sábado, 29 de junio de 2013

Queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por él no serán vanos.

PRIMERA CARTA DE SAN PABLO A LOS CORINTIOS
Capítulo 15
33 No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».
34 Vuelvan a comportarse como es debido y no pequen más, porque hay algunos entre ustedes que todavía no saben nada de Dios: lo digo para vergüenza de ustedes.
35 Alguien preguntará: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo?
36 Tu pregunta no tiene sentido. Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere.
37 Y lo que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo, o de cualquier otra planta.
38 Y Dios da a cada semilla la forma que él quiere, a cada clase de semilla, el cuerpo que le corresponde.
39 No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces.
40 Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene su propio resplandor:
41 uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
42 Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos: se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles;
43 se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza;
44 se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual.
45 Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida.
46 Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después.
47 El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo.
48 Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial.
49 De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.
50 Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible.
51 Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados.
52 En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final –porque esto sucederá– los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados.
53 Lo que es corruptible debe revestirse de la incorruptibilidad y lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad.
54 Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida.
55 ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?
56 Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la ley.
57 ¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
58 Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por él no serán vanos.

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