viernes, 13 de julio de 2012

Don de sanación o curación IV

¿Cómo cura Jesús nuestras enfermedades? Hemos dicho que Jesús vino a curar todo género de enfermedades, físicas y psíquicas, del cuerpo y del alma. Las enfermedades del alma, las cura con los Sacramentos. Las del cuerpo por tres medios:

1) por médicos y medicinas.

2) directamente.

3) por los Sacramentos.

Jesús cura las enfermedades físicas y psíquicas: 1) Con los medios naturales que pone a disposición nuestra, por medio de médicos y medicinas. ¡Cuánta pena me da escuchar expresiones como éstas: “Cristo empieza donde acaba el médico”, “cuando el médico de la tierra no puede hacer nada más, hay que recurrir al del cielo”! Se habla como si se tratara de dos profesiones lejanas y distintas; uno para casos ordinarios y otro para casos desesperados. Como si se tratara de médicos que operan en distintos sectores y no se conocen.

El médico es el mismo: Cristo Jesús, el gran Médico, el Único, el médico por excelencia, el Enviado del Padre al lecho de la humanidad doliente. Médicos y medicinas son medios en sus manos. "Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él" (Jn 1, 3), y todo con un fin definido. Cuando
creaba cielos y tierra, minerales, hierbas y plantas, preparaba con infinita sabiduría los saludables remedios para nuestras enfermedades. Los remedios, si bien compuestos por los hombres, provienen de los medios naturales creados por Dios. El es quien infunde la vocación de curar enfermos, ilumina a los médicos y los asiste para que puedan descubrir las virtudes curativas del reino mineral y del reino vegetal. El es quien usa las manos del médico para arrebatar los cuerpos a la muerte. Por lo tanto, no hablemos de médicos, medicina “y Jesús”, como sistema sucesivo de curación, sino tan sólo de Jesús, que cura por medio de remedios creados por Él mismo. “Respeta al médico por sus servicios, pues también a él lo instituyó Dios. 2El médico recibe de Dios su ciencia, y del rey recibe su sustento. 3Gracias a sus conocimientos, el médico goza de prestigio y puede presentarse ante los nobles. 4Dios hace que la tierra produzca sustancias medicinales, y el hombre inteligente no debe despreciarlas. 5Dios endulzó el agua con un tronco para mostrar a todos su poder. 6Él dio la inteligencia a los hombres, para que lo alaben por sus obras poderosas. 7Con esas sustancias, el médico calma los dolores y el boticario prepara sus remedios. 8Así no desaparecen los seres creados por Dios, ni falta a los hombres la salud. 9Hijo mío, cuando estés enfermo no seas impaciente; pídele a Dios, y él te dará la salud. 10Huye del mal y de la injusticia, y purifica tu corazón de todo pecado. 11Ofrece a Dios sacrificios agradables y ofrendas generosas de acuerdo con tus recursos. 12Pero llama también al médico; no lo rechaces, pues también a él lo necesitas. 13Hay momentos en que el éxito depende de él, 14y él también se encomienda a Dios, para poder acertar en el diagnóstico y aplicar los remedios eficaces. 15Así que un hombre peca contra su Creador, cuando se niega a que el médico lo trate” (Eclesiástico 38, 1-15)

Tomado del Libro: "El Despertar de los Carismas."

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