martes, 24 de abril de 2012

San Martín de Porres a 50 años de canonización

Dominicos analizan legado de San Martín de Porres a 50 años de canonización Lima, Abr 24, 2012 / 12:17AM En el marco de las celebraciones por los 50 años de canonización de San Martín de Porres (S.M.P.), dos sacerdotes peruanos de la Orden de los Dominicos analizan desde el Convento de Santo Domingo, donde vivió el Santo, su legado y aporte a la Iglesia y los fieles de hoy. El P. Javier Abanto Silva, director de Radio Santa Rosa, explicó a EWTN Noticias sobre el ejemplo de vida y el importante aporte espiritual de San Martín para los dominicos de su tiempo y para los cientos de fieles de hoy que tiene este Santo en el Perú y el mundo. "El ejemplo de cercanía Dios y santidad que nos ha transmitido lo vemos claramente en sus virtudes, como la gran humildad y caridad con los más necesitados, que representa para nosotros los dominicos, para los peruanos y todas las personas que seguimos a este Santo un ejemplo para nuestra vida espiritual y cristiana; además para nuestra vida familiar", dijo. En ese sentido, el sacerdote resaltó la urgencia de que las familias cojan el ejemplo de vida de este Santo, "que tengan humildad, que sepan amar y que sepan unir a perro, pericote y gato, es decir, arreglar los problemas familiares con el diálogo y no con ira o desamor". "Para poder ser admitido al convento (San Martín) no hizo una protesta social ni un revuelo por los derechos humanos, sino simplemente se donó, porque su interés estaba en servir, no en aparecer ante los demás", señaló el P. Abanto. Por su parte, el P. Juan Anguerri, director de la Casa Hogar S.M.P., resaltó que las celebraciones por los 50 años de canonización de SMP son ocasión para recordar el valor y testimonio de este Santo mulato, como sus patronazgos, que venían de su intenso amor a la Virgen María y a la Eucaristía. "En esta Sala Capitular presidida por un Cristo crucificado, muchos de los hermanos dominicos de Martín lo encontraron varias veces levitando en oración intensa y abrazando al Cristo crucificado", expresó el Padre resaltando la gran fe del Santo mulato. "’Yo los curo, pero Dios los sana´, solía decir Martín cuando curaba a los enfermos, y predicaba siempre que `la salud plena viene de Dios´". Asimismo, indicó que San Martín tuvo varios oficios, de los cuales en la actualidad es considerado Patrono, como el de peluquero, por el cual Pablo VI lo declaró Patrón de los Barbieri (peluqueros), además de Patrón de los enfermero, Patrón de los trabajadores municipales (barrenderos) y Patrón de los boticario en los altares. "Son oficios que entre la gente no son muy valorados, sin embargo, mediante ese servicio humilde es como si San Martín enviara un mensaje para revalorizar esos trabajos". Finalmente, expresó que San Martín de Porres simboliza una reconciliación de razas, "como hijo ilegítimo representa una reconciliación porque acoge con alegría y paz su doble herencia de raza blanca y negra, no reniega de sus abandonos. Muestra esa inclinación religiosa de su padre, por ello el Papa Pio XII lo proclama Patrón de la Justicia Social". EWTN El santo mulato nació en Lima en 1579 de padre español y madre panameña. De caballero y mulata nació el santo. Tardó su padre en reconocerlo pero al final asintió, teniendo de todas formas que partir dejando al pequeño al cuidado de su madre. Son misteriosos los caminos del Señor: no fue sino un santo quien lo confirmó en la fe de sus padres. Fue Santo Toribio Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima y actual patrono del Episcopado Latinoamericano, quien hizo descender el Espíritu sobre su moreno corazón, corazón que el Señor fue haciendo manso y humilde como el de su Madre. Martín aprendió el oficio de barbero y también algo de medicina. El muchacho era inteligente, y fue tal su amor por los hermanos que no tardó en aprender para poderlos servir mejor. Desde niño sentía predilección por los enfermos y los pobres en quienes reconocía sin duda el rostro sufriente de su Señor. A los quince años la gracia recibida y el ardor por vivir más cerca de Dios en servicio completo a sus hermanos humanos lo impulsó a pedir ser admitido como donado en el convento de los dominicos que había en Lima. Pronto la virtud del moreno dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extendía desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que podía encontrar en la calle. Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Reconciliador. En 1603 le fue concedida la profesión religiosa y pronunció los votos de pobreza, obediencia y castidad. Hombre de gran caridad, unía a su incesante oración las penitencias más duras. Era mucho el amor, eran poco el sueño y la comida, lo sostenía la oración, la infinita misericordia de Dios. Es muy probable que haya conocido a Santa Rosa de Lima. El Señor tiene sus caminos, y los tuvo de dolor y alegría para nuestro mulato. Así nos ama el Señor, como a su Madre. La virtud del santo, su intensa vida espiritual, sostenían su entrega, pero sin duda alguna, aquello que más recuerda el pueblo de Lima son sus numerosos milagros. A veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan sólo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación. Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. Otros lo vieron en dos lugares distintos a un mismo tiempo. Todos, grandes señores y hombres sencillos, no tardaban en recurrir al socorro del santo mulato: "yo te curo, Dios te sana" decía Martín con grande conciencia del inmenso amor del Señor que ha gustado siempre de tocar el corazón de los hombres con manos humanas. Enfermero y hortelano herbolario, Fray Martín cultivaba las plantas medicinales que aliviaban a sus enfermos. Su amor humilde y generoso lo abarcaba todo: su amabilidad con los animales era fruto de su inmenso amor por el Creador de todas las cosas. El pueblo de Lima venera hoy su dulce y sencilla imagen, con su escoba en la mano dando de comer, de un mismo plato, a perro, ratón y gato. Tras una vida de honda respuesta a la gracia de Dios, de intensa y perseverante entrega vividas al calor de la caridad y el sacrificio, ya a los sesenta años de edad, Fray Martín cayó enfermo y supo de inmediato que había llegado la hora de encontrarse con el Señor. El pueblo se conmovió, y mientras en la calle toda Lima lloraba, el mismo virrey fue a verlo a su lecho de muerte para besar la mano de quien decía de sí mismo ser un perro mulato, tal era la veneración que todos le tenían. Poco después, mientras se le rezaba el credo, besando el crucifijo con profunda alegría, el santo partió. Pero esta partida no lo alejó de su pueblo quien esperanzado le reza a diario aguardando su tierna intercesión y agradeciendo sus milagros. Fray Martín de Porres, el mulato "santo de la escoba" fue canonizado el 6 de mayo de 1962 por el Papa Juan XXIII. ARZOBISPADO DEL PERÚ

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