Jesús expone las parábolas del juez y la viuda, y del fariseo y el recaudador de impuestos, para invitar a ser perseverantes y humildes en la oración.
¿Ora a Dios con frecuencia? ¿Se considera, solo por eso, merecedor de la gracia divina? ¿Habla con Dios sobre sus preocupaciones, problemas y anhelos? ¿Confía en su misericordia?
Desde su pequeñez, reconozca la grandeza y bondad del Padre, que cuida de sus necesidades, preocupaciones, problemas y anhelos.
Como agradecimiento a la misericordia de Dios, acérquese a los suyos, y escuche atentamente, sin mirar el reloj, sus necesidades y anhelos.
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