miércoles, 28 de julio de 2010

El que tenga oídos, que oiga!

María Agustina Hildt M
July 27, 2010 at 12:20pm

Asunto: ¡El que tenga oídos, que oiga!

Del evangelio de San Mateo (13, 36-43)

Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo". El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
Palabra del Señor


Como habíamos dicho, eran dos las parábolas del Reino que añadían una explicación del mismo Jesús. La primera era la del sembrador (Mt 13,1-9), que leímos el miércoles 21 de julio y su explicación, era la lectura correspondiente al viernes 23 de julio. La otra parábola era la del trigo y la cizaña (Mt 13,24-30), leída el sábado pasado; cuya explicación se ofrece en el texto de evangelio de hoy (Mt 13,36-43).
El hombre que había sembrado semilla en su campo era el "Hijo del hombre". Este era un título mesiánico que Jesús utilizaba para referirse a si mismo. Es un concepto que pertenece a la literatura profética apocalíptica (Ezequiel, Daniel).
El campo sembrado era el mundo (Mt 13,38). Así, el Hijo del hombre era el que siembra en el mundo. La semilla son los hombres, habitantes del duelo. Ellos pueden ser "ciudadanos de la Ciudad de Dios" (San Agustín) o miembros de la ciudad terrena. El enemigo es el que siembra la maldad (Mt 13,39). Jesús nos enseña a huir de este sembrador. Por eso en el Padre Nuestro nos enseñó a pedirle al Padre : que no nos deje caer en la tentación (Mt 6,13; Lc 11,4) y que nos libre del mal ( Mt 6,13)
La cosecha es el fin del mundo. Cuando proponía la parábola decía que trigo y cizaña debían crecer juntos hasta la cosecha (Mt 13, 28-30). Los cosechadores debían ser tolerantes y pacientes hasta ese momento. Los hombres no son los cosechadores, sino los ángeles. Ellos podrán separar, en el día del juicio: una plantación de otra. Podrán separar lo malo de entre lo bueno. La luz de en medio de las tinieblas.
El Hijo del hombre, que había sembrado buena semilla, enviará arrancar de su reino a los malvados y purificar a la Iglesia de todos los escándalos. ¿Cuáles podrían ser esos escándalos que afean el rostro de la Iglesia? Y los colocará lejos de su presencia. El "horno ardiente" es figura del infierno. Allí habitarán los malvados y aquellos que, con sus escándalos hayan "manchado" a la Iglesia. Enseñaba San Pablo que Cristo " purificó (a la Iglesia) con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada" (Ef. 5,26-27). Recién cuando la Iglesia sea purificada por el agua y la palabra, resplandeceremos como el sol en el reino del Padre. Mientras tanto la Iglesia que es santa, convive con escándalos y malvados. Igualmente Dios no dejará de enviarle auténticos testigos (santos y justos) que vayan rejuveneciendo su rostro.

Padre Gonzalo

No hay comentarios:

Publicar un comentario