lunes, 16 de agosto de 2010

Tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Comunidad Jerico Jerico
August 10, 2010 at 7:54am
Asunto: Tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Te Adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Dios Trino de Amor: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espiritu Santo, a ti sea toda nuestra confianza, todo nuestro cariño y amor perpetuo.

Te adoramos a ti Señor Jesucristo, por que "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo", a quien adoramos y confiamos nuestras oraciones de alabanzas e intercesión.

Te rogamos Jesús, ten piedad de nosotros, no sueltes nuestras manos, regalanos un espiritu de revelación, edifica en nosotros tu Iglesia, y que el poder de la Muerte no prevalezca contra ella. Danos las llaves del Reino de los Cielos, a través de la Adoración, la Alabanza, La contemplación, Tus Dones, Tus Carismas, Tus Sacramentos. Confiamos en tu promesa, hecha a San Pedro, y que perdura por siempre, a través de tu Espirritu Santo, y todo lo que atemos en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desatemos en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti. Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor-: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: "Conozcan al Señor ". Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor-. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.

La confesión es un magnífico acto, un acto de un gran amor. Sólo a él podemos llegarnos como pecadores, portadores de pecado, y sólo de él podemos marcharnos como pecadores perdonados, sin pecado.

La confesión es siempre la humildad puesta en acto. Hace años le llamábamos penitencia, pero verdaderamente se trata de un sacramento de amor, del sacramento del perdón. Cuando entre Cristo y yo se abre una brecha, cuando mi amor se resquebraja, cualquiera puede venir a llenar esta brecha. La confesión es el momento en que yo permito a Cristo llevarse de mi todo lo que divide, todo lo que destruye. La realidad de mis pecados debe ser primera. A la mayoría de nosotros nos acecha el peligro de olvidar que somos pecadores y que debemos llegarnos a la confesión como lo que somos. Debemos ponernos ante Dios para decirle cuán desolados estamos por todo lo que hemos hecho y que le ha herido.

El confesionario no es un lugar de conversaciones banales o de charlatanerías. Sólo hay un sujeto importante: mis pecados, mi dolor, mi perdón, como vencer las tentaciones, como practicar la virtud, como crecer en el amor de Dios.


(Tomado de ...)
El sacramento de la reconciliación: «Lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo»
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
Nadie tiene amor más grande

No hay comentarios:

Publicar un comentario