
El Papa señaló que "cada sacerdote sabe que es un instrumento necesario para la acción salvífica de Dios, pero sigue siendo un instrumento. Esto debe hacer más humildes y generosos a los presbíteros en la administración de los sacramentos, en la observancia de las normas canónicas, y también en la profunda convicción de que su misión es asegurar que todas las personas, unidas a Cristo, puedan ofrecerse a Dios como hostia viva, santa, agradable a El".
Dirigiéndose a todos los sacerdotes, el Santo Padre les alentó a "vivir con alegría y con amor la liturgia y el culto" y renovó la reciente invitación "a volver al confesionario, como lugar en que celebrar el sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en que "habitar" más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia divina, junto a la presencia real en la Eucaristía".
"Quisiera invitar también a los sacerdotes -añadió- a celebrar y vivir con intensidad la Eucaristía". Los presbíteros "están llamados a ser ministros de este gran misterio, en el sacramento y en la vida".
Asimismo, añadió, "es indispensable que el sacerdote tienda a la perfección moral, que debe habitar todo corazón verdaderamente sacerdotal": también hay un ejemplo de fe y de testimonio de santidad que el Pueblo de Dios se espera justamente de sus pastores".
Benedicto XVI terminó pidiendo a los fieles que fueran "conscientes del gran don que los sacerdotes son para la Iglesia y el mundo; a través de su ministerio, el Señor sigue salvando a los hombres, se hace presente y santifica. Dad gracias a Dios, y sobre todo rezad y sostened a vuestros sacerdotes, especialmente en las dificultades, para que sean cada vez más pastores según el corazón de Dios".
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