viernes, 19 de febrero de 2010

«Dios mío, escucha mi clamor, atiende a mi súplica...

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Comentarios a los salmos, salmo 60; CCL 39, 766

«Ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado» (Hb 4,15)

«Dios mío, escucha mi clamor, atiende a mi súplica... Te invoco desde el confín de la tierra con el corazón abatido» (Sl 60, 2-3). Desde el confín de la tierra, es decir, de todas partes... No es una sola persona la que habla así; y, sin embargo, sí es una sola persona, porque Cristo es uno solo, y todos nosotros somos sus miembros (Ef 5,23)...Éste que invoca desde los confines de la tierra está angustiado, pero no se encuentra abandonado. Porque a nosotros mismos, esto es a su cuerpo, quiso prefigurarnos también en aquel cuerpo suyo...

Nos incluyó en sí mismo cuando quiso verse tentado por Satanás. Nos acaban de leer que Jesucristo, nuestro Señor, se dejó tentar en el desierto por el diablo. Pero en Cristo estabas siendo tentado tú, porque Cristo tenía de ti la carne, y de él procedía para ti la salvación; de ti procedía la muerte para él, y de él para ti la vida; de ti para él los ultrajes, de él para ti los honores; en definitiva, de ti para él la tentación, y de él para ti la victoria. Si hemos sido tentados en él, también en él vencemos al diablo.

¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que venció? Reconócete a ti mismo tentado en él, y reconócete también vencedor en él. Podía haber evitado al diablo; pero si no hubiese sido tentado, ¿cómo te habría aleccionado para la victoria cuando tú fueras tentado? Así pues, nada tiene de extraño si, acosado por las tentaciones clama desde los confines de la tierra según este salmo. Pero ¿por qué no fue vencido? El salmo continua: «Me has establecido sobre la roca»... Acordémonos del Evangelio: «Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). Es la Iglesia la que él ha querido edificar sobre la roca que clama desde los confines de la tierra. Pero, ¿quién ha llegado a ser roca para que la Iglesia se pudiera edificar sobre roca? Escuchemos a san Pablo que nos lo dice: «La roca era Cristo» (1C 10,4). Es sobre él que hemos sido construidos. Y es por ello que esta roca sobre la cual hemos sido construidos ha sido la primera en ser azotada por los vientos, los torrentes y las lluvias cuando Cristo fue tentado por el diablo (Mt 7,25). Esta es la fundación inquebrantable sobre la cual te ha querido consolidar.

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