viernes, 3 de septiembre de 2010

¡A vino nuevo, odres nuevos!

Jesús nos recuerda también cuál es el test y la prueba del verdadero amor por él: «cargar con la propia cruz». Cargar con la propia cruz no significa buscar sufrimientos. Cristo tampoco se puso a buscar su cruz; en obediencia a la voluntad del Padre la cargó sobre sí cuando los hombres se la pusieron a espaldas, transformándola con su amor obediente de instrumento de suplicio en signo de redención y de gloria. Jesús no vino a aumentar las cruces humanas, sino más bien a darles un sentido. Con razón, se ha dicho que «quien busca a Jesús sin la cruz, encontrará la cruz sin Jesús», es decir, de todos modos encontrará la cruz, pero sin la fuerza para cargar con ella. P. Raniero Cantalamessa.

"Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor". San Lucas 5,33-39.

Hay una enseñanza nueva o una nueva versión, más renovada, del misterio de la Cruz, que nos lo explica el sacerdote católico Raniero Cantalamessa, y que viene a transformarse esta enseñanza en un vino nuevo, para nuestros corazones renovados. Es por ello que es muy importante, para aquellos que buscamos la renovación de nuestros corazones, buscarla permanetemente, alimentandonos de la Palabra, como si fuere un pancito amasado calientito, entregado de las mismas manos divinas de Nuestro Señor Jesucristo, para nuestro alimento y fortalecimiento en la Fe.

Debemos pedir insistentemente, que el Espiritu Santo, sea ese vino nuevo, que renovará nuestros corazones, nuestras formas de pensar y discernir. Para ello nuestros corazones deben estar sanados !!!.

Dentro de las promesas de Dios, está la recompensa para quienes, tienen una lealtad inquiebrantable con Él, el nos promete bendiciones y protección para quienes lo tengamos a Él como único deleite, y él colmará los deseos de nuestros corazones.

Salmo 37(36),3-4.5-6.27-28.39-40.
Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón. Encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra; hará brillar tu justicia como el sol y tu derecho, como la luz del mediodía. Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada,
porque el Señor ama la justicia y nunca abandona a sus fieles. Los impíos serán aniquilados y su descendencia quedará extirpada, La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en el momento del peligro; el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en él.

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