viernes, 21 de octubre de 2011

Oración por Chile.

Dios Trino de Amor,
Te alabamos, te adoramos, te damos gracias.
Dios Padre Todopoderoso: Yahvé,
Dios Padre de Abraham, Isaac y Jacob,
Dios Padre de Jesucristo, Santa María Virgen y San José,
Te pedimos en el Nombre de tu Hijo Jesucristo, que envíes tu Espíritu Santo sobre Chile y sobre todos sus habitantes, que el Fuego de tu Espíritu Santo no permita que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales, obedeciendo a sus malos deseos. Ni hagamos de nuestros miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado, si no que nos ofrezcamos a ti Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagamos de nuestros miembros instrumentos de justicia a tu servicio. Que el pecado no tenga más dominio sobre nosotros, ya que no estamos sometidos a la Ley, si no a tu gracia. Por que gracias a ti Dios Todopoderoso, nosotros, después de haber sido esclavos del pecado, hemos obedecido de corazón a la regla de doctrina, a la cual fuimos confiados, y ahora, liberados del pecado, hemos llegado a ser servidores de tu justicia para alcanzar la santidad.

Sabemos Dios Padre que cuando éramos esclavos del pecado, estábamos libres con respecto de tu justicia. Pero, ¿Qué provecho sacábamos entonces de las obras que ahora nos avergüenzan? El resultado de esas obras era la muerte. Ahora, en cambio, nosotros estamos libres del pecado y sometidos a ti Dios Todopoderoso: Confiamos en tu promesa que el fruto de esto es la santidad y su resultado, la Vida eterna. Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que tu don gratuito es la Vida eterna, en Cristo Jesús, tu único hijo, y nuestro Señor.

Dios Todopoderoso, los chilenos(as) sabemos que nada bueno hay en nosotros, es decir, en nuestra carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a nuestro alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hacemos el bien que queremos, sino el mal que no queremos. Pero cuando hacemos lo que no queremos, no somos nosotros quienes lo hacemos, si no el pecado que reside en nosotros. Sabemos y Conocemos ahora esta ley: “Queriendo hacer el Bien, se me presenta el Mal”. Porque de acuerdo con el hombre interior, que llevamos todos los chilenos, nos complacemos en Tu Ley Dios Nuestro, pero observamos que hay en nuestros miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros. Entendemos ahora Dios Todopoderoso que tu Dulcísimo Hijo Jesucristo es el Único quién podrá librarnos de estos cuerpos que nos llevan a la muerte. En una palabra, con nuestra razón servimos a la Ley de Dios, pero con nuestra carne servimos a la ley del pecado. Por ello Envíanos tu Espíritu Santo, para que llenos de tu fuego, podamos derretir las cadenas que nos atan al pecado, y podamos rechazar de todo corazón al mal y a todas sus consecuencias. Que la sociedad chilena sea más justa, más buena, más solidaria, por Cristo Nuestro Señor, Amén.

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