martes, 4 de diciembre de 2012

¿Por qué Dios permite la tentación?


Cuestión 26



¿Por qué Dios permite la tentación?



i Dios no tienta, ¿por qué la permite? La respuesta la tenemos en versículo que dice:

Considerad como perfecta alegría, hermanos míos, cuando os veáis cercados por diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia. Sant 1, 2

Sin tentación no existiría esa constancia de la virtud que resiste una y otra vez contra toda seducción tentadora. Dicho de otro modo, hay determinados tipos de virtudes que jamás podrían existir sin haber resistido la tentación. Es más, cuanto más dura sea la prueba mayor será la luz de esa virtud al sobreponerse a esa tentación.

Esto nos lleva a pensar lo siguiente. Dios podría haber contenido a los demonios de manera que nunca hubieran podido interferir en la historia de los hombres. Pero Dios sabía que los demonios aunque por un lado fueran causa de males, también serían ocasión de mayores de bienes, pues serían ocasión de que la virtud fuera más valiosa. En cierto modo, podríamos decir que aceptó la posibilidad de que hubiera más oscuridad en este mundo si con ello se lograba que la luz fuera más pura y luminosa. De lo contrario hubiera bastado una simple orden de Dios para que ni un solo demonio hubiera podido entrar nunca en contacto con ningún ser humano. Luego si permitió ese contacto es que sabía que de ello vendrían bienes.



Toado del Libro del Padre José Antonio Fortea, la Summa Demoniaca, páginas 34 y 35



CARTA DE SANTIAGO

Capítulo 1

1 Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión.

2 Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas,

3 sabiendo que la fe, al ser probada, produce la paciencia.

4 Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada.

5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio.

6 Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento.

7 El que es así no espere recibir nada del Señor,

8 ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder.

9 Que el hermano de condición humilde se gloríe cuando es exaltado,

10 y el rico se alegre cuando es humillado, porque pasará como una flor del campo:

11 apenas sale el sol y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se marchita y desaparece su hermosura. Lo mismo sucederá con el rico en sus empresas.

12 Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los que lo aman.

13 Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie,

14 sino que cada uno es tentado por su propia concupiscencia, que lo atrae y lo seduce.

15 La concupiscencia es madre del pecado, y este, una vez cometido, engendra la muerte.

16 No se engañen, queridos hermanos.

17 Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación.

18 El ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación.

19 Tengan bien presente, hermanos muy queridos, que debemos estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar y para enojarnos.

20 La ira del hombre nunca realiza la justicia de Dios.

21 Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos.

22 Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos.

23 El que oye la Palabra y no la practica, se parece a un hombre que se mira en el espejo,

24 pero en seguida se va y se olvida de cómo es.

25 En cambio, el que considera atentamente la Ley perfecta, que nos hace libres, y se aficiona a ella, no como un oyente distraído, sino como un verdadero cumplidor de la Ley, será feliz al practicarla.

26 Si alguien cree que es un hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad es vacía.

27 La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo.






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