primer misterio glorioso contemplamos la Resurrección del Señor.

"Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: "No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron"". (Mc 16, 5-6)

El que dirige el rezo: Padre de inmensa gloria, por la fe viva y operante en la resurrección de tu divino Hijo, haznos vencedores del mal y del infierno. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:Amén.


El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por la gloriosa resurrección de los difuntos, para que les sean perdonados todos sus pecados, y unidos al Sagrado Corazón de Jesús, sus almas sean purificadas y ascendidas al Reino de los cielos.

Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.

El que dirige el rezo: En el segundo misterio glorioso se contempla la Ascensión del Señor a los cielos.

"Jesús se acercó a ellos y les habló así: "Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo..." Después...alzando sus manos los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo, en donde está sentado a la derecha del Padre". (Mt 28, 18-19; Lc 24, 50-51)

El que dirige el rezo: Dios, omnipotente y eterno, que glorificaste la humanidad gloriosa de tu divino Hijo con la triunfante ascensión al cielo; mantén despierta en nosotros la esperanza de las realidades espirituales y haznos partícipes en la tierra de los sentimientos del corazón materno de Santa María. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:Amén.

El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por el Pueblo Cristiano Católico, por su santidad de vida, salud e intenciones; Para que el Señor Jesús Ascendido a los cielos, lo sostenga en todo momento con su amor.


Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.



El que dirige el rezo: En el tercer misterio glorioso se contempla la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los apóstoles.

"Llegado el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar...Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que dividiéndose se posaron sobre cada uno de ellos; y quedaron todos llenos del Espíritu Santo". (Hch 2, 1.3-4)

El que dirige el rezo: ¡Oh Padre!, que en unión de tu divino Hijo enviaste al Espíritu Santo a Santa María, la madre de Jesús, y a los apóstoles, reunidos con ella en el cenáculo; une a toda la humanidad en Cristo, nuestro Redentor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por un permanente pentecostés en nuestras vidas, en las vidas de nuestros familiares y hermanos católicos carismáticos, para que recibas diariamente la Gracia del Bautismo en el Espísitu Santo, dando testimonio diario de evangelización practicando la santidad de vida a imagen y semejanza de Jesucristo Nuestro Señor.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.



El que dirige el rezo: En el cuarto misterio glorioso se contempla la asunción de Santa María al cielo .

"La Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, concluida su vida terrena fue ascendida en cuerpo y espíritu a la gloria celestial" (Definición dogmática de Pío XII)


El que dirige el rezo: Oh Dios, felicidad eterna de los bienaventurados, que con la asunción al cielo en cuerpo, mente y espíritu de la Madre de tu Hijo divino manifestaste el triunfo de la reconciliación del hombre; por la intercesión de la misma Virgen María, haznos santos, como tú nos quieres.Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:Amén.

El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por la Santa Comunión de los Santos, y por la armoniosa convivencia entre los católicos, hijos de un solo Dios. Para que en nuestras parroquias, nuestros sacerdotes y religiosas, haya una muy buena acogida a los hermanos de la renovación católica carismática.

Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.


El que dirige el rezo: En el quinto misterio glorioso se contempla la coronación de Santa María.

"Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza". (Ap 12, 1) El que dirige el rezo: Oh Trinidad gloriosa y eterna, fin último de la persona humana y de todo el universo creado, que revelas tu gloria de manera singular en la exaltación de la Madre de tu divino Hijo, como Madre de la Iglesia triunfante, purgante y militante; haznos ahora, en la tierra, hijos devotos de la Iglesia, para poder gozar para siempre de la infinita misericordia de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:Amén.

El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por las almas católicas y no católicas, para que acepten en sus mentes, corazones y almas, el reinado de María Santisima, como Reina y Soberana de los Santos, de los ángeles, y de la humanidad entera.


Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.



III. CONCLUSIÓN.

El que dirige el rezo: Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...



(También se pueden rezar las Letanías).



El que dirige el rezo: Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.





MISTERIOS LUMINOSOS (jueves) [1]

I. ORACIÓN INICIAL

El que dirige el rezo:En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.



El que dirige el rezo: ¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.




El que dirige el rezo: Hoy contemplaremos los nuevos misterios de la luz. Cada uno de estos misterios revela el Reino ya presente en la persona misma del Señor Jesús. Si bien todo el misterio de Cristo es Luz, ya que Él es la Luz del mundo, esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando el Señor anuncia el Evangelio del Reino. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 21).



El que dirige el rezo:En el primer misterio luminoso se contempla el Bautismo de Jesús en el Jordán.



"Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi preferido"". (Mc 1, 9-11)



El que dirige el rezo: Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo se manifestó en la realidad de nuestra carne; concédenos poder transformarnos interiormente a imagen de aquel que hemos conocido semejante a nosotros en su humanidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por los jóvenes: Para que siguiendo el ejemplo de entrega generosa de Santa María, tengan el valor de seguir el llamado del Señor en sus vidas y den todas sus energías para construir un mundo más justo y reconciliado donde se viva sin temor el espíritu de las Bienaventuranzas del Reino.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.



El que dirige el rezo:En el segundo misterio luminoso se contempla la auto revelación de Jesús en las Bodas de Caná.



"Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino". Jesús le contestó: "Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Aún no ha llegado mi hora". Su Madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que Él diga". Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él". (Jn 2, 3-5.11)



El que dirige el rezo:S eñor, Padre Santo, que, por admirable designio, quisiste que la Virgen santa interviniese en los misterios de nuestra salvación; concédenos te rogamos, que dóciles a las palabras de la misma Madre de Cristo, hagamos todo lo que tu Hijo enseñó y ordenó en su Evangelio.Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo:Ofrecemos este misterio por las familias cristianas: Para que como verdaderas iglesias domésticas, sean auténticos santuarios donde se viva la fe, la esperanza y la caridad; donde florezca la fidelidad, la obediencia filial, y el amor mutuo; donde se defienda y promueva la vida.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre. Canto.



El que dirige el rezo:En el tercer misterio luminoso se contempla el anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.



"Después que Juan fue encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, a predicar la buena noticia del Reino de Dios. Decía: "El tiempo ha llegado y el reino de Dios ya está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio"". (Mc 1,14-15)



El que dirige el rezo: Señor Dios nuestro, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos diste el modelo del discípulo que fielmente guarda las palabras de vida; te rogamos que abras nuestros corazones para escuchar las palabras de la salvación, y así, por el poder del Espíritu Santo, resuenen a diario en nosotros y produzcan abundantes frutos de conversión y santidad.Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por la humanidad entera: Para que Nuestra Señora de la Evangelización, Madre y protectora de nuestros pueblos, al que ha acompañado a través de su historia como su Maestra en la fe, interceda por nosotros y nos ayude a construir en nuestro mundo, la ansiada civilización del amor.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.



El que dirige el rezo: En el cuarto misterio luminoso se contempla la Transfiguración



"Y sucedió que, mientras Jesús estaba orando, cambió el aspecto de su rostro, y su ropa se volvió de una blancura resplandeciente...De la nube salió una voz, que dijo: "Éste es mi Hijo amado, mi elegido. Escuchadle a Él"". (Lc 9, 29.35)



El que dirige el rezo: Oh Dios, que en la Transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos; concédenos, te rogamos que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por los consagrados y consagradas: Para que viviendo su consagración religiosa, por la fiel observancia de sus reglas y constituciones, vivan con firmeza y constancia la caridad perfecta para con Dios, para con la Iglesia y para con el prójimo.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.Canto.



El que dirige el rezo: En el quinto misterio luminoso se contempla la Institución de la Eucaristía.



"Durante la cena, Jesús tomó pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo. "Tomad y comed, esto es mi cuerpo". Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y lo pasó a sus discípulos, diciendo: "Bebed todos de ella, porque esto es mi sangre"". (Mt 26, 26-27)



El que dirige el rezo: Oh, Dios, que en la Santa Eucaristía nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo: Ofrecemos este misterio por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio: Para que la vida de los sacerdotes sea una vida santa y para que en nuestras Arquidiócesis, siempre hayan corazones jóvenes que estén dispuestos a seguir el llamado del Señor en el servicio sacerdotal.



Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.

Credo de Nicea - Constantinopla (Credo Largo)

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén

III. CONCLUSIÓN.

El que dirige el rezo:Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...



(También se pueden rezar las Letanías).



El que dirige el rezo: Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos:Amén.



El que dirige el rezo:En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.






1. Nuevos misterios propuestos por Juan Pablo II a la contemplación de los creyentes en la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae" (16-10-2002.) Se llaman misterios de luz o misterios luminosos porque en su vida pública Cristo se manifiesta como misterio de luz: "Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo" (Jn 9, 5). Estos nuevos misterios se rezan el jueves, pasando la segunda contemplación de los misterios gozosos al sábado.



TEXTO ORIGINAL AQUI





¡Ven, Espíritu Divino!

Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Amén.



Oración de Unción del Espiritu Santo

Dios Padre Yavhé, en nombre de tu Divino Hijo, Nuestro Señor y Rey de nuestras vidas y de nuestras Almas, te rogamos que las gracias recibidas en nuestro bautismo y confirmación, se vean revitalizadas mediante una nueva efusión del Espiritu Santo.

Te damos permiso Dios Padre Eterno, para que tu Espiritu Santo libere su fuerza sobre todos quienes leen estas lineas, quienes están escuchando estas palabras, quienes están rezando esta oración, y que tu Espiritu Santo nos produzca frutos de transformación, amor y misericordia.

Que tu Espiritu Santo obre en nuestros corazones con poder, que crezca la caridad y la fe en nuestras vidas, que se manifieste en nosotros y nuestras familias el poder de tu amor, que trascienda el tiempo, el lugar, el espacio, incluso la muerte misma. Que tu amor lo abarque y penetre todo, en especial en quien en este minuto esté pensando en mi.

Señor Jesucristo te damos permiso, te rogamos que soples tu Espiritu Santo sobre nosotros, y sobre el mundo entero. ¡Amén!.

Caminar en el Espíritu


Espíritu Santo,
eres viento: llévame donde quieras;
eres brisa: déjame respirar lo nuevo;
eres fuerza: levántame del suelo;
eres vida: dame pasión por la vida;
eres alimento: nútreme de tu savia;
eres luz: ilumíname con tus rayos;
eres calor: calienta mi existencia;
eres libertad: hazme libre;
eres fecundidad: cúbreme con tu sombra;
eres agua viva: dame de beber;
eres respuesta: dame fuerza para decir sí al Padre, al Hijo y a ti, Espíritu Santo.

ORACIONES PARA OBTENER DE DIOS LA CURACIÓN

El anhelo de felicidad, profundamente radicado en el corazón humano, ha sido acompañado desde siempre por el deseo de obtener la liberación de la enfermedad y de entender su sentido cuando se experimenta.

ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR.

Señor Jesús, Tú has venido a curar los corazones heridos y atribulados, te ruego que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en especial que cures aquellos que son causa de pecado.

Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en tierna edad y de aquellas heridas que me los han provocadoa lo largo de toda la vida.

Señor Jesús, Tú conoces mis problemas,los pongo todos en Tu corazón de Buen Pastor. Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en Tu Corazón, que cures las pequeñas heridas que hay en el mío.

Cura las heridas de mis recuerdos, a fin de que nada de cuanto me ha acaecido me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la preocupación.

Cura, Señor, Todas esas heridas que, en mi vida, han sido causa de raíces de pecado. Quiero perdonar a todas las personas que me han ofendido, mira esas heridas interioresque me hacen incapaz de perdonar. Tú que has venido a curar los corazones afligidos, cura mi corazón.

Cura, Señor Jesús, mis heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas. Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame los sentimientos de Tu Corazón Divino. Ayúdame a ser humilde y benigno. Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las personas queridas. Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la certeza de que Tú eres la Resurrección y la Vida. Hazme testigo autentico de Tu Resurrección, de Tu Victoria sobre el pecado y la muerte, de Tu Presencia Viviente entre nosotros. Amén.

ORACIONES DE INVOCACIÓN AL ESPIRITU SANTO

VEN, ESPÍRITU SANTO



Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias,ven luz de los corazones.

Consolador magnífico, dulce huésped del alma, su dulce refrigerio.

Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto. ¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno.

Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.

Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está extraviado.

Concede a tus fieles, que en Ti confían tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud,dales el puerto de la salvación, dales la felicidad eterna.





VEN, ESPÍRITU CREADOR



Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los corazones, que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador, don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tu, el dedo de la mano de Dios;

Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne.

Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía, y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo.



Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén.



V. Envía tu Espíritu y serán creados.



R. Y renovarás la faz de la tierra.



Oremos. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.





CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO



Recibe, ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.



Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.



¡Oh Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María según el modelo de vuestro amado JESÚS.



Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.



(Rezar un Padrenuestro por las intenciones del Sumo Pontífice)





ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO



¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime que debo hacer, ordéname.



Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.





ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO PARA PEDIR SUS 7 DONES



I ¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.



Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.



Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.



Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación.



Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.



Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.



Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.



Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.





II Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.



Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.



Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.



Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.



Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.



Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.



Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.



Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.



Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.





III Amor infinito y Espíritu Santificador:



Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría, que me libre del tedio y de la insensatez.



Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas, dudas, nieblas, desconfianzas.



Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones e imprudencias.



Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me libre de los engaños del mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su verdadero valor.



Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y cobardía en todo caso de conflicto.



Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia, crueldad y venganza.



Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo, vanidad, ambición y presunción.

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REY CELESTE



Rey celeste, Espíritu Consolador, Espíritu de Verdad, que estás presente en todas partes y lo llenas todo, tesoro de todo bien y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, purifícanos y sálvanos, Tú que eres bueno.



1. "El hombre justo que ya vive la vida de la divina gracia y opera por congruentes virtudes, como el alma por sus potencias, tiene necesidad de aquellos siete dones que se llaman propios del Espíritu Santo. Gracias a estos el alma se dispone y se fortalece para seguir mas fácil y prontamente las divinas inspiraciones: es tanta la eficacia de estos dones, que la conducen a la cumbre de la santidad; y tanta su excelencia, que permanecen intactos, aunque mas perfectos, en el reino celestial. Merced a estos dones, el Espíritu Santo nos mueve y realza a desear y conseguir las bienaventuranzas, que son como flores abiertas en la primavera, cual indicio y presagio de la eterna bienaventuranza. Y muy regalados son, finalmente, los frutos enumerados por el Apóstol que el Espíritu Santo produce y comunica a los hombres justos, aun durante la vida mortal, llenos de toda dulzura y gozo, pues son del Espíritu Santo que en la Trinidad es el amor del Padre y del Hijo y que llena de infinita dulzura a las criaturas todas". León XIII, Enc. Divinum Illud Munus, 9-V-1897.





RESPIRA EN MI(S. Agustín)



Respira en mi Oh Espíritu SantoPara que mis pensamientosPuedan ser todos santos.



Actúa en mí Oh Espíritu SantoPara que mi trabajo, también Pueda ser santo.



Atrae mi corazón Oh Espíritu Santo Para que sólo ame Lo que es santo.



Fortaléceme Oh Espíritu SantoPara que defienda Todo lo que es Santo.



Guárdame pues Oh Espíritu Santo Para que yo siempre Pueda ser santo.

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ESPÍRITU SANTO, ALMA DE MI ALMA (P. José Kentenich)



Espíritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.

Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.

Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.

Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.

Dame a conocer lo que debo realizar.

Dame a conocer lo que debo sufrir.

Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar.

Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.

Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios.



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ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

PARA ADQUIRIR EL SANTO BALANCE



Señor concédeme:

-La serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar-El valor para cambiar aquellas que puedo-Y la sabiduría para conocer la diferencia.

Oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre:

- lo que debo pensar,- lo que debo decir, - como debo decirlo,- lo que debo callar, - lo que debo escribir,- como debo de obrar.

Para procurar vuestra Gloria, el bien de las almas y mi propia santificación. Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortifica mi voluntad. Señor dame el balance divino en mi vida. Gloria a ti Señor.



__________





ORACIÓN DE JUAN PABLO II AL ESPÍRITU SANTO.



Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo del gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.



Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.



Ven, Espíritu de amor y de paz.



Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.



Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.



Ven, Espíritu de amor y de paz.



Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.



Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.



Ven, Espíritu de amor y de paz.



Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones. y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.



Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.



Ven, Espíritu de amor y de paz.



A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.



Amén.



ORACIÓN A LA LLAGA DEL HOMBRO DE JESÚS.

¡OH, AMABILISIMO JESÚS!, MANSO CORDERO DE DIOS, A PESAR DE SER YO UNA CRIATURA MISERABLE Y PECADORA, TE ADORO Y VENERO LA LLAGA CAUSADA POR EL PESO DE TU CRUZ, QUE, DILACERANDO TUS CARNES, DEJÓ AL DESNUDO LOS HUESOS DE TU HOMBRO SAGRADO, DEL CUAL, TU MADRE DOLOROSA TANTO SE COMPADECIÓ. TAMIBÉN YO, ¡OH AMABILISISMO JESÚS! ME COMPADEZCO DE TI Y DEL FONDO DE MI CORAZÓN TE ALABO, TE GLORIFICO, TE AGRADEZCO POR ESA LLAGA DOLOROSA DE TU HOMBRO, EN QUE QUISISTES CARGAR TU CRUZ POR MI SALVACIÓN. ¡AH! POR LOS SUFRIMIENTOS QUE PADECISTE Y QUE AUMENTARON EL ENORME PESO DE TU CRUZ, TE RUEGO, CON MUCHA HUMILDAD: ¡TEN PIEDAD DE MI, POBRE CRIATURA PECADORA, PERDONA MIS PECADOS Y CONDÚCEME AL CIELO POR EL CAMINO DE LA CRUZ!

(Rezar 7 Ave Maria y agregar: "¡Mi Madre Santísima, imprime en mi corazón las llagas de Jesucristo crucificado!".

Indulgencia:

¡Oh dulcísimo Jesús, no seas mi Juez, si no mi Salvador!. "¡Amén!".

San Agustín (354-430), obispo de Hipona, (África del Norte) y doctor de la Iglesia

«Se marchó al descampado y allí se puso a orar»

¿Por qué en la oración nos preocupamos de tantas cosas y nos preguntamos cómo hemos de orar, temiendo que nuestras plegarias no procedan con rectitud? Limitémonos a decir con el salmo: «Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo» (Sl 26,4). En aquella morada los días no consisten en el empezar y en el pasar uno después de otro, ni el comienzo de un día significa el fin del anterior; todos los días se dan simultáneamente, y ninguno se termina allí donde ni la vida ni sus días tienen fin.

Para que lográramos esta Vida verdadera y dichosa nos enseñó a orar; pero no quiso que lo hiciéramos con muchas palabras, como si nos escuchara mejor cuanto más locuaces nos mostráramos, pues, como el mismo Señor dijo, oramos a aquel que conoce nuestras necesidades aun antes de que se las expongamos (Mt 6,8)...

¿Sabe él lo que nos es necesario antes de que se lo pidamos? Entonces, ¿por qué nos exhorta a la oración continua? (Lc 18,1) Esto nos podría resultar extraño si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él, ciertamente, no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes, y nuestra capacidad de recibir es pequeña e insignificante. Por eso nos dice: «Ensanchaos; no os unáis al mismo yugo con los infieles» (2C 6,13). Se trata de un don realmente inmenso...: cuanto más fielmente creemos, más firmemente esperamos y más ardientemente deseamos este don, más capaces somos de recibirlo. Así, pues, constantemente oramos por medio de la fe, de la esperanza y de la caridad, con un deseo ininterrumpido.

Oración a San Benito

¡Oh glorioso Patriarca de los Monjes, San Benito!, amado del Señor, poderoso en milagros, padre bondadoso para con todos los que te invocan, yo te pido intercedas por mí ante el trono del señor.

En todo tiempo extiende tu protección sobre mí; líbrame de todos los males de cuerpo y alma; defiéndeme a mí y a todos los míos del poder de los enemigos infernales.
Ruega por mí a fin de que viviendo según la ley del Señor, merezca ser hallado digno de recibir la eterna recompensa. Por Jesucristo Nuestro Señor.

V) Glorioso apareciste en la presencia del Señor.
R) Por eso el Señor te revistió de hermosura ¡ San Benito! en tus manos pongo mi vida, líbrame del poder de los espíritus malignos

Dios nuestro, que constituiste al abad San Benito como un insigne maestro para los que quieren entregarse a tu servicio, concédenos que, anteponiendo tu amor a todas las cosas, corramos con un amor generoso por el camino de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Oración de agradecimiento para después de la Santa Misa y de la Sagrada Comunión

Oración de agradecimiento para después de la Santa Misa y de la Sagrada ComuniónOración de Santo Tomás de Aquino

Gracias te doy, Señor Dios Padre Todopoderoso, por todos los beneficios y señaladamente porque has querido admitirme a la participación del sacratísimo Cuerpo y Sangre de tu Unigénito Hijo. Suplícote, Padre clementísimo, que esta sagrada Comunión no sea para mi alma lazo ni ocasión de castigo, si no intercesión saludable para el perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad ,muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad y de todas las virtudes; sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo sólo, mi verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi dichosa muerte. Y te ruego que tengas por bien llevarme a mí pecador, a aquel convite inefable, donde Tú con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida y gozo perdurable, dicha completa, y felicidad perfecta. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

(Compilado por José Gálvez Krüger)

Rosario de la Liberación.

Hermoso el Rosario de Liberacion, Dios siempre nos escucha… Es un rosario muy milagroso.
Podemos rezar el Rosario de la Liberación intercediendo por aquellos que el Señor coloque en nuestro corazón. Debemos, por lo tanto, rezarlo por nosotros mismos, para que seamos purificados en la Sangre de Jesús, a través de la oración ¡Jesús, ten piedad de mí! Solamente así seremos canales abiertos a la gracia de Dios.
El Rosario de la Liberación debe rezarse por una intención cada vez que se reza: Conversión, matrimonio, familia, salud, trabajo, parientes, amigos, enemigos (que no deben existir), etc. Cada intención debe corresponder a una tercera parte del rosario. Cuando se reza con el corazón y con la fe en el poder liberador y curador de la Palabra de Dios y del nombre de Jesús, la intercesión toca el corazón de nuestro Dios porque se realiza en el nombre de Jesús y de acuerdo a la Palabra de Dios, y su efecto se hace sentir rápida y poderosamente.
La oración del Rosario de la Liberación dura aproximadamente ocho minutos.
Dios los guie

“Llegan a Jericó. Y al salir de Jericó acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo ( Bartimeo ), un mendigo ciego estaba junto al camino. Al enterarse que era Jesús de Nazareth, se puso a gritar: ¡Hijo de David, Jesús ten compasión de mí! “ ( Mc. 10, 46-47). Jesús se detuvo. El también va a detenerse a fin de atenderte como lo hizo con el ciego Bartimeo.
“Jesús, dirigéndose a él, le dijo: “¿Qué quieres que te haga? “El ciego le respondió: ´Rabboni, ¡Que vea!` Jesús le dijo: `Vete, tu fe te ha salvado´. Y, al instante, recobró la vista y le seguía por el camino”. (Mc 10,51-52) así como Jesús se detuvo al oir la oración – ¡Jesús, ten piedad de mí! – y le preguntó al ciego Bartimeo: “¿Qué quieres que haga?” y el ciego respondió: “¡Que vea!”, Jesús al oír tu oración – ¡Jesús, ten piedad de mí! – , parará y te preguntará: “¿Qué quieres que te haga?” y tú con toda fe, responderás: ¡Jesús, sáname! ¡Jesús. Sálvame! ¡Jesús, libérame!.

ORACION
En tus brazos amorosos Madre Inmaculada confiamos los frutos de este Rosario de la Liberación.
Señor Jesús, queremos alabarte y agradecerte el que Tú, por tu misericordia y piedad, suscitaste esta oración poderosa que produce frutos maravillosos de salud, salvación y liberación en nuestra vida, en nuestra familia y en la vida de las personas por las que oramos.
¡Gracias, Jesús, por tu infinito amor por nosotros! Padre celestial, nosotros Te amamos, Padre, con toda la confianza de hijos.
Nosotros nos acercamos a Ti en este momento y clamamos un gran derramamiento de tu Espíritu en nuestro corazón.
¡Padre! Queremos vaciarnos de nosotros mismos para que el Espíritu Santo pueda venir sobre nosotros. Por eso, delante de la cruz de Jesucristo, renovamos nuestra entrega total e incondicional a Ti. Pedimos perdón de todos nuestros pecados y los colocamos ahora sobre el cuerpo llagado de Jesús. Nosotros nos vaciamos de todas las aflicciones, preocupaciones, angustias y de todo aquello que nos ha quitado la alegría de vivir. Te entregamos nuestro corazón, en nombre de Jesús.
Padre, colocamos sobre las llagas de Jesús Crucificado todas nuestras enfermedades del cuerpo, del alma y del espíritu; las preocupaciones con la familia y con el trabajo; los problemas de orden financiero, matrimonial y todas nuestras angustias, incertidumbres y aflicciones. Señor, clamamos el poder redentor de la Sangre de Jesús. Que esta Sangre venga sobre nosotros ahora para limpiarnos y para purificar nuestro corazón de toda mala conciencia.
¡Jesús, ten piedad de mí!
¡Jesús ten piedad de nosotros!
Si, Padre, queremos entregarte nuestras voluntades, flaquezas, miserias y pecados; nuestro corazón, cuerpo, alma y espíritu, en fin todo lo que somos y tenemos: nuestra fe, vida, matrimonio, familia, trabajo, vocación, ministerios.
¡Llénanos con tu Espíritu, Señor! ¡Llénanos con tu amor, con tu poder y con tu vida!
¡Ven, Espíritu Santo de Dios! ¡Ven en nombre de Jesús! Ven y torna viva dentro de nosotros la Palabra de Dios proclamada a través de la oración del Rosario de la Liberación, y que él opere en cada corazón la gracia de la cura, salvación y liberación, en nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
ROSARIO DE LA LIBERACION
El Rosario de la Liberación se inicia con el Credo y termina con la oración del Salve . En cada cuenta del Padrenuestro nosotros vamos a proclamar la palabra de Dios”. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres” (Jn 8,36).
Si, por ejemplo, oro por mì mismo, diré (en cada cuenta en vez del Padrenuestro): Si Jesús me libera, seré verdaderamente libre. Si oro por mi familia, diré: Si Jesús libera a mi familia, mi familia será verdaderamente libre. ¡Se está proclamando la palabra de Dios!
En cada cuenta de las Avemarías, oramos:
¡Jesús, ten piedad de mí! ¡Jesús, sáname! ¡Jesús, sálvame! ¡Jesús, libérame!
Si oras por tu familia, deberás rezar en cada cuenta de las Avemarías: ¡Jesús, ten piedad de mi familia! ¡Jesús, sana a mi familia! ¡Jesús, salva a mi familia! ¡Jesús, libera a mi familia!
Y en cada cuenta del Padrenuestro: Si Jesús libera a mi familia, mi familia será verdaderamente libre.
Si oras por una persona, por ejemplo, José, harás de la siguiente forma:
En cada cuenta del Padrenuestro: Si Jesús libera a José, José será verdaderamente libre.
En cada cuenta de las Avemarías: ¡Jesús, ten piedad de José! ¡Jesús, sana a José! ¡Jesús, salva a José! ¡Jesús, libera a José!
Después de rezar el Rosario de la Liberación completo, agradece a Jesús por las bendiciones que Él está derramando sobre ti, sobre aquellos por quienes estás intercediendo.
Oremos:
Señor Jesús, te pedimos perdón por todos nuestros pecados. Pedimos además, en tu nombre, a Dios Padre, que El envíe el Espíritu Santo, derramando en nuestro corazón el don de proclamar tu Palabra, con mucha fe y confianza, a través del Rosario de la Liberación. Te pedimos, Jesús, que por tu poder se manifieste en nuestra vida, que Tú realices milagros y prodigios a través de esta poderosísima oración de fe que no es otra cosa sino la proclamación de tu Palabra.
Amen. ¡Aleluya!

Oración de la Sangre de Cristo

Señor Jesús, en tu nombre y con el Poder de tu Sangre Preciosa sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan (nombrar a cada una de ellas), las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que Él generosamente nos envía para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos, y en fe colocamos un círculo de Su Sangre alrededor de toda nuestra familia. Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de ellas). Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos, las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.
Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida, ya que gracias a Ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo. Amén.

BENDICIONES.

Deuteronomio 28, 1-14.
"Si obedeces y escuchas la voz del Señor, tu Dios, poniendo en práctica todos los preceptos que yo te mando hoy, el Señor, tu Dios, te pondrá por encima de todas las naciones del mundo. Sobre ti irán viniendo, hasta darte alcance, todas estas bendiciones, si escuchas la voz del Señor, tu Dios:

"Bendito seas en la ciudad, bendito seas en el campo.
"Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu suelo, el fruto de tu ganado, las crías de tus reses y el parto de tus ovejas.
"Bendita sea tu canasta y bendito el recipiente donde amasas tu pan.
"Bendito seas al entrar, bendito seas al salir.
"Que el Señor te entregue ya vencidos los enemigos que se alcen contra ti; vendrán a atacarte por un camino y por siete caminos huirán.
"Que el Señor mande contigo la bendición en tus graneros y en tus empresas y te bendiga en la tierra que va a darte el Señor, tu Dios.
"Que el Señor te nombre su pueblo santo, como te tiene prometido, si guardas los preceptos del Señor, tu Dios, y por sus caminos; así verán todos los pueblos de la tierra que se ha invocado sobre ti el Nombre del Señor, y te temerán.
"Que el Señor te enriquezca con el fruto de tu vientre, el fruto de tu ganado y el fruto de tu suelo, en la tierra que el Señor había prometido a tus padres que te daría a ti.
"Que el Señor te abra su rico tesoro del cielo, dando a su tiempo la lluvia a tu tierra y bendiciendo todas tus tareas; así, prestarás a muchas naciones y tú no pedirás prestado.
"Que el Señor te ponga en el primer lugar, no en el último; que siempre estés encima de los demás, nunca debajo; si escuchas los preceptos del Señor, tu Dios, que yo te mando hoy, poniéndolos por obra, y no te apartes a derecha ni a izquierda de lo que yo te mando hoy, yendo detrás de dioses extranjeros para darles culto.

COMUNIDAD "JERICÓ"

COMUNIDAD CARISMÁTICA CATÓLICA, CONCEPCIÓN, CHILE.



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