lunes, 28 de julio de 2014

«Ellos se convirtieron con la predicación de Jonás»

Cardenal José Ratzinger [Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013]
Retiro predicado en el Vaticano en 1983


«Ellos se convirtieron con la predicación de Jonás»


Jesús no rechaza cualquier forma de signo, sino que rechaza el signo concreto que pide «esta generación». El Señor promete y da su propio signo, la verdadera certeza que concuerda con la siguiente verdad: «Igual que Jonás fue un signo para los Ninivitas, de la misma manera el Hijo del Hombre será un signo para esta generación» (Lc 11,30)...


Jesús mismo, la persona de Jesús, tanto su palabra como el conjunto de su personalidad, es el signo para todas las generaciones. Es una respuesta muy profunda sobre la que hay que meditar constantemente. «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre», afirma el Señor a Felipe cuando le pide: «Muéstranos al Padre» (Jn 14,8). Queremos ver, y así adquirir la certeza. Jesús responde: «Sí, podéis ver». En el Hijo el Padre se hace visible. Ver a Jesús, -- esta es la respuesta. Recibimos el signo, la realidad que se demuestra ella misma. Y, de hecho, ¿no es realmente un signo extraordinario la presencia de Jesús en todas las generaciones, esta fuerza de su persona que atrae también a los paganos, a los no-cristianos, a los ateos?


Ver a Jesús, aprender a verle. Este retiro ofrece la ocasión de empezar de nuevo; es, al fin y al cabo, el contenido único y suficiente de todo retiro. Ver a Jesús. Contemplémosle en sus palabra inagotables; contemplémosle en sus misterios...: en los de la natividad, en los de la vida escondida, en los misterios de la vida pública, en el misterio pascual, en los sacramentos, en la historia de la Iglesia. El Rosario y el Via-Crucis no son más que un guía que la Iglesia ha encontrado en su corazón para aprender a «ver a Jesús» y llegar así a la respuesta de los Ninivitas: la penitencia, la conversión.

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