viernes, 30 de septiembre de 2011

«El que os escucha a vosotros, a mí me escucha»

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Discurso sobre los salmos, Sal. 49, §23


El que ha escuchado este versículo: "Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza" (Salmo 49,14), ha dicho: "Cada día, cuando me levante, me iré a la iglesia y cantaré un himno de la mañana; al final del día un himno de la noche y luego en mi casa, un tercero y cuarto himno. Así haré cada día un sacrificio de alabanza y me ofreceré a mi Dios». Es bueno hacerlo, si lo haces con verdad, pero ten cuidado de tranquilizarte con lo que haces, y... teme que, tu lengua hable bien delante de Dios y tu vida no hable mal ante él... Ten cuidado de vivir mal, hablando bien.

¿Por qué? Porque Dios dice al pecador: "¿Por qué recitas mis mandamientos y guardas mi alianza en tu boca [tú que detestas mi enseñanza]?"(V. 16-17) mirad con qué temor debemos hablaros... Vosotros, mis hermanos, que estáis seguros; si escuchas cosas buenas, Dios te escucha, independientemente de la boca que te habla. Pero Dios no ha querido dejar a aquellos que hablan, sin reprenderlos, para que no se duerman tranquilos, en una vida desordenada, diciéndose que hablan del bien, diciéndose: "Dios no querrá que nos perdamos, nosotros, por los que quería decir cosas buenas a su pueblo». Por lo tanto, vosotros los que habláis, quienquiera que seáis, escuchad lo que os digo; vosotros que queréis ser escuchados, escuchad, los primeros... Puedo escuchar el primero, puedo escuchar, escuchar mejor que todos "lo que el Señor Dios me dijo, para oír las palabras de paz a su pueblo" (Sal 84,9).

Evangelio según San Lucas 10,13-16.
Salmo 79(78),1-2.3-5.8.9.
Libro de Baruc 1,15-22.

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